Parodia
Espero con cierta ansiedad la propaganda electoral. No hace falta que me cuenten lo mal que van las cosas, porque lo s¨¦
Me parece que las elecciones, antes, eran m¨¢s serias. Disculpen que me ponga cebolleta (ya solo los ancianos o los friquis recordar¨¢n qui¨¦n era el abuelo Cebolleta), pero aquello era otra cosa. En las generales de 1977, las primeras desde la Rep¨²blica, hubo un micropartido (el m¨ªo) con menos votos que militantes: seguramente unos cuantos de los nuestros, conociendo bien la casa, decidieron respaldar opciones m¨¢s sensatas. En las municipales de 1979, la campa?a de Sant Feliu de Llobregat se vio animada por una candidatura par¨®dica llamada Progresistas y Galantes. ?Se imaginan? ?Una candidatura par¨®dica! Entonces fue muy celebrada porque promet¨ªa cosas absurdas e imposibles. Ya ven.?
Eran otros tiempos, por supuesto. Espa?a sal¨ªa de la oscuridad franquista, se enfrentaba a la oscuridad etarra y, en un pa¨ªs atrasad¨ªsimo respecto a Europa, casi todo estaba por hacer. Nos tom¨¢bamos las cosas en serio. Tanto, que hasta los chistes se hac¨ªan con solemnidad. Pienso, por ejemplo, en aquello de que Abc nombrara ¡°hombre del a?o¡± a Jordi Pujol. Los pol¨ªticos ment¨ªan, claro, y lo aprendimos pronto (aquel mefistof¨¦lico ¡°OTAN, de entrada, no¡± de Felipe Gonz¨¢lez, respondido con el Cuervo ingenuo de Javier Krahe); sin embargo, ellos intentaban simular que dec¨ªan la verdad y nosotros intent¨¢bamos simular que les cre¨ªamos. Porque exist¨ªa un amplio margen entre la pol¨ªtica y la parodia.
Albert Boadella mostr¨® la realidad de Pujol con Ub¨². Pedro Ruiz, que no imitaba, sino que parodiaba, nos ayud¨® a descubrir que tras la lengua venenosa de Alfonso Guerra hab¨ªa lo previsible: uno de esos seres que envenenan. Cuando la decadencia de Felipe Gonz¨¢lez (corrupci¨®n y crimen de Estado) y la irrupci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar (con quien descubrimos que a la derecha del socialismo hab¨ªa algo a¨²n m¨¢s de derechas y no menos corrupto) crearon el c¨®ctel perfecto de la crispaci¨®n, nos asustamos de verdad. Supongo que segu¨ªamos tomando las cosas en serio.Ahora, d¨ªganme: ?puede alguien hacer una parodia de, por ejemplo, Pablo Casado? No. Es posible imitarle y resultar por ello hilarante, pero no parodiarle, porque ese hombre lleva su propia parodia incorporada. No hablemos de Quim Torra ni de la declaraci¨®n de independencia de la Rep¨²blica Catalana, que, como admiti¨® Joaquim Forn ante el Tribunal Supremo, fue en realidad una parodia de una declaraci¨®n de independencia. C¨®mo deben de carcajearse quienes le votaron y le creyeron. El Pedro S¨¢nchez que gobierna es desde el principio una parodia en Falcon y Ray-Ban del Pedro S¨¢nchez que present¨® la moci¨®n de censura contra Mariano Rajoy para formar ¡°un Gobierno de transici¨®n¡± que recuperara la ¡°normalidad¡± y convocara ¡°cuanto antes¡± unas elecciones. (N¨®tese el efecto c¨®mico que adquieren hoy las expresiones ¡°normalidad¡± y ¡°cuanto antes¡±). Ya todo es autopar¨®dico: Santiago Abascal a caballo, Ortega Smith con loden, Albert Rivera camufl¨¢ndose en la plaza de Col¨®n para que no se note mucho que sus aliados son sus aliados, Pablo Iglesias como caudillo de un partido llamado Unidos, je, Podemos, je, je.?
Espero con cierta ansiedad la propaganda electoral. No me importa que me mientan, siempre lo hacen. No hace falta que me cuenten lo mal que van las cosas, porque ya lo s¨¦. Lo que exijo es risas. Muchas.
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