Fantasmas electorales
La existencia de m¨¢s partidos no se traduce en m¨¢s pluralidad
La convocatoria de elecciones generales el pr¨®ximo 28 de abril ha puesto fin a una situaci¨®n de bloqueo pol¨ªtico, por m¨¢s que no haya conjurado el riesgo de que los resultados reproduzcan, e, incluso, agraven, las condiciones que lo hicieron posible. De materializarse ese riesgo, no habr¨¢ sido consecuencia de ninguna fatalidad sino de la manera en la que distintos l¨ªderes vienen manejando una situaci¨®n pol¨ªtica en la que la existencia de m¨¢s partidos no se ha traducido en mayor pluralidad. Antes al contrario, ha generado una competici¨®n por alcanzar la hegemon¨ªa en el interior de cada bloque que, al mismo tiempo que alienta imparables din¨¢micas de radicalizaci¨®n entre partidos de parecido signo, empuja a la totalidad del sistema hacia la polarizaci¨®n.
Las fuerzas independentistas fueron las primeras en dejarse arrastrar por esta espiral, llegando a declarar la secesi¨®n que en el fondo ninguna quer¨ªa, y, esta misma semana, a provocar la ca¨ªda del Gobierno contra sus propios intereses. ERC y prefirieron el mi¨¦rcoles sacrificar al un¨ªsono los beneficios que habr¨ªan obtenido los ciudadanos de Catalu?a de haberse aprobado los Presupuestos, antes que arriesgarse a perder una a manos de otra el galard¨®n de bisuter¨ªa hist¨®rica que les acredite ante los suyos como el m¨¢s celoso guardi¨¢n de la idea y de la suerte de los m¨¢rtires.
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Esta escalada autodestructiva quedar¨ªa circunscrita a las relaciones entre ambos partidos si se encontrara con un consenso b¨¢sico entre las fuerzas contrarias a la independencia, y seguramente tendr¨ªa dif¨ªcil sobrevivir a la estrategia pol¨ªtica adoptada por los secesionistas en torno al juicio en el Tribunal Supremo. ERC y PDeCAT no est¨¢n ofreciendo ahora a sus respectivos electorados el sue?o de la independencia, sino reclam¨¢ndoles que socorran a los l¨ªderes que presuntamente delinquieron y les ocultaron que esa independencia era quim¨¦rica.
En cualquier caso, el consenso b¨¢sico entre las fuerzas contrarias a la secesi¨®n no existe, y lo que es peor, acabar¨¢ resultando imposible si el PP y Ciudadanos, estimulados, adem¨¢s, por la irrupci¨®n de la ultraderecha, se rinden a la l¨®gica por alcanzar la hegemon¨ªa en el propio bloque. El l¨ªder popular, Pablo Casado, parece firmemente decidido a sacrificar la parte del le¨®n del electorado conservador antes que permitir que se le escapen apoyos hacia la ultraderecha, con el resultado de estar perfil¨¢ndose como el principal activo electoral de Vox. Y lejos de aspirar a recoger lo que Casado pierde por el lado de la moderaci¨®n, el l¨ªder de Ciudadanos, Albert Rivera, ha decidido sacrificarlo tambi¨¦n, porque, en su caso, las aspiraciones sobre la totalidad del PP le colocan ante la inexorable tesitura de llegar tan lejos como ¨¦l; es decir, hasta la misma frontera con Vox. Rivera, que podr¨ªa haber protagonizado la ruptura de la l¨®gica frentista, se est¨¢ convirtiendo por razones electorales, asombrosamente, en su principal valedor.
De confirmarse el anunciado retroceso de Podemos, el PSOE ser¨ªa el ¨²nico en situaci¨®n de escapar a la escalada autodestructiva desencadenada por la b¨²squeda de la hegemon¨ªa en el propio bloque, puesto que la tendr¨ªa de antemano asegurada. Pero eso podr¨ªa no librar al PSOE de la tentaci¨®n de otros fantasmas electorales, ante los que tendr¨¢ que resistirse o claudicar. Limitarse a una estrategia de recoger el voto del miedo puede llevar a estimular el miedo mismo para incrementar el voto. Contar¨ªa para ello con la competici¨®n encarnizada que libran sus potenciales rivales del campo conservador, si bien arriesgar¨ªa la estabilidad institucional sin garantizarse por ello una victoria suficiente para gobernar.
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