John Keane: ¡°Hay una cierta moda en hablar de crisis de la democracia¡±
Polit¨®logo australiano y experto en democracias, habla del tema pol¨ªtico que m¨¢s le preocupa: el auge de los populismos nacionalistas
El polit¨®logo australiano ?John Keane (1949) es uno de los mayores te¨®ricos sobre sistemas pol¨ªticos. De pelo cano y revuelto, acaba de publicar en espa?ol?Vida y muerte de la democracia?(Fondo de Cultura Econ¨®mica). La charla se extiende por m¨¢s de dos horas, pero ¨¦l podr¨ªa seguir otras dos: una idea le lleva a otra, y esa otra, a otra m¨¢s. Casi no hacen falta preguntas. Este profesor de la Universidad de S¨ªdney, muy preocupado por el auge de los populismos nacionalistas y profundamente reaccionarios, se considera a s¨ª mismo progresista, pero tiene ¡°un problema¡±: cuando est¨¢ con gente de izquierdas se ve de derechas, y cuando est¨¢ rodeado de conservadores se siente de izquierdas.
Pregunta. ?Qu¨¦ ha supuesto para la democracia la llegada de Trump a la presidencia de EE UU?
Respuesta. Vivimos tiempos shakesperianos, de eso no cabe duda, y su elecci¨®n hay que enmarcarla en ese contexto. Su figura supone una se?al de cambio de fase en la historia; es el s¨ªntoma de la extensi¨®n de una gran frustraci¨®n en partes importantes de la sociedad estadounidense: la clase media y trabajadora, que no tiene ninguna seguridad sobre su futuro. El 40% de los estadounidenses de entre 18 y 60 a?os experimentar¨¢ al menos un a?o de pobreza a lo largo de su vida. Trump lo entendi¨® y en eso centr¨® toda su ret¨®rica demagoga. Pero mientras juega el papel de salvador de esas personas, ha ido da?ando las instituciones de control. Trump es justamente esto y, llegados a este punto, espero su reelecci¨®n.
P. ?Qu¨¦ futuro le depara a EE UU?
R. Como dijo el ex vicecanciller alem¨¢n [Joschka] Fischer, la consecuencia de intentar que EE UU ¡°vuelva a ser grande de nuevo¡± ser¨¢ hacer a China grande de nuevo. Est¨¢ fortaleciendo el poder chino en Ir¨¢n, en todo el sudeste asi¨¢tico y, en general, en todo el mundo, mientras Washington est¨¢ en lento declive. Su poder¨ªo militar es indudable, pero ya no gana guerras: solo hay que ver lo sucedido en Irak o en Afganist¨¢n, o su marginalizaci¨®n como actor en Siria. China est¨¢ alcanzando a EE UU a una gran velocidad en lo econ¨®mico, en energ¨ªas limpias o en inteligencia artificial. Es el principio de la decadencia de un imperio y el surgimiento de otro.
P. ?Se puede reparar el da?o hecho durante su presidencia?
R. No sabemos c¨®mo terminar¨¢, pero el da?o a la democracia ya est¨¢ hecho: los ataques a la prensa, el golpe al poder judicial¡ Hay una nube oscura sobre EE UU. Y cuanto m¨¢s tiempo pase, m¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ poner fin a la guerra civil de baja intensidad en torno a la identidad estadounidense. Es mucho m¨¢s f¨¢cil y r¨¢pido da?ar y destruir una democracia que reconstruirla o preservarla.
¡°Permitir a Google o a Facebook que se regulen a s¨ª mismos es lo m¨¢s parecido a dejar a una cabra cuidar el jard¨ªn¡±
P. A la vez, usted cree que somos demasiado pesimistas al hablar del futuro de la democracia.
R. Hay una cierta moda en hablar de crisis de la democracia en el mundo, y tengo dudas del uso de la palabra ¡°crisis¡±, que tiene connotaciones apocal¨ªpticas, casi religiosas. No se est¨¢ teniendo en cuenta la resiliencia y la vitalidad de las democracias actuales y se infraestiman las innovaciones que esta supuesta crisis ha desencadenado. Pienso en ciudades como Barcelona, S¨ªdney o ?msterdam, que son laboratorios para el autogobierno, que est¨¢n apostando por el transporte p¨²blico y por soluciones medioambientalmente sostenibles, y que est¨¢n experimentando con conceptos como la renta b¨¢sica. Estos brotes verdes son parte de la realidad contempor¨¢nea; el problema es que la mayor¨ªa de intelectuales y periodistas tienden a concentrarse en la crisis y obvian estas otras tendencias.
P. Pero esos brotes verdes se est¨¢n dando solo en algunas urbes y no a escala nacional. ?Hasta cu¨¢ndo durar¨¢ el momento dulce de los populismos nacionalistas?
R. Es imposible saberlo, as¨ª que antes de hacer predicciones prefiero definirlo: el populismo es un estilo de hacer pol¨ªtica estructurado en torno a hablar directamente a la gente, que tiene a un gran l¨ªder, un caudillo, y un oponente u oponentes a los que confrontar, que suele llamar establish?ment. Y que degrada instituciones de monitorizaci¨®n, tribunales, medios de comunicaci¨®n y otros ¨®rganos de defensa de la integridad. Todo ello aderezado por un cierto nivel de normalizaci¨®n de la violencia, de nacionalismo, de sentido de la territorialidad y de clientelismo. Esto ¨²ltimo es muy claro en el caso de Trump: lleg¨® al poder con la promesa de ¡°drenar la ci¨¦naga¡± y acab¨® nombrando el Gabinete con la mayor concentraci¨®n de millonarios de la historia. El populismo es una enfermedad autoinmune de la democracia: requiere condiciones democr¨¢ticas para florecer (libertad de expresi¨®n, de reuni¨®n, acceso a los medios de comunicaci¨®n, multipartidismo¡), pero su l¨®gica es profundamente antidemocr¨¢tica, destruye los ¨®rganos de control y margina a sectores importantes de la sociedad.
P. Dice que hablar de populismo de izquierdas es un error.
R. Es un ox¨ªmoron. No tiene ning¨²n sentido: el populismo en el que piensa Chantal Mouffe cuando habla de "populismo de izquierdas" ¡ªPer¨®n, el primer [Hugo] Ch¨¢vez¡¡ª es una fantas¨ªa. El populismo es de derechas en tanto que es antidemocr¨¢tico.
P. ?Sobrevivir¨¢ la democracia tal como hoy la conocemos?
R. No lo s¨¦. Lo que est¨¢ claro es que no tiene el futuro garantizado. El nuevo populismo es una reacci¨®n al¨¦rgica a la democracia monitorizada. Y quiere debilitarla, cuando no directamente liquidarla.
P. ?Por qu¨¦ esa alergia a las instituciones de control?
R. Estamos en un momento de gran fragmentaci¨®n e incertidumbre y con millones de ciudadanos enfadados. Es una combinaci¨®n de varias fuerzas: la desigualdad ¡ªcon una brecha insostenible entre ricos y pobres, y con la marginalizaci¨®n de muchos sectores de la poblaci¨®n¡ª, la migraci¨®n, el multiculturalismo visto como una amenaza¡ Eso es p¨®lvora para los populistas. Lo han entendido muy bien.
P. No menciona las redes sociales.
R. No es el factor principal: la desigualdad, las burbujas financieras, la desafecci¨®n con el sistema de partidos son mucho m¨¢s importantes. Las redes son uno m¨¢s. En esta era de abundancia comunicativa, hacer las cosas en privado es mucho m¨¢s dif¨ªcil, y eso es bueno y es malo a la vez: tambi¨¦n se est¨¢ poniendo en riesgo la privacidad y facilitan la difusi¨®n de las noticias falsas. La multiplicaci¨®n del conocimiento y la distribuci¨®n masiva de informaci¨®n llevan a la ciudadan¨ªa a pensar que el mundo es complejo y a no aceptar la mentira y la corrupci¨®n, pero las redes sociales tambi¨¦n se est¨¢n utilizando para hacer justamente lo contrario: prolifera la informaci¨®n sin contrastar, la utilizaci¨®n comercial del sensacionalismo o la bazofia informativa.
P. ?Deber¨ªan regularse?
R. En los a?os noventa se pensaba que un Internet sin trabas ni regulaciones permitir¨ªa tirar abajo las fronteras y har¨ªa florecer la democracia. A?os despu¨¦s hemos visto c¨®mo en ese jard¨ªn han florecido tambi¨¦n flores venenosas: el discurso del odio, la xenofobia, la manipulaci¨®n¡ Son tendencias que van en contra de la utop¨ªa digital del pluralismo que se vend¨ªa. Gobiernos y sociedad civil tienen que abordar la cuesti¨®n de c¨®mo regular estos flujos de informaci¨®n: necesitamos un acuerdo digital que permita la conexi¨®n de todos los ciudadanos, pero que tambi¨¦n traiga estabilidad a este ecosistema. No creo que la soluci¨®n sea la autorregulaci¨®n de los gigantes digitales: permitir a Google o a Facebook que se regulen a s¨ª mismos es lo m¨¢s parecido a dejar a una cabra cuidar del jard¨ªn.
P. ?Vivimos en una sociedad informada o inundada de informaci¨®n?
R. No me gusta el t¨¦rmino ¡°ciudadanos informados¡± entendido como alguien que sabe todo sobre todo. Prefiero hablar de ¡°ciudadanos sabios¡±: humildes, dem¨®cratas, que son conscientes de que ni ellos ni las autoridades lo saben todo.
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