Tomatito ya tiene herederos
Hace tiempo que Tomatito, tras vivir muchos a?os como guitarrista y sombra de Camar¨®n, se convirti¨® en un m¨²sico de talla mundial. Hoy, mientras prepara su gira con Jos¨¦ Merc¨¦, ultima la grabaci¨®n del Concierto de Aranjuez. El patriarca de esta estirpe flamenca ya tiene herederos: su hijo Jos¨¦, guitarrista, y su hija Mar¨ªa ?ngeles, cantaora. Pasamos un d¨ªa con ellos, entre caballos, ovejas y guitarras, en su cortijo de Almer¨ªa
ARRANCA UNA granada del ¨¢rbol, la abre por la mitad con las manos y se la lleva a la boca. En el cortijo, una antigua finca de naranjos en el campo de Almer¨ªa donde cr¨ªa ovejas, gansos y gallinas, junto a las cuadras para los caballos, el guitarrista Tomatito se siente pleno. A los 60 a?os, convertido en uno de los artistas flamencos m¨¢s reconocidos en todo el mundo, con una docena de discos a su espalda, numerosas bandas sonoras, dos premios Grammy y giras interminables por los cinco continentes, el artista que le toc¨® a Camar¨®n hasta su muerte encuentra en este refugio de la sierra almeriense su fuente de inspiraci¨®n. Aqu¨ª, en la tierra que ahora pisa con sus mocasines de terciopelo verde, halla el contrapunto necesario entre los aplausos y la fama. ¡°Nac¨ª debajo de un caballo y as¨ª espero morirme¡±, dice acariciando el hocico de Flamenco, uno de sus animales. Poco a poco, en el tiempo que le deja libre la m¨²sica, la casa, los caminos y los frutales de la finca van cobrando forma, levantados con el trabajo de sus propias manos.
Las fotograf¨ªas antiguas que cuelgan en las paredes encaladas resumen buena parte de sus referencias art¨ªsticas: Fernanda de Utrera con los brazos levantados, captada en una actuaci¨®n; Camar¨®n, casi un ni?o, sonr¨ªe a la c¨¢mara que refleja la suela de un zapato agujereado; Tomatito, cuando apenas contaba 15 a?os, con Paco de Luc¨ªa, en una taberna. Las fotograf¨ªas de blanco y negro le sumergen en antiguos recuerdos: ¡°Camar¨®n me vio en el tablao de M¨¢laga, ven¨ªa de vez en cuando con Paco [De Luc¨ªa] y yo alucinaba: ?qu¨¦ hace esta gente por aqu¨ª? Tocaba en el cuadro flamenco con bailaoras y yo hac¨ªa un solo como atracci¨®n. Me atrev¨ªa, incluso, a hacer versiones de Entre dos aguas. Y ah¨ª empez¨® a llamarme¡±. As¨ª arranc¨® su carrera, hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, el d¨ªa que Camar¨®n les pidi¨® permiso a sus padres para que lo acompa?ara al toque. ¡°El guitarrista es el sufridor, tiene que saber cantar y bailar para poder acompa?ar bien¡±, cuenta.
Jos¨¦ Fern¨¢ndez Torres (Almer¨ªa, 1958) ha compartido escenario, entre otros, con Frank Sinatra, Elton John, Julio Iglesias y Michel Camilo, y ahora ha compuesto un tema para Romeo Santos¡, pero sus ¡°monstruos¡±, los que siempre tiene en mente, son el cantaor y el guitarrista que revolucionaron el mundo del flamenco, los que sacaron la m¨²sica de un pueblo de los tablaos y los cuartos de cabales. ¡°Paco nos abri¨® las puertas del mundo a los guitarristas y gracias a ¨¦l se nos conoce¡±.
¡°Toco de o¨ªdo, pero tengo el instinto de los ciegos¡±, cuenta el guitarrista flamenco
La distancia que separa la finca de su residencia, en la localidad de Aguadulce, la recorre conduciendo entre un paisaje des¨¦rtico un Mercedes destartalado que adquiri¨® hace 25 a?os. ¡°Cuando lo compr¨¦ era una pasada, pero ahora me han robado hasta la estrella¡±. Su gran familia lo usa para moverse cuando quieren pasar el d¨ªa en el campo, hay restos de patatas fritas y de botellas de agua de los nietos. En el camino de vuelta recala en una venta de carretera donde invita a magra con tomate, mientras de fondo la televisi¨®n vomita noticias sobre el proc¨¦s. Los clientes lo reconocen y lo saludan con respeto. Su habilidad para quitarse de encima a los admiradores insistentes es una muestra m¨¢s de las tablas de un artista que empez¨®, seg¨²n sus propias palabras, como un m¨²sico callejero. Tomatito forma ya parte del paisaje almeriense como el spaghetti western. Naci¨® en el barrio de Pescader¨ªa, donde todav¨ªa viven su madre y algunos de sus hermanos. ¡°Aqu¨ª se han rodado muchas pel¨ªculas del Oeste¡±, dice se?alando el paisaje lunar que se divisa desde la carretera. ¡°El poblado donde se rodaron tantas pel¨ªculas est¨¢ aqu¨ª al lado. Clint Eastwood protagoniz¨® El bueno, el feo y el malo. Bueno, y en Lawrence de Arabia trabaj¨® hasta mi abuelo en figuraci¨®n; bueno, ¨¦l y todo el barrio, todos los gitanos vestidos de moros¡±.
Pero Tomatito no siempre ha sido un flamenco tan abierto. En su vida y en su carrera hay un antes y un despu¨¦s de Camar¨®n. Ya estaba con ¨¦l cuando grabaron, en 1979, La leyenda del tiempo, el disco que abri¨® el flamenco a nuevos sonidos. ¡°Yo ten¨ªa 19 a?os y aquello me parec¨ªa muy hipylon. No me gustaba esa movida, no era factible para el disco, nadie tocaba nada, nadie pon¨ªa orden, as¨ª no se trabaja bien. Despu¨¦s de aquello volvimos otra vez a la tradici¨®n y a las palmas; fue una ¨¦poca muy bonita, lo mejor que me ha pasado en mi vida¡±. Tomatito nunca ha querido contar nada sobre las aventuras que vivieron juntos en los momentos m¨¢s duros relacionados con la adicci¨®n a las drogas del cantaor. Y tendr¨ªa material para un best seller. ¡°Con el tiempo he aprendido a decir que no. Camar¨®n era una buena persona, un tipo gracioso y sensible que estaba bien consigo mismo, pero la gente que lo abrumaba lo hizo introvertido. Nunca he intervenido en nada sobre su memoria. Me llaman, pero no cuento nada, no me interesa eso, alucino con las cosas que cuenta la gente que no ha estado con ¨¦l m¨¢s que un momento¡±.
¡°El guitarrista es el sufridor, tiene que saber cantar y bailar para poder acompa?ar bien¡±
Despu¨¦s del fallecimiento de Camar¨®n, en julio de 1992, Tomatito redirigi¨® su carrera. Tras meses de tristeza, comprendi¨® que deb¨ªa dar un giro y evolucionar. ¡°No me ve¨ªa yo como solista, pero tuve que hacerlo. Durante un tiempo me aferr¨¦ a la tradici¨®n, siempre tocaba por buler¨ªas o tangos, creo que ten¨ªa prejuicios, pero acab¨¦ por adaptarme a los nuevos ritmos sin perder pureza. Ahora me siento querido y admirado¡±. Fue el productor Pino Sagliocco quien lo anim¨® a empezar de nuevo. Le busc¨® una actuaci¨®n, compartiendo escenario con Frank Sinatra, y ahora el mundo se le queda peque?o. No le gustan los aviones, pero en el vuelo Almer¨ªa-Madrid las tripulaciones (¡°las ni?as¡±) lo llaman por su nombre. ¡°Es una pena, pero, como muchas otras cosas, el flamenco se valora m¨¢s fuera que dentro de Espa?a¡±. No posee estudios de m¨²sica ¡ª¡°toco de o¨ªdo, pero tengo el instinto de los ciegos¡±¡ª ni habla idiomas, pero eso no supone un problema: ¡°Da igual donde viajes, siempre encuentras un restaurante italiano cerca del hotel donde cenar¡±. Como artista, vive atento a todo lo que se mueve a su alrededor para captar nuevas ideas. Cree que las escuelas de m¨²sica son necesarias y ayudan a mejorar la formaci¨®n de los m¨²sicos.
Ya se ha hecho legendaria su amistad con el pianista Michel Camilo, uno de los exponentes del jazz latino. Hace ya muchos a?os que el dominicano le pidi¨® que lo acompa?ara en uno de los bises interpretando el bolero B¨¦same mucho. Aquello fue el principio de una gran amistad. ¡°El Michel¡±, como ¨¦l lo llama, y el guitarrista hablan regularmente por tel¨¦fono e intercambian correos. As¨ª van magreando sus discos y colaboraciones juntos.
Como guitarrista de acompa?amiento, Tomatito milita en la lista de los mejores del mundo, pero ya no quiere tocarle a nadie. Salvo excepciones. La ¨²ltima singularidad se llama Jos¨¦ Merc¨¦, con quien ha grabado De verdad, un disco en el que reivindican el flamenco m¨¢s tradicional de ¡°guitarras y palmas¡± donde suenan sole¨¢s, seguidillas y tarantos. Cantaor y guitarrista inician una gira en abril por Espa?a. El 30 de julio, ambos volver¨¢n al Teatro Real en el Universal Music Festival. Y estos d¨ªas ultima la grabaci¨®n de una versi¨®n del Concierto de Aranjuez con la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, dirigida por V¨ªctor Pablo P¨¦rez. Se siente orgulloso de su labor como productor. Tiene los ojos puestos en las nuevas generaciones, hijos en su mayor parte de conocidas sagas flamencas, con los que le gustar¨ªa grabar algo. De momento, ha producido Plaza vieja, el disco de su hijo, Jos¨¦ del Tomate, un guitarrista de 20 a?os, ¡°una joya¡± que apunta maneras, al que foguea como miembro de su grupo.
¡°Me levantaba oyendo tocar a mi padre y me acostaba escuchando su guitarra¡±, dice Jos¨¦
A la dinast¨ªa Tomate, en la que ejerce de patriarca indiscutible, le sobra belleza. Esta tarde ventosa de finales de oto?o, en la cocina de su casa de Aguadulce, con su familia (6 hijos, 13 nietos), su mujer ejerce de mama-abuela con dos beb¨¦s en el regazo. Alrededor de la mesa, sus hijas y su nuera sonr¨ªen mientras los ni?os corretean de un lado a otro. En el sal¨®n suena la tele, los dibujos de Peppa Pig. El barullo que generan los cr¨ªos contrasta con el silencio de la sala donde ?brillan sus guitarras, unas 60, almacenadas a la temperatura adecuada. Tomatito parece un hombre orquesta. Lo mismo achucha a su nieto Rafaelillo que saca una joya del muestrario. En lugar destacado, medio rota y destartalada, la que le compr¨® su padre para que empezara a rodar por las tabernas, junto a piezas de gran valor hist¨®rico que ha ido adquiriendo a lo largo de su carrera. Fuera del escenario, Tomate se muestra como un torbellino, un flamenco que ha ganado soltura con la edad. Sencillo, buena persona y nada divo, aunque los que lo conocen aseguran que cuando se enfada hay que verlo.
A estas alturas de su carrera, Tomatito puede permitirse hacer lo que quiera. Desde ni?o escuch¨® el toque de su padre y de su t¨ªo, el legandario Ni?o Miguel. En casa ya tiene herederos: su hija Mar¨ªa ?ngeles hace pinitos como cantaora, aunque ahora no puede viajar mucho porque vive pendiente de su beb¨¦, y su hijo Jos¨¦, que ya tiene un disco. Ambos acompa?an a su padre cuando act¨²a con su propio grupo. Un padre que no los pierde de vista aunque hayan formado ya sus propias familias. Vigila de cerca sus carreras y su educaci¨®n. ¡°Un buen guitarrista tiene que ser formal y serio¡±, dice. ¡°Ni soy su amigo, ni fumamos canutos juntos. Yo tuve un padre muy exigente con mi educaci¨®n y sigo su ejemplo. La educaci¨®n forma parte de la vida; si ven que fumo porros y que me voy con t¨ªas, creo una confianza con ellos que no debo tener. Les puedo ayudar, pero siempre como padre. A m¨ª el m¨ªo no me ha tocado en la vida, no me ha rega?ao feo, pero s¨ª me avis¨®: ¡®Te has sal¨ªo de la escuela, pero te meto otra vez si no vas por buen camino¡±.
Jos¨¦ del Tomate, el ni?o de sus ojos (y el ¨²nico var¨®n), parece un calco de su progenitor. Flaco, con mucho oro en las mu?ecas y al cuello, alg¨²n tatuaje repartido por el cuerpo ¡ªque se ha hecho sin permiso de su padre¡ª y una melena negra que, cuando cae sobre su rostro, lo ayuda a vencer su timidez cuando sale al escenario, algo que hace con bastante frecuencia (¡°el verano pasado no pis¨¦ ni un d¨ªa la playa¡±). Casi la mitad del a?o lo pasa viajando por el mundo, recorriendo ?aeropuertos y hoteles de cinco estrellas y alg¨²n que otro susto como el terremoto que les pill¨® estando en Jap¨®n. ¡°Cuanto m¨¢s toco, m¨¢s nervioso me pongo. Antes de salir al escenario, ensayo m¨¢s de una hora y los ¨²ltimos minutos trato de relajarme. Puedo parecer antip¨¢tico, pero es timidez. Genero tantas emociones y tensi¨®n que acabo rendido despu¨¦s de los conciertos¡±, cuenta Jos¨¦ en el estudio casero donde se fragu¨® su disco. Empez¨® la carrera de piano, pero lo dej¨® por la guitarra, y lo mismo con los estudios. Casado, como su padre, por el rito gitano, tiene dos hijos, pero le gusta divertirse, como ¡°el joven que soy¡±. Conduce un Mercedes deportivo, frecuenta a sus amigos y va de discotecas. Cree que el racismo es un problema de cultura. Ya no le cabrea que lo paren a la puerta de una discoteca por ¡°el pelo largo o por ser gitano¡±. Le choca, eso s¨ª, que aqu¨ª la gente le ponga pegas por la pinta cuando en ¡°ciudades como Miami, por ejemplo, te ponen alfombra roja¡±.
Reconoce que se encuentra en fase de ¡°cuajarse¡± como flamenco. Ni ha pasado hambre, ni se ha visto obligado a tocar por las calles como mandaban los c¨¢nones del g¨¦nero. Hijo, nieto y bisnieto de la dinast¨ªa Tomate (no tiene ni idea de d¨®nde le viene el apodo a la familia), es consciente de que la historia se repite: ¡°He heredado algo y ahora tengo que estar a la altura, aunque me queda mucho camino por recorrer¡±. No recuerda haber visto nunca a su padre con el pelo corto ni que pase mucho tiempo lejos de su guitarra. ¡°Me levantaba oyendo su m¨²sica y me acostaba oy¨¦ndole tocar¡±. Naci¨® cuando Camar¨®n ya hab¨ªa muerto, pero tiene fotos de ni?o con Paco de Luc¨ªa y pudo acariciar su guitarra cuando lo visit¨® despu¨¦s de una actuaci¨®n con su padre. Pasa horas con el m¨®vil, sobre todo en YouTube, buscando referencias sobre el cante y el toque de anta?o. ¡°El flamenco ha cambiado, ya no hay que viajar por los pueblos buscando como lo hac¨ªan los mayores, est¨¢ todo en Internet¡±. Eso y mucha pr¨¢ctica con las cuerdas. Al menos ¡°seis horas diarias¡±, como le ha puesto a modo de tarea su padre. Le toc¨® a Rosal¨ªa (¡°hicimos unos tangos, ella iba lenta y yo trataba de rellenar los huecos¡±) y le fascina Farruquito. ¡°Coincidimos con ¨¦l en una venta de Antequera, cuando iba con mi padre a comprar un caballo, y me dijo que buscaba un guitarrista para un espect¨¢culo, pero entonces no pudo ser¡±.
Colgado de una de las paredes del estudio, un baldos¨ªn reclama: ¡°La mujer y la guitarra, para usarla hay que templarla¡±. Si se le pregunta a Jos¨¦ del Tomate por el mensaje, sonr¨ªe levantando los hombros. Eso es cosa de su padre.?
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