Planeta 9
Tras la ca¨ªda de Plut¨®n en 2006, el censo planetario del sistema solar opta a una ampliaci¨®n
Los astr¨®nomos est¨¢n volviendo locos a los maestros. Si el lector tiene m¨¢s de 20 a?os, estudiar¨ªa en el colegio que el sistema solar tiene nueve planetas. Sus hijos adolescentes habr¨¢n aprendido que solo tiene ocho, pues Plut¨®n se cay¨® del censo hace 13 a?os. Pero los hermanos peque?os de estos ¨²ltimos van a regresar probablemente al viejo sistema solar de nueve. No porque vuelva Plut¨®n, Dios nos ampare ¨Cese ¡°planeta enano¡± cada vez parece m¨¢s muerto y enterrado¡ª, sino porque todo apunta a que hay en nuestros confines otro planeta mucho mayor y muy, muy lejano, tan lejano que nos hab¨ªa pasado inadvertido hasta ahora. Bienvenidos, queridos maestros, al planeta 9. Leed en Materia los descubrimientos recientes que han llevado a los estudiosos del cielo nocturno a convencerse de su existencia. Hay un mundo m¨¢s all¨¢ del cintur¨®n de Kuiper.
Una pregunta para el Trivial: ?Descubri¨® Kuiper el cintur¨®n de Kuiper? No. En realidad fue una hip¨®tesis avanzada en 1943 por el astr¨®nomo irland¨¦s Kenneth Edgeworth, pero es verdad que fue su colega holand¨¦s Gerard Kuiper quien, ocho a?os despu¨¦s, dot¨® a la idea de un s¨®lido fundamento te¨®rico. Como dijo Gabriel Garc¨ªa-M¨¢rquez, la verdadera exclusiva no consiste en darlo antes, sino en darlo mejor. Kuiper razon¨® que, seg¨²n los modelos f¨ªsico-matem¨¢ticos sobre la formaci¨®n del sistema solar, los planetas exteriores (Urano, Neptuno y el ahora destronado Plut¨®n) deber¨ªan haber dejado un mont¨®n de remanentes que estar¨ªan en una ¨®rbita m¨¢s lenta y exterior a¨²n.
Todo apunta a que hay en nuestros confines otro planeta tan lejano que nos hab¨ªa pasado inadvertido hasta ahora
Y ten¨ªa raz¨®n. El cintur¨®n de Kuiper, sabemos hoy, est¨¢ hecho de cientos de millones de objetos helados que giran alrededor del Sol muy cerca del plano del sistema solar (la ecl¨ªptica), y que quedaron abandonados all¨ª durante la formaci¨®n de Neptuno, hace 4.500 millones de a?os. De ah¨ª vienen a visitarnos los cometas m¨¢s comunes; un cometa no es m¨¢s que uno de esos pedruscos helados que, de pronto, experimenta una alteraci¨®n de su ¨®rbita y se acerca a nosotros, los habitantes de los planetas interiores. Cuando se acercan al Sol, su hielo se vaporiza y forma la famosa cola que caracteriza a esos objetos. Y son un testigo intacto de los or¨ªgenes de nuestro rinc¨®n del cosmos.
Plut¨®n ya no es el planeta m¨¢s exterior del sistema solar, sino uno m¨¢s de ese enjambre de objetos del cintur¨®n de Kuiper, y ni siquiera el mayor que conocemos. La vulgaridad de Plut¨®n en ese vecindario fue justo la causa de que la Uni¨®n Astron¨®mica Internacional lo degradara en 2006 a la penosa categor¨ªa de ¡°planeta enano¡±. Pero parece muy probable que tengamos un noveno planeta despu¨¦s de todo, aunque mucho m¨¢s grande que Plut¨®n y muy, muy lejano, tan lejano que a¨²n tardaremos diez a?os en observarlo. La imaginaci¨®n alcanza m¨¢s all¨¢ que el conocimiento, como dijo o debi¨® decir Einstein.
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