Cannabis, el negocio millonario que apunta a convertirse en el pelotazo del siglo

UNO SE HAB?A fumado alg¨²n porro. Como Bill Clinton. Incluso se hab¨ªa tragado el humo. Como Barack Obama (y otros cuatro millones de personas en Espa?a). Pero no sab¨ªa nada del cannabis. Que se cultiva hace m¨¢s de 4.000 a?os. Crece en todo el planeta. Se us¨® en medicina hasta bien entrado el siglo XX. La Convenci¨®n ?nica sobre Estupefacientes de la ONU (la biblia de la prohibici¨®n de drogas) lo situ¨® en 1961 en el mismo nivel de peligrosidad que la hero¨ªna. Y se compone de un centenar de sustancias, los cannabinoides, la mayor¨ªa inexplorados por la ciencia. D¨¦cadas de estigmatizaci¨®n de esta planta han hecho que apenas se haya estudiado qu¨ªmicamente, al contrario que los opioides, cuyo uso medicinal se ha disparado en Estados Unidos, originando una cadena de adicciones, una epidemia (y una burbuja farmac¨¦utica) que provoca 60.000 muertos al a?o. M¨¢s que la guerra de Vietnam.

Hoy, parad¨®jicamente, algunos de los equipos m¨¢s punteros del estudio del cannabis en el mundo se encuentran en Espa?a, donde, por contra, su uso medicinal y l¨²dico est¨¢ prohibido. Y ni el Gobierno saliente ni los anteriores han dado nunca la menor muestra de pretender regularlo. Jam¨¢s ha habido una masa cr¨ªtica de presi¨®n pol¨ªtica. Ni movilizaciones en la calle. Ni consenso social. Ni liderazgo. Una subcomisi¨®n parlamentaria propiciada por Ciudadanos y Podemos para promover su regulaci¨®n ha agonizado en el Congreso antes de nacer. Y mientras, las cosas han comenzado a moverse a nivel mundial. La marihuana est¨¢ saliendo del armario.

Sigue siendo una desconocida. Apenas desde los sesenta (gracias al qu¨ªmico israel¨ª Raphael Mechoulam) sabemos que en su estructura dominan dos principios activos: el THC (responsable del coloc¨®n) y el CBD (que no es psicoactivo, no sube, pero atesora multitud de aplicaciones terap¨¦uticas). ¡°El equilibrio entre ambos es clave para el bienestar del consumidor. Por ejemplo, para no padecer brotes psic¨®ticos, que pueden ser el mayor peligro de esta planta, que, sin embargo, no mata por sobredosis, como la morfina¡±, explica Manuel Guzm¨¢n, catedr¨¢tico de Bioqu¨ªmica en la Universidad Complutense de Madrid y un n¨²mero uno global del cannabis. ¡°Cuando lo consumes, es importante saber qu¨¦ est¨¢s tomando, de qu¨¦ variedad, en qu¨¦ cantidad y conocer su trazabilidad. Y qu¨¦ efectos secundarios e interacciones tiene. Y eso se logra con una regulaci¨®n estricta; con un producto est¨¢ndar, seguro, controlado y bien envasado y etiquetado. Y de calidad farmac¨¦utica. En Espa?a existe un mercado normalizado en torno al cannabis. Pero est¨¢ desregulado porque es ilegal. Es la ley m¨¢s infringida de nuestro pa¨ªs. Y eso es muy peligroso para el que lo adquiere en el mercado negro. Y no sabe lo que toma. Yo hablo, por ejemplo, de los pacientes. De 120.000 personas en Espa?a con esclerosis m¨²ltiple, epilepsia, c¨¢ncer o dolor cr¨®nico que se lo autoadministran. Y de los miles que aspiran a hacerlo. Necesitan lo mejor. Y se les est¨¢ negando. Pero se les recetan opioides. Que matan¡±.

Lo que tampoco conoc¨ªa este periodista es que en torno a la imparable legalizaci¨®n de su uso medicinal y recreativo (principalmente en Canad¨¢ y Estados Unidos, pero con un creciente uso terap¨¦utico en la UE, desde Italia a Portugal y Alemania) ha surgido un suculento negocio global que prev¨¦ mover en 2025 unos 50.000 millones de euros en todo el mundo. Y 5.000 millones en Espa?a. Alrededor de ese cuerno de la abundancia se est¨¢ creando una industria que en cinco a?os ha pasado de la ilegalidad y las rastas a cotizar en Bolsa con capitalizaciones superiores a las de muchos valores del Ibex 35. Y donde las grandes corporaciones de la distribuci¨®n, alimentaci¨®n, bebidas, tabaco, f¨¢rmacos, software, biotecnolog¨ªa y fertilizantes, desde Coca-Cola hasta Philip Morris o Pernod, est¨¢n tomando posiciones.

Nadie se quiere perder la fiebre del oro verde. Ya no hablamos de camellos trapicheando mar¨ªa casera o chocolate culero, sino de un nuevo sector econ¨®mico, entre la industria m¨¦dica, la del ocio y la del bienestar, que ya cuenta con 75 millones de consumidores legales (la ONU calcula el n¨²mero de consumidores habituales en algo m¨¢s de 200 millones) y empieza a disponer de genetistas, qu¨ªmicos, log¨ªsticos, contables, abogados, comunicadores, lobbies y fondos de inversi¨®n. Olv¨ªdense de los fumetas; desembarcan las corbatas.

Puro business. Todo est¨¢ por hacer. Para empezar, satisfacer la demanda. El punto m¨¢s d¨¦bil del nuevo negocio. Al igual que la carencia de equipos de gesti¨®n. Y de profesionales con habilidades en cada escal¨®n del proceso, agr¨ªcola, industrial y comercial. Las proyecciones de beneficio asimilan los ingresos del negocio de la marihuana cuando alcance su madurez al de la industria cervecera. Los financieros dicen que es la mayor disrupci¨®n en el mercado desde el nacimiento de Amazon.

En el redescubrimiento cient¨ªfico de esta planta, el cambio de percepci¨®n de la sociedad hacia su uso y su boom econ¨®mico, ha sido clave la autorizaci¨®n hace tan solo cinco meses de su consumo en Canad¨¢. Es el primer Estado en regularlo en su conjunto (medicinal y recreacionalmente) tras Uruguay (que lo hizo en 2013). Con una diferencia: Canad¨¢, icono de progresismo y modernidad, tiene uno de los mayores PIB del mundo, forma parte del G?8, cuenta con una poblaci¨®n de 37 millones de habitantes (de los que 5 millones consumen cannabis) y una cifra de negocio en torno a la marihuana que ya supera los 6.000 millones de euros. Su modelo de regulaci¨®n es m¨¢s liberal, m¨¢s enfocado al negocio y la captaci¨®n de impuestos (que representan la mitad de la facturaci¨®n) que el estatista uruguayo. El modelo capitalista tambi¨¦n domina en EE UU, donde en 33 Estados ya es legal su uso medicinal, y en 10, adem¨¢s de en Washington DC, el l¨²dico (tambi¨¦n denominado adulto). Hoy, el cannabis emplea a 160.000 personas en EE UU.

Canad¨¢ no ha perdido el tiempo. Siguiendo el modelo de Noruega en el sector del petr¨®leo. Ya no se trata de bombear crudo o cultivar millones de plantas, sino de crear una industria. ¡°Tener el conocimiento y las patentes (ya hay m¨¢s de 600 en este negocio)¡±, como afirma Eduardo Mu?oz, catedr¨¢tico de Inmunolog¨ªa y fundador de VivaCell, una peque?a empresa cordobesa de biotecnolog¨ªa que investiga las capacidades farmacol¨®gicas del cannabis en dolencias neurodegenerativas. Esta compa?¨ªa ha sido adquirida por Emerald, una multinacional canadiense de la marihuana.

Canad¨¢ se ha hecho con el control del negocio. Ha alumbrado en un lustro una veintena de corporaciones con una estructura vertical que cubre todo el proceso del negocio del cannabis, desde el cient¨ªfico hasta el agr¨ªcola, industrial y log¨ªstico: desde el cultivo hasta la recogida, extracci¨®n, purificaci¨®n, manufactura en las distintas presentaciones (flores secas, aceites y c¨¢psulas de gel) y su distribuci¨®n a trav¨¦s de los dispensarios, farmacias, clubes o p¨¢ginas web (tambi¨¦n de su propiedad).

Todo en manos de un pu?ado de multinacionales. Nuevos oligopolios. Que crean nuevas variedades bot¨¢nicas rigurosamente registradas (y que son v¨ªctimas incluso del espionaje industrial), adquieren y promueven cultivos desde Colombia hasta Malta y Grecia, y desde Siria hasta Portugal, Andaluc¨ªa o Murcia (sin olvidar China, con plantaciones del tama?o de 10.000 campos de f¨²tbol), y engrasan su maquinaria para el d¨ªa en que se legalice el consumo recreacional en todo el mundo y no solo el medicinal (que ¨²nicamente representa un tercio de los ingresos).

Ser¨¢ el gran pelotazo. En simbiosis con la industria del tabaco y el alcohol, que cuenta con los canales de distribuci¨®n; las herramientas de marketing, publicidad y dise?o, y los lobbies para cabildear entre los pol¨ªticos. Y sobrevivir. Como han hecho hasta ahora. Juntos pueden convertir el cannabis en el negocio de la historia.

Espa?a se est¨¢ quedando fuera de juego. ¡°Podr¨ªamos ser la gran plantaci¨®n de Europa, la California del sur¡±, sentencia Pedro P¨¦rez, presidente de la asociaci¨®n cann¨¢bica La Santa, en Madrid, fundada en 2011, una de las m¨¢s veteranas y m¨¢s machacadas por la polic¨ªa. Especialmente a partir de las sentencias del Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional entre 2015 y 2018 contra este tipo de clubes de consumidores de cannabis, que han provocado el cierre de centenares de ellos. ¡°Sabemos c¨®mo hacerlo; tenemos el sol y la tradici¨®n y los mejores bancos de semillas, y dimos una lecci¨®n con nuestras asociaciones, que supon¨ªan una apuesta por la regulaci¨®n responsable, pero seguimos estancados en la prohibici¨®n. Puede ser una ocasi¨®n perdida¡±.

La empresa m¨¢s poderosa del cannabis mundial es Canopy, creada en Canad¨¢ en 2014 y con una capitalizaci¨®n burs¨¢til superior a los 15.000 millones de euros. Tiene como principal accionista a la estadounidense Constellation, una de las mayores compa?¨ªas de bebidas del mundo. Canopy tiene una presencia monopol¨ªstica en la UE a trav¨¦s de un abanico de pactos y adquisiciones en Espa?a, Alemania, Dinamarca y Rep¨²blica Checa. A continuaci¨®n, por valor en Bolsa, Tilray, con relaciones con la farmac¨¦utica Novartis y participada por la primera cervecera mundial, Anheuser-Busch InBev. Y detr¨¢s, Aurora (la primera productora de marihuana, con 500 toneladas al a?o), Cronos (en cuyo accionariado est¨¢ Altria, la propietaria de la tabaquera Marlboro) y otra docena de firmas cuyo valor no baja de la cota de los 1.000 millones.

Los productos que ofrecen tienen poco que ver con aquel vetusto hach¨ªs de Ketama que los legionarios tra¨ªan de rond¨®n a Espa?a en los setenta. Ha llegado una nueva generaci¨®n de productos. Variedades de laboratorio. Obra de los virtuosos de la gen¨¦tica que cruzan las mejores plantas de todos los continentes A partir de ah¨ª crean h¨ªbridos m¨¢s resistentes, productivos, potentes, y de mejor presencia, aroma y sabor. Y los patentan y bautizan. A la medida de cada usuario. A la carta. Con concentraciones estratosf¨¦ricas de THC (para el subid¨®n l¨²dico) o de CBD (para la eficacia farmacol¨®gica). Lo nunca visto.

Ha entrado en juego una nueva raza de profesionales, los breeders, los criadores, los magos de la alquimia cann¨¢bica. Son los m¨¢s anhelados por los oligarcas de la industria, que pagan por ellos fichajes millonarios. Los breeders responden a cada demanda del mercado. A la del gran p¨²blico, que busca un producto b¨¢sico, barato, de hipermercado, y a la de un consumidor selecto, los sibaritas de la marihuana, un nicho al que ya se compara con el exquisito sector de las cervezas artesanales.

¡°Yo pretendo hacer el Vega Sicilia de la marihuana¡±, explica Sergio Gonz¨¢lez, breeder y responsable de la asociaci¨®n cann¨¢bica Nuestra Se?ora del Agua, de Zaragoza, y presidente de la plataforma Regulaci¨®n Responsable, el lobby por la legalizaci¨®n del cannabis, cuyo inspirador es el abogado madrile?o Bernardo Soriano.

Sergio Gonz¨¢lez tiene 35 a?os y una barba de Rasput¨ªn; estudi¨® teleco, trabaj¨® en Google y cultiva desde los 17. Mientras hablamos, rodeados de macetas con esquejes de nuevas variedades, fuma rosin, uno de los extractos m¨¢s puros del cannabis, con una concentraci¨®n de THC del 80%. Capaz de tumbar a un elefante. Lo produce ¨¦l mismo. ¡°Yo tengo un perfil comercial. Y trabajo para que esto sea profesional. De cara a la regulaci¨®n, tenemos en Espa?a los conocimientos que nadie posee. Procedemos de la ilegalidad, pero somos necesarios¡±.

¡ª?Por qu¨¦?

¡ªPorque las corporaciones del cannabis necesitan cubrir una demanda que se les est¨¢ yendo de las manos. Y no saben c¨®mo hacerlo. Aqu¨ª va a pasar como con las tecnol¨®gicas y los hackers, que no contaban con formaci¨®n acad¨¦mica, pero ten¨ªan inter¨¦s, pasi¨®n, conocimientos pr¨¢cticos y se sab¨ªan todos los trucos. Y al final Telef¨®nica y las otras multinacionales han tenido que contratar a sus viejos enemigos por una pasta. Eso est¨¢ ocurriendo con nuestros bancos de semillas de Barcelona o M¨¢laga, una veintena de firmas (como Positronics Seeds o CBD Crew) que han pasado de la alegalidad a facturar entre 10 y 20 millones y representar un tercio del negocio mundial de semillas. Espa?a se puede convertir en el vivero del mundo.

¡ª?Tanto?

¡ªEl 90% de lo que se vende en los coffee shop de Holanda ya llega de Granada, Almer¨ªa, Murcia o Catalu?a. Y lo de Uruguay se ha desarrollado aqu¨ª. Y en Alemania, que no tiene capacidad de producci¨®n, est¨¢n esperando nuestra marihuana. Hay inmensos cultivos ilegales en Espa?a. De una docena de hect¨¢reas en Teruel. Y de 25.000 o 30.000 plantas en laderas de montes y naves abandonadas. Y parejas a las que les pagan el alquiler y la luz para que cultiven. El negocio est¨¢ ah¨ª. Hay que darse prisa. El problema es que se lo queden las farmac¨¦uticas. Tenemos que crear en Espa?a un modelo de econom¨ªa social que beneficie a todos y no solo a Wall Street.

?C¨®mo debe ser el modelo de regulaci¨®n del cannabis en Espa?a? ?Debe basarse en los derechos civiles, o en el negocio puro y duro? Con el foco puesto en los ingresos fiscales de la industria, un informe de David Pere Mart¨ªnez Or¨®, coordinador de la Unidad de Pol¨ªticas de Drogas de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, concluye que el Estado espa?ol ingresar¨ªa hoy m¨¢s de 3.300 millones de euros anuales en concepto de impuestos y cotizaciones a la Seguridad Social. Esa cifra supera el presupuesto en sanidad de Castilla-La Mancha.

Pablo Iglesias, l¨ªder de Podemos, la ¨²nica formaci¨®n pol¨ªtica que apuesta por la regulaci¨®n integral, no accede a retratarse con un porro en los labios, pero reconoce que se los fum¨® en sus a?os universitarios: ¡°Pero no me sentaba bien. Prefiero unas cervezas. Y no me siento orgulloso. Los del alcohol no les podemos dar lecciones a los de la marihuana. Fumarse un canuto es como entrar en un bar y tomarse una copa. Ni m¨¢s, ni menos¡±.

Curiosamente, en los razonamientos de Iglesias para apoyar la legalizaci¨®n en Espa?a prevalecen los motivos econ¨®micos a los derechos fundamentales. ¡°Tengo claro que va a haber regulaci¨®n, especialmente si logramos un cogobierno con Pedro S¨¢nchez tras las elecciones. Es un tema trasversal en el que tambi¨¦n podr¨ªa estar Ciudadanos. La legalizaci¨®n m¨¦dica es de justicia. El problema ya no es ese, sino que tenemos que hacerlo antes que otros pa¨ªses. ?Hacerlo ya! Si somos listos, Espa?a podr¨ªa tener unos grandes ingresos de explotaci¨®n y fiscales. Se lo arrebatar¨ªa a los narcos. Y permitir¨ªa a la polic¨ªa dedicarse a otra cosa. Espa?a podr¨ªa ser como Canad¨¢ pero en Europa: una referencia. Y lograr que eso favorezca a todos y no a cuatro millonarios farmac¨¦uticos¡±.

El Gobierno saliente, presidido por Pedro S¨¢nchez, al parecer no ha tenido tan clara la certeza de Iglesias. La legalizaci¨®n no ha estado en su hoja de ruta. Ni de lejos. Ante una reciente pregunta parlamentaria de Ciudadanos al Gobierno a prop¨®sito de la posible regulaci¨®n del uso medicinal del cannabis, el Ejecutivo contestaba que la evidencia cient¨ªfica para la legalizaci¨®n medicinal ¡°es insuficiente y se est¨¢ esperando a que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) se pronuncie sobre la cuesti¨®n¡±.

De regulaci¨®n l¨²dica, ni una palabra. Y en cuanto a la medicinal, se limitaba a ce?irse a los dict¨¢menes negativos de la Agencia Espa?ola de Medicamentos, uno de los organismos m¨¢s opacos de la Administraci¨®n, refractario al uso medicinal del cannabis; es decir, a la utilizaci¨®n terap¨¦utica de la planta, en forma de flores o extractos, con receta m¨¦dica. Que no es lo mismo que los medicamentos a base de cannabis, apenas media docena en todo el mundo, de los que solo uno est¨¢ aprobado en Espa?a, el Sativex (para personas con esclerosis m¨²ltiple, de la multinacional brit¨¢nica GW Pharma, cuyo tratamiento puede alcanzar los 30.000 euros al a?o y solo se suministra con receta de estupefacientes).

Situada en un edificio an¨®nimo a las afueras de Madrid y con una plantilla de 600 personas, la Agencia de Medicamentos, que dirige la doctora en Farmacia Mar¨ªa Jes¨²s Lamas, est¨¢ encargada de autorizar todos los medicamentos y vigilar el sector en Espa?a. Incluidos los estupefacientes. ¡°Nuestro trabajo consiste en determinar la ratio beneficio/riesgo de cada nuevo medicamento que se nos presenta a examen, es decir, que sus beneficios superen a sus efectos secundarios. Y ninguno de los principios activos del cannabis ha demostrado en un ensayo cl¨ªnico (que puede durar 10 a?os y costar 1.000 millones) ser superior que su alternativa farmacol¨®gica. Hacen falta ensayos. El cannabis carece de evidencia cient¨ªfica. Y no tiene la necesaria calidad, seguridad y eficacia¡±.

¡ªPero otros pa¨ªses de nuestro entorno han legalizado su uso, como en Alemania hace un a?o¡­

¡ªQue otros hagan lo que quieran. Pero su eficacia no se ha valorado de forma objetivable, medible, reproducible y cuantificable. Algo que sienta bien no tiene que ser necesariamente un medicamento.

¡ªLuego no van a legalizar su uso medicinal¡­

¡ªNo hay evidencia cient¨ªfica que justifique que el cannabis sea un medicamento. Somos un organismo t¨¦cnico. Y que el Gobierno de turno decida.

Cerrojazo. Se acab¨® el encuentro. Lo parad¨®jico es que, al tiempo que la Agencia rechazaba de plano el uso medicinal del cannabis, autoriz¨® en octubre de 2016 la plantaci¨®n de cannabis para su uso terap¨¦utico destinado a la exportaci¨®n a una compa?¨ªa espa?ola con una larga tradici¨®n en la producci¨®n de opioides de uso farmac¨¦utico. Es la empresa m¨¢s importante del mundo en cultivo de adormidera y su transformaci¨®n en derivados del opio. Y su entrada en el sector del cannabis es, de lejos, la operaci¨®n m¨¢s importante realizada en Espa?a en el negocio de la marihuana. Naci¨® en 1934 importando y transformando opio y en 1973 se convirti¨® en una industria integral: desde el campo hasta las farmac¨¦uticas. Hoy produce un tercio de la morfina que se consume en todo el planeta. Se llama Alcaliber. Detr¨¢s est¨¢ el millonario Juan Abell¨®.

Abell¨®, de 78 a?os, no concede entrevistas. Pero el ceo de Alcaliber, Jos¨¦ Antonio de la Puente, accede. Es la mejor muestra de los nuevos tiempos del negocio del cannabis. No va en camiseta. Se trata de un abogado especializado en finanzas, impecable en su traje gris a medida y con un discurso profesional. Desde el verano de 2018 Alcaliber ya no es propiedad de Abell¨®, sino del fondo brit¨¢nico GHO Capital, domiciliado en las islas Caim¨¢n y especializado en las inversiones en el sector sanitario. Sin embargo, en una fulgurante operaci¨®n paralela, el mismo d¨ªa que vendi¨® Alcaliber, Abell¨® fund¨® Linneo Health, que atesora esa ¨²nica y preciada licencia otorgada por la Agencia de los Medicamentos para cultivar y producir cannabis en Espa?a. Una mina de oro.

En septiembre de 2017 ya hab¨ªa cerrado un acuerdo con la canadiense Canopy, la primera multinacional de la marihuana, para suministrarle durante tres a?os materia prima y el principio activo purificado del cannabis para usos farmac¨¦uticos. ¡°Es la evoluci¨®n natural de nuestra empresa; otra l¨ªnea de negocio¡±, explica De la Puente. ¡°Siempre hemos suministrado a grandes laboratorios. Export¨¢bamos m¨¢s de un 90%. Somos los m¨¢s importantes del mundo en opi¨¢ceos y ahora queremos serlo del cannabis. Nuestro reto es convertir esa planta con propiedades farmac¨¦uticas en algo est¨¢ndar para la industria, con destino a Alemania, Canad¨¢ y EE UU. Y en el futuro, poner nosotros mismos esos extractos en un espray o una c¨¢psula de gelatina, desarrollar nuestras variedades y hacer el proceso completo¡±.

¡ª?C¨®mo han conseguido el permiso para cultivar cannabis en Espa?a por parte de la Agencia, cuando ha denegado m¨¢s de un centenar de licencias desde 2016 y algunas, como Phytoplant, se encuentra a la espera?

¡ªSomos una compa?¨ªa industrial farmac¨¦utica, no agr¨ªcola, que es lo que abunda en este sector que est¨¢ naciendo. Somos industria y tenemos plantaciones. Ya contamos con un invernadero del tama?o de ocho campos de f¨²tbol. Pero jugar en este negocio exige una calidad muy grande. Nosotros la tenemos. Es un negocio muy regulado, muy discreto, porque trabajas con un producto at¨ªpico. Nosotros tenemos experiencia y equipos. Y sabemos hacerlo bajo criterios farmac¨¦uticos de m¨¢xima calidad, bajo la certificaci¨®n GMP (Good Manufacturing Practices). Vamos cinco a?os por delante de nuestra competencia del cannabis. Jugamos en otra liga.

En marzo de 2018, Linneo Health recibi¨® 1.500 clones cedidos por la canadiense Canopy. Llegaban en unos discretos contenedores con luz y temperatura regulada. La compa?¨ªa ya ha realizado su primera cosecha, que se encuentra en proceso de extracci¨®n y purificaci¨®n en su planta de Toledo. ¡°A finales de este a?o nos encontraremos en disposici¨®n de entregar a nuestro cliente un producto v¨¢lido y homologado. El mejor cannabis¡±.

Su cliente no es exactamente Canopy, sino la filial alemana de esta, la distribuidora de cannabis medicinal Spektrum. En estos tres a?os de acuerdo con Canopy, Linneo Health aprender¨¢ el negocio y Alemania, que en 2017 legaliz¨® el uso medicinal del cannabis, lograr¨¢ cubrir una gran demanda, financiada por su seguridad social, que las proyecciones sit¨²an en un mill¨®n de consumidores al a?o. Alemania (con un modelo de regulaci¨®n medicinal en el que se podr¨ªa basar Espa?a) ha creado una Agencia del Cannabis que no cultiva, sino que selecciona empresas que lo hagan bajo estrictos est¨¢ndares ¡°y monitoriza el cultivo, producci¨®n, cosecha, procesamiento, calidad, empaquetado y distribuci¨®n del cannabis a los mayoristas, las farmacias y los fabricantes. Solo el cannabis de calidad farmac¨¦utica est¨¢ autorizado para suministrarse a las farmacias¡±, seg¨²n el director de la agencia alemana, Werner Kn?ss.

Carola P¨¦rez tiene 40 a?os y un enorme tri¨¢ngulo equil¨¢tero de cicatrices en su espalda. Es el resultado de 13 operaciones. Desde ni?a ha convivido con el dolor. Estuvo enganchada a la morfina. Hoy es presidenta del Observatorio Espa?ol de Cannabis Medicinal y dirige la Asociaci¨®n Dosemociones, de usuarios terap¨¦uticos de la marihuana. Cultiva sus plantas y duerme gracias al THC. Es el icono de la regulaci¨®n medicinal en Espa?a y la comparan con el papel que tuvo Pedro Zerolo en la legalizaci¨®n de los matrimonios entre personas del mismo sexo. A su lado en la lucha, otra mujer, Araceli Manj¨®n-Cabeza, profesora de Derecho Penal y directora de la c¨¢tedra Drogas Siglo XXI de la Universidad Complutense de Madrid. Carola P¨¦rez concluye: ¡°El pastel se lo van a repartir las grandes corporaciones. Y los que lo han cultivado en la ilegalidad y creado nuevas variedades, y han estado en la c¨¢rcel, se pueden quedar fuera en la hora del ¨¦xito. El lobby farmac¨¦utico tiene mucho poder. Y la lucha del cannabis no ha sido profesional ni pol¨ªtica. Ahora estamos organizados en torno a Regulaci¨®n Responsable. Y la pr¨®xima legislatura se nos tiene que escuchar. No es un capricho. No es cuesti¨®n de colocarme. Es mera cuesti¨®n de supervivencia¡±.