Jonathan Swift y la inteligencia artificial
En 'Los Viajes de Gulliver' no s¨®lo encontramos las peripecias y correr¨ªas de su protagonista, sino tambi¨¦n insinuaciones cr¨ªticas hacia la ciencia
No hay una sola materia cient¨ªfica que no haya sido tratada por la literatura universal. Algo parecido afirmaba el semi¨®logo franc¨¦s Roland Barthes en uno de sus art¨ªculos, dejando claro que cualquier materia que la sociedad considere digna de transmisi¨®n, ser¨¢ objeto de una ciencia. Por decirlo con las mismas palabras de Barthes: la ciencia es lo que se ense?a.
Con tales pautas nos vamos a adentrar en una de las obras m¨¢s imaginativas de la literatura occidental. Se trata de la s¨¢tira escrita en 1726 por el irland¨¦s Jonathan Swift y titulada Los viajes de Gulliver donde no s¨®lo hay gui?os, sino tambi¨¦n insinuaciones cr¨ªticas hacia la ciencia. Los viajes de Gulliver es una obra cl¨¢sica dividida en cuatro partes que se corresponden con cuatro viajes y cuyo protagonista, en todos ellos, es el cirujano Lemuel Gulliver, un aventurero que se enrola en un nav¨ªo y que ser¨¢ arrastrado hasta un sinf¨ªn de peripecias.
En uno de sus viajes, Gulliver conoce la academia de Lagado, una instituci¨®n muy especial, formada por varias casas que, entre todas ellas, suman algo as¨ª como quinientas habitaciones. Gulliver las va visitando, encontr¨¢ndose con el esnobismo intelectualoide de unos cient¨ªficos que viven m¨¢s preocupados en descubrir tontunas, que en hacer de la ciencia materia digna de transmisi¨®n para que sirva al beneficio humano. Las excentricidades de los cient¨ªficos de Lagado van, desde extraer rayos de sol de los pepinos, hasta intentar convertir el excremento humano en la comida original, pasando por construir casas empezando desde el tejado.
Pero lo m¨¢s interesante es el sentido anticipatorio de Jonathan Swift en lo que se refiere a la llamada ¡°inteligencia artificial¡±, cuando Gulliver se encuentra con un tablero ¡°que ocupaba la mayor parte del largo y del ancho de la habitaci¨®n¡±. El invento que describe Gulliver estaba a su vez construido por varios trozos de madera ensartados por un fino alambre y luego, a su vez, cubiertos de papel escrito con todas las palabras existentes, sin orden alfab¨¦tico.
Unas palancas de hierro ponen en marcha el funcionamiento de la m¨¢quina. Es entonces, cuando empiezan a dar vueltas las palabras y a cambiar de posici¨®n, combin¨¢ndose unas con otras. De esta manera, tienen lugar algunas frases con sentido que, a su vez, son copiadas por escribientes, hasta dar forma a un libro. A Gulliver se le muestran ¡°varios vol¨²menes en gran folio¡± reunidos de este modo para ¡° ofrecer al mundo una obra completa de todas las ciencias y artes¡±. Se trata de ¡°un proyecto para hacer progresar el conocimiento especulativo por medio de operaciones pr¨¢cticas y mec¨¢nicas¡±.
Al imaginar el resultado de la citada m¨¢quina, Jonathan Swift se anticip¨® a la denominada crisis de la autor¨ªa, un concepto que, siglos m¨¢s tarde -a finales de los a?os sesenta del pasado siglo- proclamaron una serie de pensadores entre los que se encontraba el semi¨®logo franc¨¦s Roland Barthes. En su ensayo titulado La muerte del autor, Barthes nos propone que un escrito es una reconstrucci¨®n, es decir, un reescrito, ya que, las ideas escritas en un papel carecen de autor¨ªa y pertenecen a la cultura colectiva. El texto es una reconstrucci¨®n m¨²ltiple que emerge cuando el autor muere de forma simb¨®lica.
Pero tambi¨¦n podemos identificar la m¨¢quina ideada por Jonathan Swift con la idea central del teorema expuesto por el matem¨¢tico ?mile Borel en 1913 y que conocemos como el teorema del mono infinito. El citado teorema nos sugiere que un mono, d¨¢ndole a las teclas de una m¨¢quina de escribir durante un tiempo infinito, podr¨ªa llegar a escribir cualquier texto dado, ya fuera El Quijote o las obras de Shakespeare.
Se trata de una proeza extraordinariamente improbable, ya que, la presunta infinitud del tiempo es inabarcable por un ser vivo. La imagen del mono aporreando una m¨¢quina de escribir hasta conseguir un texto legible, no es m¨¢s que una representaci¨®n finita de una complejidad infinita.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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