Reducir el riesgo de padecer problemas card¨ªacos y otras ventajas de tener mascota

EL REINO ANIMAL ha sido, y es, un espejo en el que la humanidad se ha mirado para entender el mundo. Los animales est¨¢n presentes en mitos ancestrales que explican la creaci¨®n del universo, protagonizan nuestro pensamiento metaf¨®rico y se les ha hecho hablar en bestiarios, f¨¢bulas, refranes, cuentos de hadas o distop¨ªas orwellianas. Al observarlos, el ser humano ha encontrado una extensa enciclopedia del comportamiento: la fidelidad del perro, la nobleza del caballo, la previsi¨®n de la hormiga¡­ Todo cuanto hacen obedece a la certeza de que vivir fuera del presente es un lujo demasiado caro. Por ello, despliegan el ingenio para salvar obst¨¢culos, tienen la audacia de seguir su instinto y atienden a lo importante en cada momento.

La atribuci¨®n de cualidades y rasgos humanos a los animales es una reacci¨®n innata de la psicolog¨ªa, as¨ª como la tendencia a querer interpretar sus pensamientos. Estudios recientes demuestran que, desde la infancia, nuestro sistema nervioso responde de manera preferente a la cercan¨ªa de un animal, en especial la am¨ªgdala derecha, encargada de gestionar la respuesta emocional. Adem¨¢s de encomiables fil¨®sofos de la experiencia, los animales son un punto de acceso natural y genuino a la intimidad de nuestros juicios, sensaciones y h¨¢bitos, pues revolucionan nuestra qu¨ªmica interna con solo aproximarnos a ellos y tocarlos: contemplar el movimiento hipn¨®tico de los peces hace que disminuya nuestra presi¨®n sangu¨ªnea, convivir con un gato reduce el riesgo de problemas cardiacos ¡ªseg¨²n un estudio de la Universidad de Minnesota¡ª y acariciar un perro estimula el sistema inmunitario. Los animales, con sus movimientos, color, forma, textura, olor, sonido y calidez, activan, en suma, nuestros cinco sentidos. Nos provocan una reacci¨®n afectiva y cognitiva capaz de desbloquear la expresi¨®n de sentimientos de angustia. O, cuando menos, de apaciguarlos.

Esto no le ha pasado por alto a la psicolog¨ªa cl¨ªnica. Tanto la relaci¨®n afectiva especial que se crea con un animal como el bienestar directamente relacionado con ¨¦l son un campo de investigaci¨®n todav¨ªa joven. Aunque su compa?¨ªa se utiliz¨® intuitivamente en sanatorios y hospitales para reconfortar a los enfermos, el valor terap¨¦utico no se empez¨® a estudiar de forma sistem¨¢tica hasta principios de la d¨¦cada de 1950, cuando el psiquiatra Boris Levinson se percat¨® de la reacci¨®n espont¨¢nea que le provoc¨® su mascota a un ni?o autista en la primera visita a su consulta. ¡°Para mi sorpresa, no se asust¨®, sino que abraz¨® al perro y comenz¨® a acariciarlo¡±, escribi¨® en su c¨¦lebre art¨ªculo El perro como coterapeuta. Levinson se integr¨® en el juego y, gracias a su mascota, logr¨® establecer un v¨ªnculo con su paciente. ¡°El animal de compa?¨ªa es una isla de cordura en lo que parece un mundo de locos¡±, afirm¨®. Las relaciones interpersonales se caracterizan por las expectativas que depositamos en ellas, no exentas de decepciones y de otros sentimientos negativos complejos como la envidia o el rencor. Con los animales, por el contrario, todo parece m¨¢s sencillo, predecible y consistente, a la vez que gratificante.

¡°Hay personas que admiten que, al no sentirse juzgadas por sus mascotas, les han contado cosas que nunca hab¨ªan compartido con otras personas¡±

¡°Las personas que conviven con mascotas a las que hemos entrevistado afirman en su gran mayor¨ªa que estas han supuesto un efecto positivo en sus vidas¡±, comenta Jaume Fatj¨®, director de la C¨¢tedra Fundaci¨®n Affinity Animales y Salud de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, una de las pioneras en Espa?a en el estudio de la terapia asistida con animales. ¡°Es m¨¢s: hay quien admite que, al no sentirse juzgado, le ha contado cosas que nunca ha compartido con otras personas¡±. Debido a nuestra atracci¨®n y curiosidad innatas hacia los animales, ¡°su mera presencia genera un ambiente de mayor confianza y seguridad, capaz de derribar barreras comunicativas entre el terapeuta y el paciente¡±, apunta Fatj¨®. Una mascota desempe?a, as¨ª, el papel de puente entre uno y otro en el tratamiento de situaciones personales traum¨¢ticas o en contextos sociales sensibles, como prisiones, geri¨¢tricos y hogares desestructurados. ¡°En los casos de demencia¡±, a?ade el et¨®logo, ¡°constituyen una ayuda para la estimulaci¨®n sensorial, y en ni?os con trastornos de desarrollo, al control de los impulsos¡±. En cualquier caso, este no es un m¨¦todo que pueda utilizarse indiscriminadamente, sino que requiere una aproximaci¨®n caso por caso.

Contemplarlos nos devuelve el valor de la paciencia, la importancia del instante presente y la estupidez que supone tomarnos demasiado en serio. Acariciar el pelaje de un gato, el caparaz¨®n de una tortuga o las crines de un caballo relaja y estimula la segregaci¨®n de endorfinas. Y, por si fuera poco, el v¨ªnculo con los animales es un potente medidor de nuestro respeto hacia los dem¨¢s. Ya dec¨ªa Kant que quien se muestra cruel con los animales hace lo propio con sus iguales.