Perros, los mejores amigos del hombre
CAMINO POR CALI, la ciudad m¨¢s bonita de Colombia, la m¨¢s violenta; hay sol y ¨¢rboles como sue?os y tr¨®pico en el aire y un gran cartel municipal que dice que somos solidarios y muestra, para demostrarlo, a un chico alimentando a un perro. Unos metros m¨¢s all¨¢ dos negros descalzos revuelven la basura; nadie los mira. El chico, el perro: somos solidarios.
En unos siglos los ?libros? dir¨¢n que esa gente de principios del milenio era muy rara: miraba tanto unas pantallas planas, se envenenaba con hierbas encendidas y conviv¨ªa con perros. Y se preguntar¨¢n, supongo, sorprendidos, c¨®mo era eso de vivir con animales.
En un mundo asustado ante la amenaza ecol¨®gica, los perros producen unas 300. 000 toneladas de mierda cada d¨ªa. Y comen, comen, gastan, comen.
Alguien, quiz¨¢, todav¨ªa pueda explicarles. Durante toda su historia los hombres cohabitaron con bestias ¡ªotras que ellos mismos. Las vacas y cerdos y gallinas que los nutr¨ªan, los caballos y burros y camellos que los cargaban, las ovejas y cabras y zorros que los vest¨ªan, los perros y gansos que los custodiaban y vigilaban sus otros animales, tantos m¨¢s. Hasta que, d¨¦cadas atr¨¢s, se acab¨®: la mayor¨ªa de la humanidad, urbana, mecanizada, se separ¨® de ellos. Fue entonces cuando se dispar¨® la tendencia a la mascota: ya no eran una necesidad, se volvieron un capricho ¡ªpero seguimos viviendo entre animales. S¨®lo que ahora no hay trabajo o producci¨®n que los justifique: son puro despilfarro, puro lujo. O, quiz¨¢s, una medida de muchas soledades: los perros sirven, sobre todo, como receptores de ese amor que tantos no saben a qui¨¦n dar.
Trat¨¢ndose de amor, el negocio es seguro. Stanley Coren, afamado perrista americano, calcula que nos acompa?an unos 600 millones de perros. S¨®lo en Estados Unidos hay uno cada cuatro habitantes; en Europa hay uno cada diez, igual que en China. Cada a?o los ingleses, por ejemplo, compran un mill¨®n de perros nuevos ¡ªy se indignan porque muchos son contrabandeados desde criaderos en Europa Oriental que, dicen, no cumplen con las reglas m¨ªnimas de sanidad y humanidad. En un mundo asustado ante la amenaza ecol¨®gica, los perros producen unas 300.000 toneladas de mierda cada d¨ªa. Y comen, comen, gastan, comen.
Los Mejores Amigos del Hombre son un grupo an¨®nimo e hispanohablante que, desde rincones confusos de la Red, lanza arengas, invectivas y planes contra perros. Proclaman que los mejores amigos del hombre son los hombres, pero que tantos hombres no lo saben o no quieren saberlo, y que deben entenderlo de una vez por todas.
Que no podemos seguir con esta bacanal canina, dicen, tajantes: que no podemos seguir gastando s¨®lo en comida de perros el dinero ¡ª50.000 millones de euros al a?o¡ª que alcanzar¨ªa para acabar con el hambre en el mundo; que no puede ser, gritan, bruscos, que haya casi tantos perros satisfechos como humanos fam¨¦licos y que esos animales se coman la comida que les falta a esas mujeres y ni?os y hombres. ¡°La ¨²nica acci¨®n coherente¡±, dice uno de sus manifiestos, ¡°ser¨ªa prohibir la manutenci¨®n canina mientras quede un solo ser humano hambriento en el planeta¡±. Prefieren no decir, en cambio, c¨®mo se llevar¨ªa adelante esa pol¨ªtica.
Que tiene pocas chances. Los perros ganan cada vez m¨¢s espacio. Orgullosos, inseguros, parece como si no supi¨¦ramos vivir sin esos testimonios de nuestra superioridad: animales que dependen de nosotros, nos obedecen, nos quieren: esclavos cari?osos. Ayer unos amigos me contaron que acababan de gastarse 2.500 euros para que un contrabandista llevara su perra salchicha desde Vietnam, donde viv¨ªan, hasta Indonesia, adonde se mudaron. El fulano no quiso detallar c¨®mo lo hac¨ªa; ellos no quisieron preguntarle. Pero ahora est¨¢n muertos de miedo: Windy todav¨ªa no lleg¨® ¡ªy ellos sin Windy, dicen, no son nada.
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