El ¡°fraude¡± que identifica a Jack el Destripador como un barbero polaco
Investigadores brit¨¢nicos aseguran que el asesino era Aaron Kosminski, de 23 a?os, en base a un controvertido an¨¢lisis de ADN
Catherine Eddowes apareci¨® muerta y mutilada en Londres la madrugada del domingo 30 de septiembre de 1888. Otra mujer, Elizabeth Stride, hab¨ªa sido asesinada de forma similar tan solo una hora antes. Junto a otras tres mujeres acuchilladas en las mismas fechas, estas son las cinco v¨ªctimas ¡°can¨®nicas¡± de Jack el Destripador, a quien nunca se pudo identificar.
Ahora, dos investigadores brit¨¢nicos dicen haber confirmado la identidad del asesino. El trabajo se basa en el an¨¢lisis de ADN encontrado en un chal que supuestamente fue hallado junto al cad¨¢ver de Eddowes. Los investigadores aseguran haber encontrado muestras de sangre de la v¨ªctima y semen del sospechoso, a quien identifican como el barbero de origen polaco Aaron Kosminski, de 23 a?os. Expertos ajenos al estudio, publicado esta semana en Journal of Forensic Sciences, creen que no tiene validez.
Los investigadores solo han podido analizar ADN mitocondrial ¡ªuna secuencia que heredan los hijos de sus madres¡ª de los supuestos espermatozoides pegados al chal. Sus an¨¢lisis indican que viene de una ¨²nica persona a la que identifican con el sospechoso. Ese ADN es del mismo grupo (haplotipo) que el de un pariente vivo de Kosminski, cuyo ADN tambi¨¦n se ha analizado, aunque los investigadores no especifican cu¨¢l es, en teor¨ªa porque la ley de privacidad brit¨¢nica lo impide. Los resultados apuntan adem¨¢s a que el semen pertenec¨ªa a un var¨®n de ojos y pelo marr¨®n, lo que coincidir¨ªa con la descripci¨®n de Kosminski.
El trabajo se basa en el an¨¢lisis de ADN encontrado en un chal hallado junto a una de las v¨ªctimas
El primero en acusar a Kosminski fue Russell Edwards, que compr¨® el chal en 2007 y se lo cedi¨® a Jari Louhelainen, investigador de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) para que buscase ADN en la prenda. En 2014 Edwards escribi¨® el libro Naming Jack the Ripper (nombrar a Jack el destripador),? en el que aseguraba que Kosminski era el asesino de forma ¡°categ¨®rica, definitiva y absoluta¡±, seg¨²n The Independent.
Louhelainen hizo sus primeros an¨¢lisis en 2014 y ya entonces fueron muy discutidos por haber cometido errores de bulto a la hora de identificar los grupos gen¨¦ticos. Ahora, junto a su colega David Miller, especialista en reproducci¨®n y esperma de la Universidad de Leeds, el investigador asegura que este ¡°es el estudio m¨¢s sistem¨¢tico y avanzado de los asesinatos de Jack el Destripador hecho hasta la fecha¡±.
Los autores del trabajo proponen que el chal, una prenda cara, de seda y un estampado floral, no pertenec¨ªa a Catherine Eddowes, que ten¨ªa pocos recursos, sino a Jack el Destripador, que misteriosamente lo dej¨® junto a su v¨ªctima. El pa?o fue recogido por el sargento de la polic¨ªa Amos Simpson, quien se lo dio a su mujer. Esta le recort¨® una parte manchada de sangre y despu¨¦s la prenda fue pasando de generaci¨®n en generaci¨®n hasta que fue subastada y vendida a Edwards.
Antonio Alonso, genetista del Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa y Ciencias Forenses, opina que el trabajo ¡°es un fraude¡±
El genetista del CSIC Carles Lalueza-Fox resalta que el ADN mitocondrial ¡°nunca puede servir para identificar a un sospechoso, solo para descartarlo¡±. Los genetistas clasifican el ADN mitocondrial en grupos que permiten reconstruir a grandes rasgos su procedencia. El problema es que esta secuencia gen¨¦tica no tiene marcadores espec¨ªficos que distingan a unas pocas personas emparentadas. Estos haplogrupos pueden englobar a decenas o incluso cientos de millones de personas. En el mejor de los casos, el hecho de que los parientes de Kosminski y el due?o del semen del chal tengan el mismo haplogrupo solo podr¨ªa servir para exonerarle.
El gran problema del estudio es que no identifica el haplogrupo del sospechoso ni de su supuesto pariente, algo totalmente at¨ªpico en publicaciones cient¨ªficas de prestigio. ¡°Es una carencia metodol¨®gica tan b¨¢sica que hace imposible valorar el trabajo ni replicarlo, con lo que su validez es casi nula en t¨¦rminos cient¨ªficos¡±, resalta Lalueza-Fox.
Los cient¨ªficos ingleses han usado un m¨¦todo de secuenciaci¨®n gen¨¦tica conocido como reacci¨®n en cadena de la polimerasa (PCR), un sistema algo obsoleto comparado con la tecnolog¨ªa de segunda generaci¨®n que permite secuenciar genomas enteros con mucha facilidad. Este segundo an¨¢lisis s¨ª podr¨ªa ser ¨²til para esclarecer a qui¨¦n pertenece el semen del chal, pues permite analizar gran parte del genoma, incluido el cromosoma Y, y fijar el grado de parentesco entre los parientes vivos y el sospechoso. Lalueza-Fox cree que este tipo de prueba ser¨ªa posible, tal vez tomando muestras directamente del cad¨¢ver de Kosminski, si es que est¨¢ enterrado, o de sus descendientes, si es que los tuvo.
Para Antonio Alonso, genetista del Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa y Ciencias Forenses, el trabajo ¡°es un fraude¡±. ¡°Es inconcebible que este trabajo se acepte en una revista como esta, revisada por pares [expertos]¡±, explica Alosno. El estudio no prueba la ¡°cadena de custodia¡± para demostrar que no hay posibilidad de contaminaci¨®n ni realiza las pruebas espec¨ªficas necesarias. ¡°Para demostrar que las c¨¦lulas obtenidas son espermatozoides han hecho solo un an¨¢lisis visual, cuando el protocolo requiere emplear anticuerpos o ver las cabezas de los espermatozoides al microscopio, algo que no han hecho¡±, resalta. Probablemente ni Jack hubiese podido destripar tanto un estudio.
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