Ciudades en movimiento hacia otras econom¨ªas y otros consumos
Reflexi¨®n a dos voces sobre los retos sociales y medioambientales del nuevo urbanismo municipal
Durante las ¨²ltimas d¨¦cadas las pol¨ªticas econ¨®micas urbanas han transitado de la ciudad del consumo al consumo de ciudad, que dir¨ªa Lefebvre. Un proceso que sintetizar¨ªa el paso de una gesti¨®n tradicional a formas de empresarialismo urbano, en las que las instituciones p¨²blicas para ser eficientes deb¨ªan parecerse al mercado y aliarse con las grandes corporaciones siguiendo f¨®rmulas de colaboraci¨®n p¨²blico-privadas, construirse una marca para competir por inversiones internacionales, atraer turismo y megaeventos o hiperespecializarse en el sector servicios. El resultado ha sido un aumento de la desigualdad social interna de las ciudades, donde la crisis ha ido literalmente por barrios, as¨ª como la concentraci¨®n del 70% de los impactos ambientales en una superficie que supone el 2% del territorio.
El modelo econ¨®mico condiciona el modelo de ciudad, por lo que imaginar una ciudad que transite hacia la sostenibilidad y la justicia social resulta indisociable de reformular las prioridades de la econom¨ªa convencional en el entorno urbano. Una compleja tarea que supone desfinanciarizar, democratizar y diversificar las econom¨ªas; priorizando la satisfacci¨®n de necesidades, generando empleo local, apoyando a los colectivos m¨¢s vulnerables, atendiendo a los cuidados y la reproducci¨®n social, as¨ª como manteniendo compromisos ecol¨®gicos fuertes, que permitan avanzar hacia un metabolismo social m¨¢s territorializado.
En nuestro contexto y al calor del 15M, el municipalismo emergi¨® como un actor privilegiado para la innovaci¨®n y la experimentaci¨®n; asumiendo que las pol¨ªticas p¨²blicas locales son determinantes a la hora de acelerar, acompa?ar, consolidar o bloquear las imprescindibles din¨¢micas de cambio. Fruto de este impulso se est¨¢ desarrollando una nueva generaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas municipales, que entre otras cuestiones han incorporado a la agenda temas como el consumo sostenible y el fomento de la econom¨ªa social y solidaria (ESS).
La ESS ser¨ªa un movimiento que aspira a democratizar la econom¨ªa mediante la construcci¨®n de alternativas concretas, que generalmente est¨¢n impulsadas por entidades y cooperativas que funcionan dentro de la econom¨ªa convencional, pero desconectadas de sus l¨®gicas, valores y pr¨¢cticas. De forma pionera, distintos gobiernos locales se han comprometido activamente en legitimar, dar visibilidad y dotar de un valor estrat¨¦gico a estas iniciativas.
Una nueva generaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas municipales incorporan a la agenda el consumo sostenible y el fomento de la econom¨ªa social y solidaria (ESS)
Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla o Zaragoza han desarrollado estrategias integrales de impulso de la ESS, que se traducen en la creaci¨®n de oficinas de asesoramiento y acompa?amiento; el fomento de ecosistemas a escala de barrio y de din¨¢micas de intercooperaci¨®n como ferias y mercados sociales; el impulso de iniciativas que puedan dar saltos de escala y convertirse en pr¨¢cticas inspiradoras (supermercados cooperativos, cooperativas energ¨¦ticas, cooperativismo de plataforma¡); el v¨ªnculo con la universidad y los circuitos de innovaci¨®n empresarial; el apoyo a proyectos experimentales como puedan ser las monedas sociales con respaldo municipal; o la definici¨®n de cl¨¢usulas sociales y ambientales para la compra p¨²blica, una cuesti¨®n importante dado que una quinta parte de la actividad econ¨®mica est¨¢ directamente relacionada con el papel que decidan tener las administraciones a trav¨¦s de los bienes y servicios que contratan o consumen.
Unas estrategias que en el caso de Madrid, Barcelona y Zaragoza se refuerzan con el desarrollo de planes de impulso del consumo sostenible, en los que destaca la sensibilizaci¨®n y visibilizaci¨®n de una nueva cultura del consumo, los cambios normativos y el papel ejemplarizante otorgado a los gobiernos locales en relaci¨®n a sus pr¨¢cticas econ¨®micas, el apoyo a las iniciativas ciudadanas y su vinculaci¨®n a los grupos vulnerables. Esto ha supuesto la aparici¨®n de espacios municipales ligados al consumo sostenible y el comercio justo, campa?as institucionales de sensibilizaci¨®n, el fomento de la cultura de la reparaci¨®n y el reciclaje, la promoci¨®n del software libre y el open data o las oficinas contra la pobreza energ¨¦tica...
Estrechamente ligadas a estas cuestiones emergen tambi¨¦n las pol¨ªticas urbanas alimentarias, orientadas a garantizar el derecho a la alimentaci¨®n e impulsar transiciones hacia sistemas alimentarios m¨¢s saludables, sostenibles y justos. Iniciativas orientadas a relocalizar y redise?ar desde perspectivas agroecol¨®gicas la forma en la que se alimentan las ciudades, generando alianzas con el medio rural. Madrid, Barcelona, Valencia, Vitoria, Zaragoza o Valladolid han impulsado estrategias alimentarias y han puesto en marcha espacios de coproducci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas en colaboraci¨®n con la sociedad civil. El resultado es el impulso a la protecci¨®n de suelos agrarios y su actividad, el apoyo a los circuitos cortos de comercializaci¨®n, la puesta en marcha de comedores escolares saludables y sostenibles, intervenciones en los mercados municipales de abastos y en los Mercados Centrales para apoyar las producciones locales y ecol¨®gicas o la creaci¨®n de la Red de Ciudades por la Agroecolog¨ªa.
Por ¨²ltimo, cabe destacar c¨®mo se han ido desplegando una serie de iniciativas ligadas a las econom¨ªas comunitarias, donde el ¨¦nfasis se pone en la respuesta pr¨¢ctica, colectiva y participativa ante distintos retos ambientales. Experiencias como los huertos urbanos, la gesti¨®n ciudadana de espacios p¨²blicos, el compostaje comunitario¡ se orientan a reducir los umbrales de vulnerabilidad de las ciudades; pero su principal valor tiene que ver con la reconstrucci¨®n de v¨ªnculos sociales, el fomento de habilidades y conocimientos que permiten la autoorganizaci¨®n, la socializaci¨®n en otras coordenadas culturales o la dimensi¨®n educativa de los procesos.
Desde el Foro de Transiciones, un espacio interdisciplinar donde confluyen personas de distintas sensibilidades del ecologismo, consideramos que los conocimientos y prototipos generados por las pol¨ªticas orientadas a sentar las bases para nuevas econom¨ªas urbanas y el consumo alternativo, por parciales, fragmentarias o inacabadas que puedan resultar, devienen imprescindibles. Y llegamos a esta conclusi¨®n tras analizar m¨¢s de doscientas pol¨ªticas p¨²blicas, con el prop¨®sito de sistematizar los avances y contradicciones que se han dado en las pol¨ªticas municipalistas desde la ¨®ptica de las transiciones ecosociales. Un trabajo que se puede encontrar en la publicaci¨®n de libre acceso Ciudades en movimiento.
Thoreau afirmaba que si has construido castillos en el aire, no has perdido el tiempo pues ah¨ª es donde deben estar; posteriormente lo que toca es construirles cimientos. Un sistema socioecon¨®mico alternativo no se improvisa, sino que exige que se implante a lo largo de un periodo prolongado de tiempo, de forma que se vaya ensayando su consistencia y su viabilidad. Y ese es el camino que han comenzado a explorar distintas ciudades. Un complejo itinerario que la econom¨ªa convencional ve como superfluos ejercicios plagados de insuficiencias, carencias y sesgos; mientras que desde la ESS se perciben como innovadores procesos de experimentaci¨®n local cargados de potencialidades.
Y es que las ciudades han dado pasos significativos en cuestiones sociales y de participaci¨®n ciudadana, incorporando innovadores procedimientos en la toma de decisiones y nuevas tem¨¢ticas a la agenda pol¨ªtica, como los presentados en este art¨ªculo; pero han mostrado enormes insuficiencias a la hora de abordar de forma consistente y coherente la situaci¨®n de excepcionalidad que plantea la crisis ecosocial. No hay un relato capaz de vertebrar un modelo de ciudad alternativo y de incidir sobre los imaginarios culturales, la sostenibilidad sigue constre?ida como pol¨ªtica sectorial y carecemos de una visi¨®n del municipalismo no localista, que conciba la biorregi¨®n como unidad de complejidad m¨ªnima para abordar las transiciones en materias energ¨¦ticas, alimentarias y de adaptaci¨®n ecol¨®gica de las actividades productivas.
Las ciudades se mueven pero ante los escenarios ecol¨®gicamente adversos conviene dedicar un tiempo a mirar la br¨²jula, orientarnos y acelerar el paso.
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