Cuestionando el dise?o de las agendas urbanas
Reflexiones sobre la relaci¨®n ciudad y estado en un contexto de globalizaci¨®n
Cuando la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y el Ayuntamiento de Barcelona se juntan para reflexionar en torno a un seminario sobre Ciudades, Estados y Globalizaci¨®n, uno espera que predomine cierto esp¨ªritu cr¨ªtico sobre la denominada Nueva Agenda Urbana. Sobre todo si es un seminario dirigido por Jordi Borja, urbanista y profesor em¨¦rito de la UOC, e invita a los fieles cr¨ªticos del proceso de implementaci¨®n Post-H¨¢bitat III, como Fernando Carri¨®n, de FLACSO-Ecuador, Michael Cohen, del Observatorio para Am¨¦rica Latina o Boaventura de Sousa Santos, director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Co¨ªmbra.
"La Nueva Agenda Urbana ha sido un enga?o", comenta Borja con su usual criticismo en la librer¨ªa de la CIDOB, donde se lleva a cabo el seminario. "No reconoce ejes fundamentales de la ciudad; descafeinaron objetivos imprescindibles como el derecho a la ciudad, y minimiza aspectos importantes, como es la desigualdad o los ¨ªndices de pobreza extrema".
Aunque las ideas que compartieron durante el seminario no parecen haber cambiado mucho de las que se propusieron en el Foro H¨¢bitat 3 Alternativo que se llev¨® a cabo en 2016 en Quito, parte de lo que plantean no deja de ser menos cierto, ni en todo caso menos necesario.
En grandes rasgos, acusan a la NAU de no representar debidamente a la sociedad civil ni reconocer su creciente papel en la expansi¨®n del contrato social con los objetivos internacionales de desarrollo o garantizando servicios b¨¢sicos a trav¨¦s de pol¨ªticas p¨²blicas. Asimismo, critican que no integra debidamente aspectos imprescindibles como la seguridad, la inequidad de g¨¦nero o la desigualdad, aspecto que a pesar de su relevancia, solamente se menciona 4 veces a lo largo de los 175 p¨¢rrafos y 54 p¨¢ginas que forman la NAU.
Otra de las cr¨ªticas favoritas sigue fundamentada en la incapacidad de tratar con la relevancia que se merece el concepto de derecho a la ciudad. Un concepto que seg¨²n Borja "implica que los ciudadanos se apropien de la ciudad dise?ando pol¨ªticas integrales, no sectoriales, con el protagonismo de sus colectivos ciudadanos, integrando todo un compendio de derechos urbanos, como el derecho a la vivienda, el espacio p¨²blico, los servicios b¨¢sicos o la movilidad".
La posici¨®n de las ciudades en la confecci¨®n de agendas internacionales marcadas por los estados es perif¨¦rica, hasta se considera un triunfo "aparecer". La pregunta es ?C¨®mo se avanza hacia agendas globales marcadas por las propias ciudades? ¨C @AgustiFdeLosada #ciudadesUOC
— UOC Ciudades (@UOCciudad) March 11, 2019
Tal y como fueron afirmando los ponentes, integrar dichos derechos ha de pasar necesariamente por dotar a las ciudades de herramientas para afrontar las causas de la especulaci¨®n urbana; pol¨ªticas p¨²blicas para facilitar el control del sistema financiero; o legislaci¨®n para recuperar la gesti¨®n de los servicios p¨²blicos.
Dicho criticismo revela una crisis de legitimidad en la propia constituci¨®n de la agenda urbana, que tal y como explic¨® Fernando Carri¨®n, ha sido dise?ada y promovida por organismos internacionales que no representan a las ciudades: "Los organizaciones internacionales no representan a los pueblos, sino a los Gobiernos; por ello no asumen el papel que se les atribuy¨® cuando se crearon".
Mireia Belil, otra de las directoras del seminario, tambi¨¦n incidi¨® en la falta de representatividad de las ciudades en la constituci¨®n de la NAU: "es un ejemplo m¨¢s del desajuste entre pol¨ªtica y realidad; es una agencia para las ciudades, pero sin las ciudades".
La NAU en Barcelona
Si alguien ha seguido de cerca la concepci¨®n de la NAU y lidiado con las implicaciones que se podr¨ªan derivar de implementarla en una ciudad es Janet Sanz, teniente alcalde de Ecolog¨ªa, Urbanismo y Movilidad por el Ayuntamiento de Barcelona.
"Es evidente que en la articulaci¨®n de la agenda urbana, los Estados no consideraban a las ciudades como actores imprescindibles", comenta tambi¨¦n desde el CIDOB participando en el seminario. "Pretend¨ªan decirnos qu¨¦ ten¨ªamos que hacer, aunque nunca dijeron como ni pusieron los recursos necesarios para hacerlo. Sin embargo, las ciudades tenemos muy claro cuales son nuestras agendas urbanas; y estas son marcadas a trav¨¦s de nuestra relaci¨®n con la ciudadan¨ªa".
Y es que muchas de las carencias de la NAU se ponen en evidencia a la hora de promover su implementaci¨®n en las ciudades. No solamente por esa falta de recursos tan acusada por representantes municipales, sino por la falta de estrategias que propongan resolver los complejos retos a los que se enfrentan.
Por ejemplo, Barcelona, ciudad tan admirada y deseada por urbanistas de todo el mundo, siempre en las c¨²spides de las clasificaciones de mejores ciudades para vivir, pero enfrentada a retos complicad¨ªsimos de gesti¨®n que amenazan seriamente su sostenibilidad y calidad de vida. Desde el turismo desorbitado, la saturaci¨®n en movilidad, los efectos del cambio clim¨¢tico, los problemas de la vivienda o la gentrificaci¨®n.
"A la hora de dise?ar las agendas urbanas, uno ha de entender que los representantes municipales somos los que estamos en la trinchera entre la ciudadan¨ªa y la ciudad", comenta Sanz. "Somos las entidades con menos competencias, con menos recursos, las m¨¢s fiscalizadas. Pero hemos de dar la cara por todos. El vecino no tiene porque conocer los diferentes niveles de representatividad pol¨ªtica. Acude a nosotros con preguntas y somos quienes tenemos que darle respuestas. A trav¨¦s de ese di¨¢logo, es c¨®mo siempre se han dise?ado las agendas urbanas".
Lo que nadie parece negar es que la relaci¨®n ciudad-ciudadan¨ªa ha cambiado. Si uno de los grandes logros de la NAU fue integrar el objetivo ODS 11 dentro del marco de la agenda 2030, uno de sus mayores fracasos es que sigue siendo considerada como una agenda de estados por parte del municipalismo. Mientras tanto, las agendas urbanas se dise?an cada vez m¨¢s desde la calle, donde la NAU, con todas sus sugerencias y carencias, sigue siendo una gran desconocida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.