¡®Caso Julen¡¯: la emoci¨®n al servicio del espect¨¢culo
La audiencia est¨¢ indefensa ante el exhibicionismo sentimental, sobre todo cuando se esconde detr¨¢s de conceptos como la solidaridad o la esperanza
La infantilizaci¨®n de los relatos noticiosos empieza a convertirse en la nueva cara del sensacionalismo televisivo. Los protagonistas de las tragedias dejan de ser personas y se convierten en personajes de cuentos ejemplarizantes, marcados por destinos fatales, pruebas, finales sorprendentes, persecuciones, malos y buenos. En el caso Gabriel ¡ªel ni?o desaparecido en febrero de 2018 en N¨ªjar (Almer¨ªa) cuyo asesinato confes¨® la que era entonces pareja de su padre¡ª se habl¨® de la madrastra de Blancanieves. En el de Laura Luelmo, la profesora de 26 a?os asesinada el pasado diciembre por un vecino de El Campillo (Huelva), se mencion¨® a Caperucita y el Lobo. El m¨¢s reciente caso Julen, en enero, del peque?o de dos a?os que cay¨® en un pozo en Total¨¢n (M¨¢laga), se ha convertido en un relato ¨¦pico sobre fatalidad y hero¨ªsmo, en el que se habl¨® de ¨¢ngeles y milagros, explotando el dolor de la familia ante una audiencia que contemplaba desde sus casas el rescate de 13 d¨ªas con el coraz¨®n encogido.
La manifestaci¨®n del sensacionalismo a trav¨¦s de la emotividad tiene m¨¢s garant¨ªas de lograr la complicidad del espectador que el camino de la truculencia. El endurecimiento de la legislaci¨®n audiovisual y el mayor desarrollo de c¨®digos deontol¨®gicos hace imposible que hoy se repitan los niveles de morbosidad que alcanzaron las televisiones al informar, por ejemplo, de los asesinatos de las ni?as de Alc¨¤sser, o que se vulnere la intimidad de menores como pas¨® con la ni?a de cinco a?os abusada sexualmente por Rafael Medina, duque de Feria. Son muchos los espectadores que rechazan la difusi¨®n de im¨¢genes escabrosas y duras ¡ªprohibidas adem¨¢s en horario de protecci¨®n infantil¡ª y piden respetar la privacidad de las v¨ªctimas. Sin embargo, la audiencia est¨¢ m¨¢s indefensa ante el exhibicionismo sentimental, en especial cuando se disfraza con conceptos como solidaridad, esperanza y positividad.
Como se recoge en un reciente informe del Consejo Audiovisual de Andaluc¨ªa, de Julen apenas se difundieron im¨¢genes ¡ªy cuando se hizo, fue con el rostro pixelado¡ª, pero bast¨® con explotar el s¨ªmbolo de su peque?o triciclo solitario para que todo el mundo entendiera la dimensi¨®n de la tragedia: eso y la imagen de la boca del pozo, acompa?ada de recursos sonoros que potenciaban la sensaci¨®n de angustia. ¡°Julen es el hijo de todos¡±, se repiti¨® en los magacines, y en el programa televisivo Espejo p¨²blico, de Antena 3, ante la inminencia del rescate, se afirmaba: ¡°En las cafeter¨ªas de toda Espa?a sobran las conversaciones si hay un televisor encendido porque todo el mundo se pone en la piel de esos padres¡±. Del mismo modo que se hizo con el ¡°pececito¡± en el caso Gabriel, tuits y dibujos infantiles de pozos y bomberos se convert¨ªan en hechos noticiables, por ejemplo, en El programa de Ana Rosa: ¡°La Red se ha inundado de mensajes, compartiendo con la familia la incertidumbre, el dolor, pero sobre todo la esperanza. An¨®nimos, pol¨ªticos, artistas. Antonio Banderas o Pablo Albor¨¢n tampoco se quitan de la cabeza a su paisano¡±.
?Y qu¨¦ hay de malo en apelar a la solidaridad, en las muestras de apoyo y optimismo? En principio nada, si no fuese porque estos contenidos aumentaron con el paso de los d¨ªas, cuando las esperanzas de un final feliz eran ya inexistentes. No hac¨ªa falta ser un experto para saber que, por desgracia, el ni?o no habr¨ªa sobrevivido al fatal accidente despu¨¦s de tanto tiempo; los psic¨®logos, de hecho, preparaban a los padres para este desenlace desde el principio; sin embargo, los medios repet¨ªan que ¡°la esperanza es lo ¨²ltimo que se pierde¡± y hablaban constantemente del ¡°milagro¡± porque, aunque la l¨®gica de los hechos apuntara a otra cosa, en t¨¦rminos de audiencia no es lo mismo rescatar a un superviviente que a un cad¨¢ver.
Entrevistas a las mujeres que cocinaban para el equipo de rescate, a comerciantes que aportaron provisiones o a empresarios que facilitaron maquinaria ocuparon buena parte de la programaci¨®n. Las im¨¢genes de una concentraci¨®n de ni?os de la zona y la entrega al padre de Julen de los dibujos que hicieron ¡ªmomento en que se derrumb¨® delante de las c¨¢maras¡ª fueron emitidas en bucle en Antena 3, Telecinco y La Sexta. El discurso de la esperanza, con matices ¨¦picos, aparec¨ªa en la descripci¨®n de los mineros en Telecinco: ¡°Discretos, callados y fuertes como toros¡ Con pico y pala, como siempre se ha hecho, y con el arma m¨¢s fuerte de todas, el compa?erismo. ¡®Lo vamos a sacar¡¯, dicen, ¡®claro que lo vamos a sacar¡±. Como no hicieron declaraciones p¨²blicas, los sometieron a un seguimiento minucioso, y se habl¨® de lo que compraban o desayunaban, de su comportamiento y hasta de sus gestos. Cuando al fin descendieron por el pozo paralelo cavado para rescatar al ni?o, las televisiones mantuvieron una ventana en pantalla con im¨¢genes en directo, aunque no se pudiese ver nada. Daba igual porque ya se hab¨ªa creado la expectaci¨®n del milagro. En muchas entrevistas ¡ªde vecinos de M¨¢laga, de la cuenca minera de Asturias, de cualquier lugar de Espa?a e incluso del extranjero¡ª las personas manifestaban su seguridad de que Julen saldr¨ªa vivo del pozo.
¡°Se va a conseguir porque cuando todo un pueblo, cuando toda la energ¨ªa de tanta gente se pone en algo, al final se consigue¡±, afirmaba Ana Rosa cuatro d¨ªas despu¨¦s de la ca¨ªda, y tambi¨¦n: ¡°Al final siempre est¨¢ el dedo de Dios¡±. El discurso religioso en el caso Julen se vio reforzado por dos hechos secundarios: la muerte anterior de un hermano del ni?o y la presencia de Juan Jos¨¦ Cort¨¦s, padre de Mari Luz (la ni?a asesinada por un pederasta en 2008 en Huelva) que organiz¨® una vigilia de oraci¨®n en un cerro cercano la noche del 24 de enero, con la que conectaron en directo muchos informativos para ofrecer im¨¢genes de los padres de Julen, aunque ellos hab¨ªan manifestado su deseo de permanecer fuera de los focos.
El 17 de enero, El programa de Ana Rosa (Telecinco) entrevist¨® en directo, durante m¨¢s de 13 minutos, a la t¨ªa abuela del ni?o, que se ech¨® a llorar delante de las c¨¢maras sin que se interrumpiera la grabaci¨®n. La mujer, aferrada a su fe, manifest¨® que el hermano de Julen era un ¡°¨¢ngel del cielo¡± que cuidar¨ªa de ¨¦l, idea que la presentadora aprovech¨® para consolarla desde el plat¨®: ¡°Su hermanito, desde el cielo, pues claro que lo est¨¢ cuidando, no tengas ninguna duda de que lo est¨¢ cuidando¡ El angelito de la guarda os est¨¢ cuidando a todos¡ Tu angelito est¨¢ haciendo todo el trabajo¡ Nosotros sabemos, gracias a Dios, que los angelitos existen y que lo va a conseguir¡±. La misma idea apareci¨® m¨¢s adelante al describir el estado an¨ªmico del padre (¡°Emocionado, se aferra a su ¨¢ngel, su otro hijo, que perdi¨® hace poco m¨¢s de un a?o¡±) o el avance del rescate (¡°Se est¨¢n acercando al peque?o Julen, que est¨¢ protegido por su otro hermano, por Oliver¡±). Una periodista del programa trat¨® incluso de hacer llegar a los mineros unos rosarios que le hab¨ªan dado para que los llevaran al bajar al pozo. Supuestamente, les ayudar¨ªan a sacar a Julen con vida.
Este discurso, basado en el sostenimiento de falsas esperanzas, iba en contra del tratamiento psicol¨®gico que los familiares recib¨ªan y acrecentaba su sufrimiento, pero se mantuvo durante los 13 d¨ªas del rescate. La solidaridad y el dolor compartido fueron indiscutibles, pero la explotaci¨®n de la emotividad no fue un rasgo de humanizaci¨®n de la informaci¨®n, sino justo al rev¨¦s, de la ficcionalizaci¨®n del espect¨¢culo. Cuando cae el tel¨®n y la obra acaba, ya no hay ¨¢ngel que valga.
Sara Mesa es periodista y escritora. Su ¨²ltima novela es ¡®Cara de pan¡¯ (Anagrama).
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