Testigos de la batalla contra una enfermedad milenaria
Quique Bassat, de ISGlobal, cuenta con una de las mayores colecciones de objetos y fotograf¨ªas relacionados con la lucha contra la malaria
Hay gente que colecciona sellos, chapas de cava o figuras de Star Wars. Hay coleccionistas de libros y discos, de monedas o de objetos relacionados con el cine. Y luego est¨¢ Quique Bassat. Este m¨¦dico atesora la que probablemente sea una de las mayores colecciones de objetos relacionados por la malaria, una enfermedad que mat¨® a 435.000 personas en 2017 y que padecen 219 millones de personas.
Este pediatra dedicado a la investigaci¨®n de enfermedades infecciosas en pa¨ªses con pocos recursos ejerce un cargo dif¨ªcil incluso de memorizar: profesor investigador? ICREA y coordinador del programa de Malaria del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por "la Caixa".
Un d¨ªa, sin que mediasen extorsi¨®n ni coacciones, el doctor Bassat confes¨® que cultivaba esta afici¨®n en consonancia con su cargo. El extenso viaje de esta dolencia que la humanidad aspira a erradicar comienza hace 1.500 a?os y conduce hasta la actualidad y hemos decidido resumirlo en esta web. A trav¨¦s de una selecci¨®n de fotograf¨ªas de la colecci¨®n de este malari¨®logo barcelon¨¦s conocemos, por ejemplo, que la medicina tradicional china ya hac¨ªa uso de la planta Artemisia annua y que los ind¨ªgenas andinos conoc¨ªan las propiedades de la corteza del ¨¢rbol de la quina contra las fiebres recurrentes. En estos dos remedios naturales est¨¢ la base de dos de los principales tratamientos farmacol¨®gicos contra la malaria: la quinina, que durante mucho tiempo fue el ¨²nico tratamiento existente, y la artemisinina, un poderoso antimal¨¢rico por el que Tu Youyou fue reconocida con el Nobel de Medicina en 2015.
El recorrido fotogr¨¢fico de la muestra est¨¢ salpicado de curiosidades: durante casi 400 a?os el remedio contra el paludismo se obtuvo machacando la corteza del ¨¢rbol de la quina hasta obtener un polvo con propiedades terap¨¦uticas. No fue hasta 1820 cuando los farmac¨¦uticos franceses Pierre Pelletier y Joseph Caventou consiguieron aislar en el laboratorio la quinina, el ingrediente activo de la corteza del quino. Posteriormente, a su haza?a cient¨ªfica a?adieron otra de car¨¢cter humanitario: ninguno de los dos opt¨® por patentar su descubrimiento, con lo que qued¨® libre para su uso. La malaria es hoy una enfermedad de pobres principalmente: el 70% de los casos en el mundo de esta afecci¨®n los albergan Burkina Faso, Camer¨²n, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Ghana, India, Mali, Mozambique, N¨ªger, Nigeria, Uganda y Tanzania.
Bien conocida es la historia de c¨®mo el sabor amargo de la quinina llev¨® a inventar diversos brebajes con los que hacer el trago m¨¢s placentero. Fue as¨ª como nacieron las aguas t¨®nicas y los gin-tonics (aunque quien pretenda prevenir o tratar la malaria con unas u otros lo tiene complicado y se arriesga a alg¨²n que otro efecto secundario previsible). Tambi¨¦n es ese el origen de t¨®nicos y vinos quinados que se ofrec¨ªan como una especie de panacea reconstituyente para ni?os y adultos pudiesen volverse ¡°gordos como cerdos¡±.
Especialmente interesante resulta la estrecha relaci¨®n entre la malaria y las guerras. Como si se tratase de un tercer ej¨¦rcito con sus propios intereses, los par¨¢sitos del g¨¦nero Plasmodium, causantes del paludismo, han desempe?ado un papel protagonista en la guerra de secesi¨®n norteamericana y en las dos contiendas mundiales, entre otras. En lugares y situaciones puntuales, la malaria caus¨® tantas bajas como las propias batallas, llegando al extremo de dejar a los dos bandos enfrentados t¨¦cnicamente fuera de combate. De ah¨ª que el hallazgo de un nuevo tratamiento llegase a tener un rango casi equivalente al de una nueva arma. En una situaci¨®n de bloqueo por bajas m¨¦dicas, el ej¨¦rcito que lograse derrotar a la malaria pod¨ªa cobrar una ventaja decisiva sobre su enemigo.
En Espa?a e Italia eliminar esta enfermedad se convirti¨® en una cuesti¨®n de Estado. Durante la guerra civil hubo un repunte de casos que situ¨® a la malaria entre las principales causas de muerte
Esta situaci¨®n se dio de forma muy particular durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la isla de Java, que concentraba buena parte de la producci¨®n mundial de quina, cay¨® en manos de los japoneses, que cortaron el suministro a las potencias aliadas. De esta manera, un periodo aciago en lo humano termin¨® convirti¨¦ndose en una peque?a ¨¦poca dorada para la lucha contra la malaria, con la generalizaci¨®n del uso de la mepacrina y el desarrollo de la cloroquina y de la primera quinina sint¨¦tica.
Algo parecido ocurri¨® en la guerra de Vietnam, aunque con un nuevo contendiente sobre el tablero: los par¨¢sitos resistentes a los tratamientos conocidos. De aquel enfrentamiento b¨¦lico con una vertiente de carrera armament¨ªstica surgieron dos avances, uno por cada bloque. Estados Unidos, a trav¨¦s de su instituto de investigaci¨®n militar Walter Reed, desarroll¨® la mefloquina. A su vez, en el bloque comunista, China puso a la cient¨ªfica Tu Youyou al mando de un ej¨¦rcito dedicado a la investigaci¨®n. Tras bucear en el legado de la medicina tradicional y analizar m¨¢s de 2.000 extractos de plantas, consiguieron desarrollar la artemisinina.
Antes de terminar el recorrido, el monogr¨¢fico del tratamiento a la malaria hace parada en Espa?a e Italia, donde eliminar esta enfermedad se convirti¨® en una cuesti¨®n de estado durante el siglo XX. Como consecuencia de la guerra civil, Espa?a sufri¨® un repunte de casos que situ¨® a la malaria como und¨¦cima causa de muerte en el pa¨ªs en 1941. Afortunadamente, 20 a?os despu¨¦s se declaraban los ¨²ltimos casos aut¨®ctonos. Italia, por su parte, lleg¨® a montar una empresa estatal de producci¨®n de antimal¨¢ricos en formulaciones tan diversas que hasta llegaron a incluir barritas de chocolate con quinina. La certificaci¨®n de pa¨ªs libre de malaria no lleg¨® hasta 1970.
La ¨²ltima estaci¨®n sirve para recordar que el viaje todav¨ªa no ha terminado. La malaria sigue siendo uno de los principales enemigos de la salud global. El cambio clim¨¢tico y la expansi¨®n de los par¨¢sitos resistentes a los tratamientos que conocemos obligan a seguir desarrollando herramientas para controlar y, a ser posible, erradicar la enfermedad. Entre tanto y al tiempo que desarrolla su labor cient¨ªfica, Quique Bassat promete seguir cultivando su afici¨®n un tanto geek de la que, de momento, ya hemos extra¨ªdo estas historias y que dar¨¢ lugar, antes de que acabe el a?o, a una peque?a exposici¨®n en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona.
Pau Rubio es coordinador de Comunicaci¨®n en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por ¡±la Caixa¡±.
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