La ideolog¨ªa pronazi de Le Corbusier que pone en peligro su legado en Francia
El supuesto nexo del gran arquitecto con las ideas de Hitler y Mussolini reabre en Francia una controversia nunca agotada
Dejar de subvencionar con dinero p¨²blico a la fundaci¨®n que vela por preservar su legado. Renunciar a la pr¨®xima creaci¨®n de un museo dedicado a su vida y obra. Y luego derribar la estatua erigida en su honor en Poissy, donde levant¨® su Villa Savoye. Son tres de las exigencias formuladas por una incendiaria petici¨®n publicada en Le Monde a comienzos de abril que aspira a que Le Corbusier pague por sus pecados ideol¨®gicos y deje de ser percibido como un intocable de la arquitectura moderna. Sus nueve firmantes, encabezados por el cineasta Jean-Louis Comolli, la historiadora Michelle Perrot y el arquitecto Marc Perelman, quieren que el Estado deje de ser ¡°c¨®mplice de la rehabilitaci¨®n¡± de un autor que tuvo filias fascistoides. ¡°El antisemita Le Corbusier no debe beneficiarse de ning¨²n apoyo p¨²blico¡±, dicen.
Los hechos son conocidos desde hace d¨¦cadas, pero resurgen cada vez que una efem¨¦ride o una nueva exposici¨®n colocan en la agenda medi¨¢tica al arquitecto, nacido con el nombre de Charles-?douard Jeanneret en la Suiza de 1887 y nacionalizado franc¨¦s a comienzos de los a?os treinta. La publicaci¨®n de sus cartas privadas dej¨® al descubierto su antisemitismo e incluso su admiraci¨®n por Mussolini y por Hitler. En 1940 se alegr¨® de la derrota francesa y la consiguiente ocupaci¨®n nazi. ¡°Si hubi¨¦ramos ganado, la podredumbre habr¨ªa triunfado¡±, escribi¨® en una carta a su madre. Despu¨¦s se mud¨® a Vichy, donde estuvo a sueldo de P¨¦tain, participando en un comit¨¦ para la construcci¨®n y el urbanismo. Le Corbusier no dud¨® en llamar ¡°detritos¡± a los pobres. Se obsesion¨® con la noci¨®n de ¡°limpieza¡±, que aplic¨® tambi¨¦n a las personas. Compar¨® las escuelas con ¡°acaballaderos¡± para ni?os. Habl¨® de crear ¡°una raza s¨®lida y bella, sana¡±.
?Impiden los cap¨ªtulos m¨¢s inc¨®modos de su biograf¨ªa que su arquitectura sea un tesoro nacional? No es la opini¨®n del ministro de Cultura franc¨¦s, Franck Riester, que ha recordado el ¡°car¨¢cter excepcional¡± de su obra y ha preferido dejar el debate en manos de los historiadores. Desde Le Monde, el editorialista Michel Guerrin acus¨® a los firmantes de obviar ¡°la complejidad del periodo de entreguerras¡± y la fluctuaci¨®n pol¨ªtica del arquitecto, que termin¨® simpatizando con militantes comunistas y miembros de la Resistencia francesa. Por su parte, la Fundaci¨®n Le Corbusier ha asegurado que su motor fue solo econ¨®mico: ¡°Como todos los arquitectos, Le Corbusier busc¨® los encargos p¨²blicos cerca del poder¡±. Entre ser tratado de oportunista y de filonazi, siempre es mejor lo primero.
Lejos de las lecturas hagiogr¨¢ficas, pero tambi¨¦n de los autos de fe arquitect¨®nicos, la soluci¨®n podr¨ªa estar en los tonos grises del hormig¨®n bruto. En alg¨²n punto entre la celebraci¨®n acr¨ªtica y la enmienda a la totalidad. En literatura existe el aparato cr¨ªtico, que permite reeditar las p¨¢ginas m¨¢s negras de la historia con contexto (como la propia Francia se dispone a hacer con Mein Kampf en 2020). Se deber¨ªa inventar algo parecido para las catedrales modernas de un arquitecto con tics demasiado recurrentes para pasar por un picor espor¨¢dico.
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