¡°Se alimentan est¨®magos, pero hace falta alimentar mentes¡±
El ghan¨¦s Ousman Umar lleg¨® a Espa?a como irregular. Ahora dirige una organizaci¨®n con la que ense?a alfabetizaci¨®n digital a m¨¢s de 11.000 ni?os
Confiesa que se pregunta c¨®mo es posible que siga vivo despu¨¦s de todas las veces que ha estado a punto de morir. Ousman Umar, en su libro Viaje al pa¨ªs de los blancos, publicado por Plaza & Jan¨¦s, habla de milagros. A su paso por Madrid atiende a Planeta Futuro.¡°El viaje a Europa es un camino unidireccional: llegas vivo o muerto. No hay vuelta atr¨¢s¡±, cuenta el autor.
Ousman sabe que naci¨® un martes, el mes y el a?o lo desconoce porque para los walas, su tribu, eso no importa. Su pueblo se encuentra en medio de la selva, en una regi¨®n remota de Ghana que se llama Brong-Ahafo. La zona es tan f¨¦rtil que ¡°se cae una semilla al suelo y brota una planta¡±, escribe en su libro. En aquel lugar en el que no pasaba hambre, Ousman apenas pensaba en su futuro. Trabajar la tierra, cuidar a los animales, casarse y tener descendencia era la vida que le esperaba. Expectativas que cambiaron el d¨ªa que vio por primera vez volar muy alto un extra?o artefacto. Los ancianos de su comunidad le dijeron que era un avi¨®n, construido y pilotado por los hombres blancos. En ese momento quiso ser eso, un blanco. Cre¨ªa que todos ellos eran m¨¦dicos, ingenieros y pilotos.
Con nueve a?os, sin saber leer y escribir, pero siendo un manitas, parti¨® a la ciudad de Techiman a labrarse un porvenir en el oficio de chapista. A partir de ah¨ª tom¨® conciencia de que el mundo no era su pueblo, que hab¨ªa m¨¢s ah¨ª afuera. Poco a poco el mundo fue creciendo con ¨¦l. En el puerto ghan¨¦s de Tema tom¨® forma la idea de viajar al Pa¨ªs de los Blancos. Un para¨ªso, pensaba Ousman, que se encontraba al otro lado de las olas.
Unos y otros le contaron c¨®mo hab¨ªa que hacer aquel viaje a la tierra prometida. Le hablaron de Libia, donde pod¨ªa encontrar trabajo como chapista, cobrar un sueldo (hasta ahora solo hab¨ªa trabajado a cambio de propinas o arroz para comer), ahorrar y as¨ª pagar para que le ayudaran a cruzar el mar. ¡°La falta de formaci¨®n e informaci¨®n es el n¨²cleo de las desgracias del siglo XXI¡±, cuenta Ousman Umar para explicar por qu¨¦ hizo lo que todav¨ªa hoy muchos j¨®venes compatriotas hacen: emprender lo que ¨¦l denomina ¡°el camino del infierno¡±. Un viaje de ida en el que lo normal es morir. Por eso repite como un mantra que ¡°la soluci¨®n est¨¢ en el pa¨ªs de origen, no en el destino. Hay que alimentar mentes¡±. Esa idea le hizo chocar con la labor que hace Proactiva Open Arms, ¡°Cuando se llega al mar la batalla est¨¢ perdida¡±, dice categ¨®rico Ousman, quien desde 2018 es coordinador en ?frica de esa misma ONG.
El periplo de Ousman le llev¨® con 13 a?os desde de la selva tropical africana (Ghana), pasando por el mundo ¨¢rabe (Libia, T¨²nez, Argelia, Marruecos y Mauritania) hasta Occidente (islas Canarias). Una traves¨ªa de cuatro a?os en la que pas¨® de vivir en el siglo XV (en su pueblo), pasando por el XIX (Tr¨ªpoli) para acabar haci¨¦ndolo en el siglo XXI en Barcelona. Antes de esa ¨²ltima parada cruz¨® siete pa¨ªses (Ghana, N¨ªger, Libia, T¨²nez, Argelia, Marruecos y Mauritania), el desierto del S¨¢hara y el Atl¨¢ntico (de la costa mauritana a la isla de Fuerteventura). Viaj¨® en cami¨®n, todoterreno, a pie, en autob¨²s, en avi¨®n y en patera. Casi siempre vigilado, extorsionado y amenazado por las mafias que trafican con personas como ¨¦l. ¡°Hay un gran negocio para unos pocos detr¨¢s de la miseria de muchos otros¡±, apunta Ousman Umar.
¡°Nadie merece vivir lo que los negros vivimos all¨ª. Ser un negro vivo era un delito¡±, cuenta Ousman sobre Libia
Este joven ghan¨¦s estuvo cuatro a?os trabajando en diferentes localidades de Libia para ahorrar 1.800 euros, lo que le ped¨ªan los traficantes de personas por cruzar en patera el mar. En relaci¨®n al mar Ousman, lo describe como ¡°el cementerio m¨¢s grande que hay es el desierto. Es una fosa. La gran mayor¨ªa de la gente no llega al mar. En el desierto no hay canales de televisi¨®n retransmitiendo lo que pasa, no est¨¢ la Cruz Roja ni los barcos de rescate. El desierto es invisible¡±.
?l sabe muy bien de lo que habla. Durante tres semanas camin¨® por el S¨¢hara. Lo hizo sin ayuda de un GPS, sin comida y sin agua. Cuando pod¨ªa orinar se lo beb¨ªa, mientras tanto los cad¨¢veres se suced¨ªan en las dunas. Unos eran an¨®nimos, otros eran los de los compa?eros que se rend¨ªan exhaustos y esperaban a morir solos en silencio. Despu¨¦s de esa tortura lleg¨® a Libia. ¡°Nadie merece vivir lo que los negros vivimos all¨ª. Ser un negro vivo era un delito¡±, cuenta Ousman. A continuaci¨®n relata c¨®mo en el primer pueblo de aquel pa¨ªs, Isir, unos ni?os le ofrecieron agua fresca a cambio de dinero. No ten¨ªa y les dio su cartera vac¨ªa. Confiesa que le dej¨® sin palabras aquella falta de humanidad y el racismo que experiment¨® en Libia, donde la ¡°la sangre de un negro es peor que la de un perro¡±, como titula uno de los cap¨ªtulos de su libro.
Finalmente dio el salto a Europa desde alg¨²n lugar de la costa mauritana, despu¨¦s de ir de Libia a Argelia, donde pas¨® de c¨¢rcel en c¨¢rcel, Mal¨ª y Marruecos. Al llegar al mar repar¨® en que no sab¨ªa nadar y que sus compa?eros se mor¨ªan ahogados. ¡°Solo la agon¨ªa de pensar que en dos minutos vas a caerte al agua y que en cinco te vas a morir, te mata mucho antes de caer al agua¡±, cuenta Ousman para describir lo que sinti¨® poco antes de subirse a la patera que le llev¨® al para¨ªso, al otro lado del desierto de agua.
En 2017 su labor fue premiada por la ONU en los WSIS Prizes?
Antes de alcanzarlo estuvo dos d¨ªas sin comer, sin beber, sin moverse, sin apenas hablar y sin chaleco salvavidas. En la isla de Fuerteventura tuvo un recibimiento humano, una novedad hasta ese momento en su viaje. De all¨ª se fue a Barcelona, le preguntaron d¨®nde quer¨ªa ir y ¨¦l dijo que a ¡°Bar?a¡±. Es lo ¨²nico que sab¨ªa de Espa?a. En la casa de su familia adoptiva Ousman Umar respir¨® aliviado y se pas¨® su primera noche (estuvo un mes viviendo en la calle) en su nuevo hogar llorando, ¡°pregunt¨¢ndome por qu¨¦ me hab¨ªa sucedido todo aquello¡±. Entonces decidi¨® que nadie m¨¢s deber¨ªa vivir lo que ¨¦l hab¨ªa vivido.
Renacer
Aquella idea fue el germen de NASCO Feeding Minds, la ONG que fund¨® en 2010 y que arranc¨® dos a?os despu¨¦s, con sede en Barcelona y Ghana, donde le ayuda su hermano, quien gracias a Ousman no hizo el viaje a Europa. Al principio no encontr¨® financiaci¨®n y tuvo que hacer uso de su propio dinero, el que ganaba como mec¨¢nico en una tienda de bicicletas. Compr¨® 45 ordenadores para 850 alumnos para la primera aula inform¨¢tica. Hoy 11.000 ni?os, repartidos en 19 escuelas, hacen uso de las nueve aulas inform¨¢ticas creadas por Nasco Feeding Minds.
Su objetivo es proporcionar alfabetizaci¨®n digital a los ni?os y ni?as de Ghana. Lo que pretende es garantizar que los estudiantes de su pa¨ªs tengan las herramientas para decidir su futuro y as¨ª evitar la tentaci¨®n de emigrar a Europa. Evitar futuras v¨ªctimas. ¡°Lo que quiero demostrar es que hay que cambiar la percepci¨®n de la cooperaci¨®n. Vamos a dejar ya de alimentar el est¨®mago, porque cuando t¨² haces eso solo sacias el hambre de manera temporal, sin embargo, si t¨² alimentas la mente est¨¢s saciando el hambre para m¨¢s de cien a?os¡±, explica Ousman. En 2017 su labor fue premiada por la ONU en los WSIS Prizes, en la categor¨ªa ¡°Information and Communication Infraestructure¡±.
Ousman Umar solo quiere que el mayor n¨²mero posible de ni?os y ni?as puedan ¡°hacer el siete¡±, una met¨¢fora ghanesa de que te van bien las cosas y que ilustra un brazo apoyado en la ventana de un coche mientras se conduce, cuando por fin se tiene uno.
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