?C¨®mo se mide la calidad del cuidado infantil?
Am¨¦rica Latina y el Caribe carecen de instrumentos adecuados para medir y garantizar las buenas pr¨¢cticas en la atenci¨®n a los ni?os

La calidad es siempre un reto. Pero a la hora de hablar de atenci¨®n y de cuidados infantiles es, adem¨¢s, un imperativo. En los ¨²ltimos a?os, numerosos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe han hecho grandes esfuerzos para extender la cobertura de los centros de cuidado infantil a las edades m¨¢s tempranas. Sin embargo, la calidad de los servicios ofrecidos no ha sido siempre la deseable. Los primeros a?os en la vida de un ni?o son cruciales para su desarrollo y su posterior desempe?o en la vida adulta. Para garantizar que los m¨¢s peque?os reciben un cuidado de calidad es necesario hacer mediciones peri¨®dicas y tener una fotograf¨ªa a lo largo del tiempo de la calidad de la atenci¨®n que reciben proporciona informaci¨®n muy ¨²til para el personal de los programas centrados en los ni?os, que puede ser utilizada para orientar y mejorar sus pr¨¢cticas.
Actualmente, hay pocos programas latinoamericanos que monitorean de una manera frecuente y sistem¨¢tica la calidad de la atenci¨®n que ofrecen en los centros de cuidado infantil. Adem¨¢s, los pocos pa¨ªses que lo hacen raramente optan por incluir aquellos aspectos de la calidad m¨¢s importantes para el desarrollo infantil, es decir, las interacciones entre los ni?os y sus cuidadores.
La escasa informaci¨®n que tenemos en Am¨¦rica Latina y el Caribe proviene de una serie de estudios que se realizaron en diversos pa¨ªses de la regi¨®n sobre la situaci¨®n de la primera infancia. En ellos se utiliz¨® una de las herramientas m¨¢s habituales para medir la calidad de las interacciones entre los cuidadores y los ni?os en los centros. Se trata de un instrumento norteamericano llamado sistema de puntuaci¨®n para la evaluaci¨®n en el aula, o CLASS, por sus siglas en ingl¨¦s. Los resultados no fueron muy alentadores. En una escala del uno al siete, donde la puntuaci¨®n m¨¢s alta indica una mayor calidad, Cuna M¨¢s, el programa insignia de desarrollo infantil peruano para los ni?os menores de 36 meses, puntu¨® una media de 1,8 en apartados como el apoyo pedag¨®gico en el aprendizaje, que mide la manera en que los cuidadores gu¨ªan el aprendizaje de los ni?os, favorecen su desarrollo cognitivo y ling¨¹¨ªstico, le dan retroalimentaci¨®n y promueven su participaci¨®n. En el mismo apartado, estudios realizados en Trinidad y Tobago y Jamaica en ni?os de entre tres y cinco a?os obtuvieron puntuaciones que no superaron los 1,4 puntos.
Numerosos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina han hecho esfuerzos para extender la cobertura de los centros de cuidado infantil a las edades m¨¢s tempranas
Otro estudio reciente llevado a cabo por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 400 centros p¨²blicos de cuidado infantil en Ecuador permite vislumbrar con mayor claridad la ausencia de herramientas adecuadas para medir la calidad en la regi¨®n y para hacerlo a la escala deseada. Para realizar este trabajo se utiliz¨® una bater¨ªa de instrumentos de medici¨®n de la calidad de la atenci¨®n infantil con un enfoque en las interacciones entre los ni?os y sus cuidadores, entre ellos los cuatro m¨¢s habituales en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas en buena parte del mundo. La primera observaci¨®n de los investigadores es que las herramientas existentes para medir la calidad han sido desarrolladas en Estados Unidos y por ello necesitan ser cuidadosamente adaptadas y validadas a la hora de aplicarlas en un contexto tan diferente como puede ser el ecuatoriano. Por ejemplo, puede que la calidad de la relaci¨®n entre el cuidador y el ni?o se demuestre en interacciones no verbales muy distintas entre una cultura y otra, y que el instrumento lleve a conclusiones err¨®neas al ser aplicado en un contexto diferente de donde fue desarrollado.
Adem¨¢s, los investigadores resaltan que si bien medir adecuadamente la calidad de las interacciones es esencial para comprobar que los ni?os reciban la atenci¨®n que les corresponde, captar estos indicadores es complejo, lleva mucho tiempo, es costoso y los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe se enfrentan a desaf¨ªos en t¨¦rminos de recursos econ¨®micos y humanos que deben ser considerados a la hora de monitorear la calidad. Por otra parte, mientras herramientas como CLASS o similares se centran exclusivamente en las interacciones entre ni?os y cuidadores, en Am¨¦rica Latina y el Caribe sigue siendo necesario monitorear, adem¨¢s, otros aspectos m¨¢s tangibles de la calidad, como pueden ser las instalaciones, la seguridad o el material empleado en el aprendizaje.
Hay, sin duda, un inter¨¦s creciente por parte de los gobiernos latinoamericanos en mejorar la calidad del cuidado infantil y se est¨¢n haciendo ingentes esfuerzos en realizar las mediciones necesarias para conseguirlo. Pero esta regi¨®n carece todav¨ªa de instrumentos culturalmente adaptados a su contexto y econ¨®micamente viables para emplearlos de una manera constante en el tiempo y a la escala necesaria. Es preciso llenar esa laguna o investigar alternativas factibles para conseguir datos que respondan a la realidad y que muestren la evoluci¨®n cronol¨®gica de los cuidados. Esta ha de ser una tarea prioritaria para los programas de cuidado infantil de Am¨¦rica Latina y el Caribe si se quiere garantizar la calidad de una atenci¨®n que permita a los ni?os alcanzar el m¨¢ximo potencial en su desarrollo.
Marta Dormal es consultora en desarrollo infantil temprano en la Divisi¨®n de Salud y Protecci¨®n Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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