En Alemania (casi) todos los partidos son de centro
Distinguir a un partido de otro en las elecciones alemanas es misi¨®n imposible. Los esl¨®ganes electorales reflejan, a izquierda y derecha, el centro sociol¨®gico
Los anuncios de la campa?a electoral alemana son un festival de buenas intenciones y palabras amables. ¡°Por una Alemania en la que vivamos bien y felices¡±. ¡°Hagamos un mundo mejor¡±. ¡°El futuro se hace con valent¨ªa¡±. ¡°Igualdad de oportunidades para todos¡±. Los esl¨®ganes sirven adem¨¢s para jugar a las adivinanzas. ?Cu¨¢l es la izquierda? ?Cu¨¢l es la derecha? Distinguir a unos partidos de otros por su mensaje es misi¨®n casi imposible. Se parecen demasiado. Y no solo por razones de marketing pol¨ªtico, sino porque reflejan un centro ideol¨®gico en el que, salvo minoritarias, aunque desafiantes, estridencias, a derecha e izquierda, se sienten representados la mayor¨ªa de los alemanes.
M¨¢s all¨¢ de la gresca pol¨ªtica, de las luchas de poder, y de personalidades m¨¢s o menos magn¨¦ticas, los partidos pol¨ªticos alemanes, y buena parte de los electores, comparten, a grandes rasgos un modelo de sociedad y de pa¨ªs. Si pensamos en la pol¨ªtica europea, la econom¨ªa, el papel de la religi¨®n, el medio ambiente o la defensa de los derechos civiles y pol¨ªticos, las diferencias entre los grandes partidos son casi m¨¢s de estilo que de sustancia.
¡°Las encuestas indican que la parte m¨¢s grande de los electores se sit¨²a en el centro. Hist¨®ricamente, el partido ganador ha sido el que ha sabido aglutinar el centro¡±, explica Peter Matuschek, de la casa de sondeos Forsa. Un estudio publicado hace una semana por la Fundaci¨®n Bertelsmann indica que un 80% de los alemanes asegura identificarse con el centro; una cifra mucho mayor que en cualquier otro pa¨ªs europeo (en Espa?a es el 56% y en Francia el 51%, seg¨²n la misma fuente).
Soci¨®logos y polit¨®logos ofrecen invariablemente una primera explicaci¨®n hist¨®rica evidente. Los a?os veinte, durante la Rep¨²blica de Weimar, con los partidos atrincherados en sus posiciones, fueron una ¨¦poca de fuerte inestabilidad, que m¨¢s tarde deriv¨® en el nazismo. No en vano, uno de los mitos fundacionales de la Rep¨²blica Federal Alemana es precisamente la capacidad para superar enfrentamientos internos. M¨¢s tarde vendr¨ªa la traum¨¢tica experiencia del r¨¦gimen socialista de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana que, de nuevo, escarment¨® a los alemanes contra la pureza ideol¨®gica.
Matuschek explica c¨®mo los dos grandes partidos que hoy dominan el tablero alem¨¢n ¡ªCDU/CSU y SPD¡ª se abrieron al centro social ya en los a?os cincuenta. Entonces la CDU de Adenauer se convirti¨® en un partido ¡°atr¨¢palo todo¡±. Y el SPD hizo lo propio a finales de esa d¨¦cada, con la aprobaci¨®n del llamado programa de Bad Godesberg, dejando de lado el marxismo, y prepar¨¢ndose para ser un partido que pudiera seducir a grandes capas de la sociedad. Hoy, ni la CDU sobrevivir¨ªa solo con el voto tradicional cat¨®lico, ni el SPD con el apoyo de los obreros exclusivamente.
En los ¨²ltimos a?os la alergia a los extremos se ha hecho a¨²n m¨¢s evidente. La gran coalici¨®n ¡ªgroko para los alemanes: Uni¨®n democr¨¢tica cristiana m¨¢s socialdemocr¨¢tas¡ª, se perfila a estas alturas, con los sondeos preelectorales en la mano, como una de las pocas opciones viables. Los dos grandes partidos suman m¨¢s del 60% de la intenci¨®n de voto con vistas a las elecciones de finales de septiembre. Y es precisamente esa gran coalici¨®n que, con interrupci¨®n de un mandato, funciona desde 2005, la que ha contribuido a cimentar la imagen de consenso y de cuerpo de valores compartidos, en los que un partido le aporta lo que le falta al otro, y todo se hace con cierta camarader¨ªa.
El modelo de gran coalici¨®n tiene tambi¨¦n evidentemente sus detractores y ejerce de f¨¢brica de desafecci¨®n pol¨ªtica para muchos alemanes, que sienten que da igual votar a unos o a otros porque estiman que, al final, todos son casi lo mismo.
De eso se aprovechan partidos como AfD, de extrema derecha, que seg¨²n los sondeos entrar¨¢ ahora por primera vez en el Bundestag. No hay que descartar que logren un resultado sorprendentemente alto, por encima del 10% de los votos. Esta formaci¨®n presume de ser diferente, y de decir lo que los m¨¢s situados en el centro no se atreven a decir. A la izquierda de la socialdemocracia tampoco se ve con buenos ojos lo que consideran un cuerpo de pol¨ªticos entregados a preservar sus intereses. ¡°Aqu¨ª de lo que se trata es de mantener el statu quo. No hay grandes diferencias entre unos y otros¡±, interpretaba hace un par de semanas Toby, un programador de Hamburgo que se acerc¨® a curiosear un mitin del SPD y que echaba pestes desde la izquierda de lo que o¨ªa.
Minor¨ªas aparte, la sinton¨ªa ideol¨®gica de la mayor¨ªa es evidente. El ¨²nico debate televisado entre los dos primeros espadas de los dos grandes partidos, Angela Merkel y Martin Schulz, hace un par de domingos, fue la perfecta ilustraci¨®n de ese sustrato ideol¨®gico compartido. Solo les falt¨® asentir con la cabeza cuando hablaba el otro. Las discrepancias fueron micro, y casi siempre m¨¢s sobre los procesos que sobre el fondo.
Por eso, la lucha ahora ya no es tanto por un modelo de sociedad como por ver qui¨¦n va a encabezar el gobierno de centro de turno. Hay un dato muy revelador. El 34% de los votantes socialdem¨®cratas dice que considera a otros pol¨ªticos mejor preparados para ser canciller que a su candidato, Schulz . El 16% prefiere a Merkel, por ejemplo. Y no es solo una cuesti¨®n de personalidad. Es que saben que no hay riesgo de traici¨®n ideol¨®gica. Un 43% de los Verdes, por ejemplo, tambi¨¦n dijo considerar m¨¢s competente a la canciller.
Porque m¨¢s all¨¢ del bipartidismo, terceros partidos como los Verdes o los liberales (FDP) ya comparten tambi¨¦n buena parte de su ideario con las formaciones mayoritarias. ¡°Aqu¨ª el bipartidismo est¨¢ en buena forma. Alemania no es como Austria, Francia o Escandinavia¡±, explica el polit¨®logo Ulrich von Alemann, quien achaca en parte el centrismo actual a la canciller Angela Merkel. ¡°Ella es la que marca el tono pragm¨¢tico de esta campa?a¡±. Marca la pauta y centra el tiro. Porque Merkel ha centrado a lo largo de los a?os el bloque conservador alem¨¢n hasta volverse en ocasiones irreconocible. Ha abierto la puerta a m¨¢s de un mill¨®n de refugiados, ha pactado la implantaci¨®n de un salario m¨ªnimo, abandera la lucha contra el cambio clim¨¢tico, y recientemente ha permitido que el matrimonio de personas del mismo sexo salga adelante.
Esa es precisamente una de las claves de su ¨¦xito. Su capacidad para detectar el sentir popular y, sobre todo, para fagocitar ideas y creencias procedentes de otras latitudes pol¨ªticas. El resultado es un rodillo que dura 12 a?os y que tiene visos de prolongarse unos cuantos m¨¢s, tras las elecciones del pr¨®ximo 24 de septiembre.
La ecuaci¨®n pol¨ªtica se completa con una estructura econ¨®mica que en los ¨²ltimos a?os ha proporcionado altos niveles de bienestar a la poblaci¨®n. Y s¨ª, hay tambi¨¦n una lacerante desigualdad, pero no lo suficientemente significativa como para inclinar la balanza pol¨ªtica. En un sondeo de Forsa del pasado abril por ejemplo, un 75% de los encuestados dijo sentirse ¡°contento o muy contento¡± con su situaci¨®n financiera. El estudio de Bertelsmann indica tambi¨¦n que un 59% de los alemanes cree que su pa¨ªs marcha en la direcci¨®n correcta, una cifra que contrasta enormemente con el sentir en otros pa¨ªses europeos como Italia (13%), Espa?a (27%) o Reino Unido (31%). La media europea de satisfacci¨®n registrada por Bertelsman es de un 36%.
Por eso, para muchos alemanes, de lo que se trata ahora es de preservar lo conseguido, y de decidir c¨®mo de equitativo debe ser el reparto de los beneficios de la econom¨ªa social de mercado. ¡°Hay un gran incentivo en mantener el statu quo. No hay muchas ganas de grandes cambios¡±, piensa Matuschek.
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