El hombre que acab¨® con la verdad

Roger Ailes muri¨® hace dos a?os hundido en la ignominia. Los desmanes sexuales, los abusos y los chantajes cometidos durante d¨¦cadas brotaron s¨²bitamente y acabaron con su carrera. El productor cinematogr¨¢fico Harvey Weinstein suele considerarse el emblema de la basura denunciada por el movimiento MeToo, pero Weinstein era, en comparaci¨®n con Ailes, un peque?o trapisondista en el mundillo del espect¨¢culo. Ailes fue el hombre que coloc¨® en la Casa Blanca a Richard Nixon, Ronald Reagan, George Bush padre, George Bush hijo y Donald Trump; fue el hombre que cre¨® Fox News, una m¨¢quina formidable de agitaci¨®n y propaganda conservadora; fue el hombre que hizo de las fake news un arte; fue el hombre que demostr¨® que en el ¨¦xito pol¨ªtico pesan poco las ideas y mucho la crispaci¨®n y el espect¨¢culo.?

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Anti

Flujo de consciencia

Su teor¨ªa sobre la comunicaci¨®n pol¨ªtica qued¨® resumida en una frase c¨¦lebre: ¡°Tienes dos tipos sobre un escenario. Uno de ellos anuncia una soluci¨®n para los problemas de Oriente Pr¨®ximo. El otro se cae en el foso de la orquesta. ?Cu¨¢l de los dos crees que aparecer¨¢ en el telediario de la noche?¡±.?

Sol¨ªa precisar que ¨¦l nunca fue periodista. Se re¨ªa, con cierta raz¨®n, del periodismo. Para ¨¦l, interesado en ganar dinero y en favorecer determinados intereses pol¨ªticos, no era m¨¢s que un instrumento. Pero cuando creas un mundo de fantas¨ªas televisivas (disculpen la redundancia), el viejo periodismo puede llegar a convertirse en un obst¨¢culo. Resulta molesto que alguien intente demostrar que lo que cuentas es mentira.

Ailes detect¨® el flanco m¨¢s d¨¦bil de la prensa tradicional: el elitismo. Los medios que (con mayor o menor ¨¦xito) intentan ser rigurosos y fiables, como este que usted lee, se dirigen a una ¨¦lite. Por favor, no lo tome como un insulto. Es as¨ª. Solo una peque?a franja de la sociedad est¨¢ realmente interesada en la informaci¨®n; la gran mayor¨ªa prefiere consumir un tipo de infoespect¨¢culo que se adapte a sus prejuicios y le entretenga.

Durante la d¨¦cada de los noventa, la liberalizaci¨®n del comercio condujo a la deslocalizaci¨®n industrial. Las f¨¢bricas se fueron a Asia, donde producir era m¨¢s barato. Grandes zonas de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados cayeron en la pobreza, la desesperanza y la irrelevancia. Eso gener¨® un l¨®gico resentimiento contra los dirigentes del nuevo mundo sin fronteras. Las ¨¦lites eran culpables. Y uno de los principales instrumentos de las ¨¦lites era la prensa seria, que hab¨ªa bendecido de forma bastante acr¨ªtica el nuevo orden. A los ojos de millones de ciudadanos, y de votantes, la conexi¨®n resultaba autom¨¢tica: la prensa seria les hab¨ªa enga?ado y les hab¨ªa marginado; no hablaba de ellos, sino de los otros, fueran magnates o inmigrantes mis¨¦rrimos; se refer¨ªa a estad¨ªsticas y a hechos remotos, no a su realidad. La prensa formaba parte del enemigo.

A trav¨¦s de Fox News, a la que impuso el sarc¨¢stico lema fair and balanced (justa y equilibrada), Roger Ailes socav¨® de forma casi fatal la credibilidad de la prensa tradicional. Sin un referente com¨²nmente aceptado, la realidad se hizo maleable. Dejaron de existir la verdad y la mentira: todo son ya simples opiniones.?

Esta confusi¨®n no va a curarse renovando la fe en la prensa. Al contrario. La soluci¨®n pasa por un saludable escepticismo. Solo un p¨²blico cr¨ªtico puede conseguir que los periodistas sean cr¨ªticos consigo mismos y cumplan con su trabajo.