?Por qu¨¦ no se salv¨® 'La Pagoda' de Fisac del derribo?
Irregularidades en la votaci¨®n de la licencia de demolici¨®n de la torre de los laboratorios Jorba y la teor¨ªa de conspiraci¨®n del propio arquitecto Miguel Fisac rodean de misterio la demolici¨®n de uno de los edificios m¨¢s emblem¨¢ticos de Madrid, hace este mes 20 a?os
En este mes de julio se cumplen 20 a?os de la p¨¦rdida de la torre de los laboratorios JORBA, obra del arquitecto Miguel Fisac, construida en 1965. Un ejemplo de la tr¨¢gica demolici¨®n de edificios que tiene lugar en nuestro pa¨ªs, y en concreto, el de uno de los m¨¢s especiales de la arquitectura moderna espa?ola, que adem¨¢s est¨¢ envuelta en una incierta historia de poder. En un momento tan sensible a las reflexiones sobre la conservaci¨®n del patrimonio arquitect¨®nico al hilo del incendio de la catedral de Notre Dame, esta situaci¨®n se presenta como el escenario opuesto, donde el Ayuntamiento no supo reconocer su incalculable valor y permiti¨® su desaparici¨®n. Una realidad que nos lleva a plantearnos la siguiente pregunta: ?es solo una cuesti¨®n de antig¨¹edad lo que aporta legitimidad al patrimonio a proteger?
La Pagoda, como popularmente se conoc¨ªa al edificio de Fisac, ya era un s¨ªmbolo antes de su demolici¨®n. Su estrat¨¦gica localizaci¨®n, pr¨®xima al aeropuerto en la A2, y su llamativa forma, que recuerda a las tradicionales construcciones de algunos pa¨ªses asi¨¢ticos ¡ªmotivo por el cual empez¨® a ser conocida con este nombre¡ª llevaron a convertirla en parte del imaginario de muchos madrile?os, respetado y admirado por muchos de ellos.
Por otra parte, debido a sus cualidades formales y t¨¦cnicas fue admirado por gran parte de la comunidad arquitect¨®nica, que atravesaba el momento dif¨ªcil de un pa¨ªs que, despu¨¦s de una guerra civil aniquiladora de cualquier espacio a la modernidad, se enfrentaba ahora a una dictadura castrante de toda forma de expresi¨®n no oficial. Fue, adem¨¢s, uno de los tres proyectos espa?oles, junto con el de Ricardo Bofill y el de Llu¨ªs Clotet, que formaron parte de la exposici¨®n Transformations in Modern Architecture, que se llev¨® a cabo en el MoMA en 1979.
A finales de los cincuenta los arquitectos retomaron el racionalismo m¨¢s puro que hab¨ªa llegado a Espa?a en los a?os anteriores al comienzo de la Guerra Civil. Fisac, esc¨¦ptico con la capacidad de este movimiento de atender las necesidades m¨¢s humanas, fue desprendi¨¦ndose de la seriedad de sus patrones m¨¢s ortodoxos seg¨²n aplicaba poco a poco influencias recibidas por otras arquitecturas m¨¢s org¨¢nicas, incorporadas en un reciente viaje por el norte de Europa. Y as¨ª llega La Pagoda y la singularidad de sus formas, que fue posible gracias a las propiedades del material de su envolvente, el hormig¨®n, elemento caracter¨ªstico y definitivo de la obra del arquitecto manchego. Su car¨¢cter fluido en la fase inicial, permite su maleabilidad y, por tanto, posibilita endurecerlo en formas infinitas para multitud de aplicaciones.
El constructor perfeccionista: la torre por el tejado
As¨ª lo emple¨® en esta peque?a torre de siete plantas donde se albergaban las oficinas de los laboratorios Jorba. Una sencilla pero concisa decisi¨®n de girar cada planta 45 grados respecto de la anterior, convert¨ªa las superficies que enlazaban ambos per¨ªmetros cuadrados en paraboloides hiperb¨®licos, una compleja superficie doblemente reglada que puede resolverse a partir de rectas.
Un detalle que da muestra del cuidadoso constructor que tambi¨¦n era Fisac es que solicit¨® comenzar la generaci¨®n de la fachada por la parte m¨¢s alta de la torre, para que al verter el hormig¨®n no hubiese opci¨®n a que salpicase las partes acabadas m¨¢s abajo.
El propio arquitecto reconoci¨® que esta fachada era una aproximaci¨®n algo superficial a un proyecto, sobre todo en relaci¨®n con la trayectoria de su arquitectura, pero que era la respuesta al encargo que recibi¨® de que incluyese algo que sirviera como reclamo. Al lado de la torre, se extend¨ªa la nave de los mismos laboratorios Jorba para la que emple¨® su emblem¨¢tico sistema de vigas hueso, una aplicaci¨®n del mismo material, con el que hac¨ªa vigas con el tu¨¦tano hueco, brillante por su eficiencia y pragmatismo.
Fisac era arquitecto y tambi¨¦n gran t¨¦cnico, inventor de fascinantes tecnolog¨ªas, con las que se convirti¨® en explorador absoluto del hormig¨®n y sus posibilidades. Las vigas hueso son uno de sus casos m¨¢s fant¨¢sticos. Este sistema de vigas huecas resulta a partir de la alineaci¨®n de piezas prefabricadas de hormig¨®n de secci¨®n casi triangular unidas por barras de acero postensadas, lo que hace que puedan salvar grandes luces.
Su cuidado dise?o sirve al mismo tiempo de elemento estructural, de canalizador de las aguas y de controlador del soleamiento en el interior, logrando una luz cenital uniforme, adem¨¢s de aligerar el peso de la cubierta. Cinco a?os antes de aplicarlas en esta nave, Fisac ya las hab¨ªa empleado en el edificio de Estudios Hidrogr¨¢ficos que todav¨ªa puede contemplarse a la orilla del r¨ªo Manzanares de Madrid, contiguo a la sala de conciertos de La Riviera.
?Fue culpa del Opus Dei o de la especulaci¨®n urban¨ªstica?
Peor suerte tuvo La Pagoda, que perdimos en julio de 1999. Se ha elucubrado mucho sobre las razones que llevaron a su demolici¨®n, m¨¢s all¨¢ de la mera especulaci¨®n del suelo. El arquitecto as¨ª lo declar¨® en su momento. Hab¨ªa cortado su v¨ªnculo con el Opus Dei en 1955, despu¨¦s de casi 20 a?os perteneciendo a esta organizaci¨®n religiosa. Consideraba que la decisi¨®n pudo ser un ataque de sus dirigentes, seg¨²n ¨¦l mismo, promovido a trav¨¦s del propio Ayuntamiento de Madrid y su alcalde Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, quien facilit¨® el derribo como represalia a las diferencias entre el grupo religioso y el arquitecto.
La relaci¨®n de Fisac con el Opus Dei y su fundador, Jos¨¦ Mar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer, fue muy intensa. Desde los inicios ¡ªse dice que le ayud¨® a cruzar los Pirineos durante la Guerra Civil¡ª a los desencuentros posteriores, que comenzaron a suceder en t¨¦rminos de arquitectura y arte y que acabaron en discrepancias entre el entendimiento teol¨®gico del arquitecto y el de la organizaci¨®n seg¨²n esta iba creciendo y buscando cada vez m¨¢s poder.
Sin embargo, las razones que parecen m¨¢s evidentes son poco ¨¦picas: la torpeza administrativa unida a la especulaci¨®n inmobiliaria. Pocos a?os antes del derribo, el mismo Ayuntamiento hab¨ªa elaborado un cat¨¢logo de edificios protegidos para el nuevo Plan de Urbanismo de 1997 y no hab¨ªa incluido La Pagoda en el listado final. El entonces gerente municipal de Urbanismo, Luis Armada, justific¨® la destrucci¨®n alegando que ten¨ªa un dise?o "funcionalmente incorrecto".
En cualquier caso, todos los aspectos que rodean al hecho de la demolici¨®n de La Pagoda son confusos. Por una parte, ?fue la torre de Fisac incluida en el listado por los arquitectos Lasso y Carvajal en una primera selecci¨®n y posteriormente eliminada? ?Era el cat¨¢logo sobre el que ellos asesoraron demasiado poco exhaustivo?
Por otra parte, subyace el misterio en torno a la votaci¨®n para la aprobaci¨®n de la licencia de derribo. Armada afirma que fue una votaci¨®n un¨¢nime ¡ªen la cual ¨¦l no estuvo¡ª, informaci¨®n que desmienten cuatro de los siete vocales. Aparece, adem¨¢s, cierta incompatibilidad entre las fechas de la reuni¨®n de la comisi¨®n, las que figuran en las actas y la de la aprobaci¨®n de la licencia y su concesi¨®n.
Fueran cuales fuesen las causas o razones, dos a?os despu¨¦s de la elaboraci¨®n del cat¨¢logo, al poco de adquirir el grupo LAR la propiedad del emblem¨¢tico edificio, este recib¨ªa la licencia para su demolici¨®n, cuya ejecuci¨®n comenz¨® pocas semanas despu¨¦s sin comunicado p¨²blico previo.
Parece que la ¨²nica motivaci¨®n era la de sacar m¨¢s rentabilidad a la edificabilidad del terreno y por ello decidieron destruir para construir de nuevo. Seg¨²n comenz¨® el derribo se desencadenaron protestas de arquitectos ¡ªentre los que se encontraban Juan Navarro Baldeweg o Emilio Tu?¨®n¡ª, historiadores e ingenieros, junto a la contundente reivindicaci¨®n del entonces decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, Fernando Chueca, pero no lograron interferir en el resultado.
?lvarez del Manzano no supo reconocer a tiempo el valor de este edificio y su importante contribuci¨®n a la historia de la arquitectura, y por ello no fue consciente de la atrocidad que supon¨ªa no incluirlo en aquel listado. Cuando quiso reaccionar era demasiado tarde. Torpemente invit¨® a Fisac a construir de nuevo la torre en otra localizaci¨®n a lo que el arquitecto respondi¨®: "Eso es una tomadura de pelo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.