Cuando eres una estrella del pop y te timan
El enfado de Taylor Swift con su discogr¨¢fica es un nuevo episodio de la eterna batalla entre artistas y sellos discogr¨¢ficos
Hay un conocido m¨²sico espa?ol que conserva en su casa el primer contrato que le ofreci¨® una discogr¨¢fica a mediados de la d¨¦cada de 1990. Nunca lo firm¨®, afortunadamente para ¨¦l, pero lo guarda para recordar lo que le podr¨ªa haber pasado de haberlo hecho, porque las condiciones que incluye son leoninas. Las historias de j¨®venes m¨²sicos que vieron sus carreras cercenadas por una firma echada sin leer demasiado atentamente la letra peque?a son tan antiguas como la m¨²sica, por eso resulta extra?o que la gente siga picando.
De hecho, en Reino Unido la asociaci¨®n de discogr¨¢ficas independientes aprob¨® un c¨®digo de buenas pr¨¢cticas que incluye que cualquier contrato firmado por un artista sin la asistencia legal adecuada es invalido. Pues sorpresa: Taylor Swift, (Pensilvania, 1989), una estrella may¨²scula, reconoc¨ªa en p¨²blico hace pocos d¨ªas que le hab¨ªan timado con su contrato. La historia, tal y como ella la cuenta, empieza con su primer acuerdo, firmado por su padre cuando Swift era todav¨ªa menor, mucho antes de convertirse en una de las cantantes m¨¢s vendedoras de la historia.
En 2016, Swift firm¨® un nuevo contrato con Universal, pero los masters de sus antiguas grabaciones quedaron en manos de su antigua discogr¨¢fica, que la semana pasada fue adquirida por una empresa propiedad del m¨¢nager de Justin Bieber (al que odia hace a?os) sin, repito que es su versi¨®n, darle la oportunidad de recuperar sus discos.
Aprovechando esta situaci¨®n vamos a repasar otros casos de contratos realmente malos... para los artistas
Little Richard y los padrinos del rock
En los primeros a?os del rock los timos a artistas eran tan habituales que lo raro es encontrar alg¨²n rockero al que no le robaran de una u otra manera. Quiz¨¢s el caso m¨¢s sangrante sea el de Little Richard. En 1955, Art Rupe, propietario de Specialty Records, compr¨® los derechos de Tutti frutti por 50 d¨®lares. Seg¨²n ese acuerdo, por cada ejemplar de ese gigantesco ¨¦xito que vendi¨® m¨¢s de un mill¨®n de ejemplares lo ¨²nico que recib¨ªa Richard era una cantidad rid¨ªcula. Al darse cuenta, Richards declar¨®: ¡°La ¨²nica forma en que puedo romperlo es si muero o por un acto de Dios¡±. Lo que parec¨ªa un chiste era en realidad la soluci¨®n: poco despu¨¦s Little Richard se hizo pastor.
Los Beatles pagaban por tocar sus canciones
Durante cuatro d¨¦cadas los Beatles no fueron due?os de los derechos de sus canciones. Algo que ha dado lugar a situaciones curiosas: "Lo molesto es que tengo que pagar para tocar algunas de mis canciones. Cada vez que quiero cantar Hey Jude tengo que pagar ", declar¨® McCartney hace a?os. El desprop¨®sito empez¨® antes de que fueran famosos. En 1963 Lennon y McCartney fundaron Northern Songs para gestionar los derechos de autor de sus temas. El 50 % de la empresa pertenec¨ªa a Dick James y Charles Silver, due?os de una editorial brit¨¢nica. El 10 % a Brian Epstein, m¨¢nager de los Beatles. El 40 % restante se repartieron a partes iguales entre Lennon, que ten¨ªa 23 a?os, y McCartney, 21.
A?os despu¨¦s confesaron que ni siquiera leyeron el contrato. Tras la muerte de Epstein en 1967 Lennon y McCartney quedan en minor¨ªa en la empresa. A partir de aqu¨ª una serie de malas decisiones hizo que los derechos de sus canciones acabaran en 1984 en manos de Michael Jackson. En 2005 Sony compr¨® el 50 % de los derechos a Jackson por 95 millones de d¨®lares. La empresa resultante se llam¨® Sony/ATV.
En ese momento para emplear alguna de las canciones de los Beatles, un usuario necesitaba en la mayor¨ªa de los casos la aprobaci¨®n de Sony/ATV, la compa?¨ªa editorial, lo que significa los herederos de Michael Jackson. De EMI, el sello discogr¨¢fico que fue devorado por Universal; de los dos Beatles supervivientes y de los herederos de los dos fallecidos. De la tramitaci¨®n y el papeleo se encargaba generalmente Apple Corps, el conglomerado derivado de la discogr¨¢fica que fund¨® el grupo en los sesenta.
Pacientemente, McCartney esperaba su oportunidad: seg¨²n la Ley de Derechos de Autor de EE. UU. de 1976 las canciones escritas antes de 1978 se convierten en propiedad del compositor a los 56 a?os de su composici¨®n. En 2013, el peri¨®dico The Sun citaba al respecto a una fuente sin especificar: "Paul ha estado echando humo durante d¨¦cadas. Es un asunto personal. Ahora va a recuperar lo que es suyo por derecho¡±. A principios de 2016, Sony se convirti¨® en ¨²nico due?o de la editorial, tras pagar a los herederos de Jackson 526 millones de libras. McCartney ped¨ªa la apertura de un juicio en enero de 2017, pero no se lleg¨® a producir. En junio, el abogado del m¨²sico comunicaba al juez encargado del caso que las partes hab¨ªan llegado a un acuerdo confidencial.
Tommy James y la mafia
En 1966 Tommy James parec¨ªa destinado a ser la nueva sensaci¨®n del pop estadounidense. Su canci¨®n Hanky panky se hab¨ªa convertido en un ¨¦xito local en Pittsburg, as¨ª que decidi¨® viajar a Nueva York para ver cu¨¢ntos de los grandes sellos estaban interesados en ficharle. La respuesta lleg¨® pronto: todos. Hasta que una ma?ana empez¨® a recibir llamadas. Esas mismas discogr¨¢ficas se echaban atr¨¢s. Todas, menos una. Roulette Records, cuyo due?o, Morris Levy, era conocido por sus conexiones con la mafia. James firm¨® con ellos en un error que conden¨® su carrera para siempre. No solo le rob¨® entre 30 y 40 millones de d¨®lares. Tambi¨¦n le dej¨® en el lado equivocado en una guerra de familias. Los Gambino obligaron al due?o de la discogr¨¢fica a huir a Espa?a en 1971, tras derrotar a los Genovese. Amenazado de muerte, James termin¨® larg¨¢ndose de Nueva York para refugiarse en Tennessee.?
George Michael contra Sony
El 20 de noviembre de 1987, la multinacional japonesa Sony anunci¨® la compra de la discogr¨¢fica estadounidense CBS. Bob Dylan o Michael Jackson ve¨ªan como su contrato cambiaba de due?o. ¡°He visto a la gran compa?¨ªa musical americana convertirse en una peque?a parte de una gigantesca empresa electr¨®nica¡±, dir¨ªa despu¨¦s George Michael, otro de los afectados. En 1993, tras la muerte de su pareja y agotado por el ¨¦xito de Faith, que hab¨ªa vendido 10 millones copias, George Michael decidi¨® dar una vuelta a su carrera. ¡°Estaba muy desconcertado y triste tras el ¨¦xito de Faith y la decisi¨®n que tom¨¦ para intentar alcanzar un equilibrio en mi vida no fue la ideal para los ejecutivos de Sony. Tienes un artista que vende millones y de repente dice no, y quiere quedarse en su habitaci¨®n¡±, dijo.
El problema era que seg¨²n el contrato en vigor, Michael deb¨ªa seis discos a Sony Music Entertainment, que el sello pod¨ªa rechazar "si no son de la misma calidad de los anteriores", adem¨¢s de poder demandar al cantante "si no produce bastantes canciones ni acepta las condiciones de promoci¨®n que Sony juzga necesarias". Seg¨²n George Michael, CBS le respetaba y respaldaba financieramente. Con Sony comenzaron los problemas que, para Michael, justificaban la ruptura de un contrato que ¡°limita mi potencial comercial y art¨ªstico¡±. Por eso denunci¨® lo que denomin¨® como ¡°esclavitud contractual¡±. Perdi¨® el juicio, y se vio atado a Sony durante 10 a?os m¨¢s. Aunque consigui¨® su libertad. Dreamworks compr¨® su contrato para Estados Unidos y Virgin para el resto del mundo. Ambas compa?¨ªas pagaron 45 millones de d¨®lares a Sony por el traspaso de Michael, aparte de comprometerse a entregar un 3 % de derechos en las ventas de sus futuros discos. Michael recibi¨® 10 millones de d¨®lares, de los que una tercera parte fue destinada a pagar los costes de su desastrosa demanda contra Sony.
Prince contra el mundo
Alguien dijo que pod¨ªas trazar la carrera de Prince m¨¢s f¨¢cilmente por sus problemas con las discogr¨¢ficas que por su discograf¨ªa. Y eso que los comienzos fueron buenos. Prince firm¨® con Warner Music en 1977 cuando ten¨ªa solo 18 a?os, y su precoz talento era irresistible para los ejecutivos de la compa?¨ªa. Su primer ¨¢lbum, For you, sali¨® en 1978, pero solo lleg¨® al n¨²mero 163 en las listas de los Estados Unidos. Sin embargo, entonces los sellos ten¨ªan paciencia, respaldaban a los artistas y les permit¨ªan desarrollarse en varios ¨¢lbumes sin la presi¨®n actual por el ¨¦xito inmediato.
As¨ª que public¨® un ¨¢lbum anual entre 1978 y 1981 sin obtener ¨¦xitos significativos, pero se le consideraba un m¨²sico que reflejaba bien la idea Warner, una compa?¨ªa que aseguraba invertir a largo plazo. Cuando lleg¨® el ¨¦xito, a partir de Purple rain, en 1983, Prince decidi¨® renegociar su contrato, algo que era un privilegio de las estrellas desde los sesenta. A¨²n as¨ª, nunca qued¨® satisfecho con sus nuevas cl¨¢usulas. Diez a?os despu¨¦s, antes del lanzamiento de The gold experience, Prince y Warner estaban en guerra.
Prince decidi¨® hacer p¨²blica la batalla. Decidi¨® aparecer con la palabra "Esclavo" escrita en un lado de la cara. Como su posici¨®n era que ¨¦l hab¨ªa firmado con Warner y, como resultado, ellos pose¨ªan y controlaban su nombre, as¨ª como cualquier m¨²sica lanzada bajo ese nombre cambi¨® su nombre por un s¨ªmbolo impronunciable. Esa es la ¨¦poca en la que para referirse a Prince hab¨ªa que llamarle "S¨ªmbolo" o "El artista anteriormente conocido como Prince". Esta guerra coincidi¨® con el intento de George Michael de salirse de su contrato con Sony, que calific¨® de "esclavitud profesional". De repente, los sellos discogr¨¢ficos ten¨ªan un serio conflicto de relaciones p¨²blicas en sus manos que no pod¨ªan permitirse perder. Incapaz de liberarse por completo, Prince cumpli¨® los t¨¦rminos de su contrato con una serie de ¨¢lbumes, algunos de los cuales se consideraron como una purga descarada de cintas de estudio y recortes. Colecciones de sobrantes que us¨® para completar su compromiso.
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