Guerra y cirug¨ªa pl¨¢stica
Harold Gillies, m¨¦dico del Ej¨¦rcito Brit¨¢nico, fue pionero recomponiendo los rostros cercenados por la metralla de la Primera Guerra Mundial
Bien puede afirmarse que la cirug¨ªa pl¨¢stica tuvo su origen en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El impacto de la metralla hab¨ªa transformado los rostros de los soldados de tal manera que, una vez terminado el conflicto, fue imposible su integraci¨®n social. Se pod¨ªan contar por miles los que quedaron vivos tras sufrir la erosi¨®n b¨¦lica en su propia carne.
Es posible imaginarlos, caminando absortos entre las ruinas de la guerra, portando la morbidez del estropicio en cada colgajo de su cara. Tambi¨¦n es posible que muchos de ellos decidieran acabar con su vida antes de sufrir el trauma de enfrentarse a los ojos de sus propias familias. Resultaba tan espeluznante su aspecto que, cuando les toc¨® reinstalarse en la vida laboral, lo hicieron separados del resto, la mayor¨ªa en oficinas apartadas y rincones libres de espejos.
Hay una novela reciente que trata el tema. Se titula?Nos vemos all¨¢ arriba y es una obra maestra firmada por el franc¨¦s Pierre Lemaitre con la que mereci¨® el Goncourt del a?o 2013. Siguiendo la l¨ªnea del mejor follet¨ªn, Lemaitre nos cuenta de manera ¨¢gil la historia de una amistad forjada en la Gran Guerra y en cuyo fondo subyace la mutilaci¨®n del rostro de ?douard P¨¦ricourt, joven de familia con posibles y dotado con un talento excepcional para las artes; facultad que pondr¨¢ al servicio de su tragedia, creando caretas para ocultar la mutilaci¨®n de su rostro. La novela es absorbente y muy recomendable. Por lo tanto, no es plan de expoliarla aqu¨ª, tan s¨®lo citarla como ejemplo de lo que sucedi¨® en la I Guerra Mundial, cuando muchos soldados sobrevivieron al conflicto con el rostro desfigurado por la metralla. Una historia de ficci¨®n, m¨¢s que recomendable, basada en la realidad m¨¢s cruda; la de la destrucci¨®n b¨¦lica.
Con todo, para reparar el da?o causado por las esquirlas de metralla, hubo un m¨¦dico del Ej¨¦rcito Brit¨¢nico, de nombre Harold Gillies que se dedic¨® con ¨¦xito a la reconstrucci¨®n facial de los heridos. Su historia bien merece un aparte por ser pionero en lo que hoy se conoce como cirug¨ªa est¨¦tica, estableciendo su unidad de operaciones en un hospital de Londres.
Hasta dicho hospital lleg¨® malherido el teniente William Spreckley, en cuyo rostro destacaba la ausencia de la nariz y la erosi¨®n carnal alrededor del boquete. El cirujano Harold Gillies aplic¨® con resoluci¨®n una t¨¦cnica hind¨² conocida como "colgajo frontal". Para ello, necesit¨® m¨¢s de tres a?os. La operaci¨®n fue virguera, pues, en un principio, utiliz¨® el cart¨ªlago de una de las costillas de Spreckley y, antes de implantarlo en su frente, lo envolvi¨® en forma de tubo con una capa de piel. De esta manera quedaba protegido de la infecci¨®n. Hay que apuntar que Gilles realizaba sus operaciones antes de que los antibi¨®ticos se convirtieran en el nuevo milagro cient¨ªfico, valga el ox¨ªmoron, por lo cual, el riesgo de infecciones en cada intervenci¨®n quir¨²rgica era muy alto.
Una vez que el cart¨ªlago fue implantado en la frente de Spreckley, se esper¨® durante medio a?o hasta asegurarse de que el implante no era rechazado. Fue entonces cuando se procedi¨® a doblarlo sobre el rostro del teniente y, a partir de aqu¨ª, dio comienzo la reconstrucci¨®n de la nueva nariz siguiendo t¨¦cnicas m¨¢s propias de un escultor que de un carnicero. Al final, al teniente Spreckley no le qued¨® huella alguna de los estragos de la metralla.
Ahora volvamos a la ficci¨®n y regresemos al punto en el que empieza la novela de Pierre Lemaitre, en noviembre de 1918, cuando todos los que pensaban que aquella guerra acabar¨ªa pronto estaban muertos desde hac¨ªa mucho tiempo, y los que no estaban muertos ocultaban su rostro entre las sombras de la verg¨¹enza.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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