Cojo mi museo y me lo llevo, adi¨®s
Los gestores de los museos del Libro y del Cid, en Burgos, cierran cansados de la falta de apoyos y deciden sacarlos de Castilla y Le¨®n
LO SABE TODO Cristo, hasta el de las enag¨¹illas: cuando un pol¨ªtico, igual da el signo, se empe?a en el desastre, el desastre sobreviene. Por ejemplo, un s¨ª a tiempo pronunciado por el flamante consejero de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y Le¨®n, Javier Ortega (Ciudadanos), o por el flamante alcalde de Burgos, Daniel de la Rosa (PSOE), habr¨ªa servido para salvar de la hoguera dos museos: el Museo del Libro Fadrique de Basilea y el del Cid, ambos incrustados en el popular Hondillo de la ciudad castellana, a dos pasos de la plaza Mayor. Pero no. Los s¨ªes no llegaron y los dos museos ya son historia, y nunca mejor dicho.
¡°Lo hemos intentado todo hasta el final, esto no ha sido ni un ¨®rdago ni un chantaje, pero estamos hartos del pasotismo de los pol¨ªticos locales¡±, explica Juan Jos¨¦ Garc¨ªa. ?l y su amigo y socio, Pablo Molinero, ambos burgaleses, inauguraron en 2010 el Museo Fadrique de Basilea, del nombre del impresor de origen germano que trabaj¨® en Burgos en el siglo XV. Lo pensaron, lo construyeron, lo costearon a base de sucesivos cr¨¦ditos y lo gestionaron. Y el pasado martes 23 de julio lo cerraron. No lo hicieron con l¨¢grimas ni lamentos. Echaron el candado por ¨²ltima vez y, acto seguido, montaron en plena calle una fiesta con comida, bebida y m¨²sica en directo. Las notas del grupo burgal¨¦s La Chistera Negra fueron la banda sonora del adi¨®s.
Lo menos que puede decirse es que eran dos museos ¨²nicos en su g¨¦nero. Sus fundadores se inventaron un ins¨®lito centro cultural de vocaci¨®n pedag¨®gica en el que, a lo largo de casi una d¨¦cada, m¨¢s de 100.000 personas (entre ellas, unos 2.400 ni?os al a?o procedentes de colegios de Burgos) han podido empaparse de la historia de los libros. Desde las tablillas de arcilla a la tableta electr¨®nica y desde los balbuceos de Gutenberg (¡°la imprenta es un ej¨¦rcito de soldados de plomo con el que se puede conquistar el mundo¡±) hasta el e-book, las cuatro plantas del estrecho edificio han sido el escenario de una aventura editorial a trav¨¦s del tiempo: reproducciones de papiros, de incunables, de libros de horas, de mapas, de tratados bot¨¢nicos, de primeras ediciones del Quijote o de La Celestina¡
Una aventura que incluye la propia idiosincrasia cultural-comercial del lugar. Porque Garc¨ªa y Molinero son adem¨¢s ¡ªson sobre todo¡ª los propietarios y gestores de la editorial Silo¨¦, uno de los tres o cuatro sellos mundiales m¨¢s prestigiosos en el ¨¢mbito de la edici¨®n facsimilar de libros antiguos. Los incre¨ªbles clones del Beato de Ginebra, El peque?o Ptolomeo, los Cartularios de Valpuesta, la Vida y milagros de san Luis ¡ªcuya edici¨®n ultiman estos d¨ªas¡ª, pero sobre todo del misterioso C¨®dice Voynich, cuyo original reposa en la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale, jalonan los 25 a?os de trayectoria de esta pareja de editores burgaleses buenos amigos del desaparecido Umberto Eco.
Todos esos facs¨ªmiles se expon¨ªan ¡ªy pod¨ªan adquirirse, si se ten¨ªan entre 4.000 y 8.000 eurillos tontos¡ª en el Museo del Libro. Esa figura mixta ¡ªla de un museo-tienda o una tienda-museo¡ª nunca la ocultaron sus propietarios y despert¨® siempre recelos entre muchos profesionales del purismo cultural y entre los pol¨ªticos locales. El Ayuntamiento de Burgos aprob¨® una partida de 20.000 euros anuales de ayuda que nunca llegaron. Y la Junta, que nunca incluy¨® el Fadrique de Basilea en el sistema regional de museos, prefiri¨® seguir subvencionando a?o tras a?o con cantidades millonarias el ciclo expositivo Las edades del hombre, cuyos impulsores ¡ªlos obispos de Castilla y Le¨®n¡ª fueron denunciados en su d¨ªa por Juan Jos¨¦ Garc¨ªa por fraude en el recuento de visitantes. ¡°Este museo no costaba un c¨¦ntimo al contribuyente. Si eso no es mecenazgo¡¡±, lamentan Garc¨ªa y Molinero. Ahora se llevar¨¢n sus museos del Libro y del Cid ¡°fuera de Burgos y de Castilla y Le¨®n¡±. Ofertas, aseguran, no les faltan. Adi¨®s a dos museos. Y todo por un no.
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