¡°Los pol¨ªticos que tienen ¨¦xito son los que apelan a las emociones. Trump es un fen¨®meno en ese aspecto¡±
Como director del diario The Guardian, tuvo que informar sobre asuntos trepidantes: el esc¨¢ndalo de Wikileaks, la muerte de Bin Laden, el colapso de las finanzas europeas¡ Ahora revisa aquellos episodios desde la serenidad de un college de Oxford
RODEADO de la atm¨®sfera apacible de su amplio despacho en el College de Oxford que dirige, Alan Rusbridger est¨¢ ya lejos de los terremotos que vivi¨® como director de The Guardian cuando ese peri¨®dico libraba batallas que hicieron historia de la informaci¨®n en su pa¨ªs y en el mundo. Rusbridger lider¨® (con Javier Moreno, en EL PA?S) la revuelta de Wikileaks, que denunci¨® el espionaje m¨²ltiple ejercido por Estados Unidos en el mundo, y tuvo ah¨ª como aliado dif¨ªcil a Julian Assange. Cubri¨® las diversas primaveras ¨¢rabes, la muerte de Bin Laden, el colapso de las finanzas europeas. Puso tambi¨¦n en jaque el imperio de Murdoch, el magnate de la comunicaci¨®n en ingl¨¦s, al que acus¨® con pruebas de usar a sus periodistas de News of the World para vigilar a colegas y oponentes. Fue, en Inglaterra, ap¨®stol de los beneficios que Internet pod¨ªa aportar al periodismo. Esa fe lo llev¨® a hacer una de las webs m¨¢s potentes del mundo en un diario tradicional al que le cambi¨® formato y m¨¦todos para hacerlo referencia global en la ¨¦poca de las redes. La tormenta de Internet pudo con ¨¦l¡ despu¨¦s de su retirada. Pues mientras estuvo al frente de The Guardian no hab¨ªa emergido el d¨¦ficit que registr¨® el peri¨®dico durante su mandato.
As¨ª que Rusbridger dej¨® The Guardian saludable y mandando. Y se supon¨ªa que pod¨ªa acceder por ello al m¨¢s alto cargo de la Fundaci¨®n Scott, que lo controla. Pero se encontr¨® fuera de esos honores porque su gesti¨®n al fin se revel¨® infructuosa. Es ahora, en todo caso, un hombre feliz al frente del Lady Margaret College, en la Universidad de Oxford. Parti¨® de Cambridge siendo un muchacho para integrarse en un diario de provincias en el que hizo de todo.
Desde hace cuatro a?os, pues, ve el periodismo desde una barrera de sosiego, su casa y este despacho en el que hablamos un viernes de primavera soleada en Oxford. Despu¨¦s de dejar The Guardian, en 2015, cont¨® en Play It Again (An Amateur Against the Impossible) el secreto que le mantuvo impasible ante aquellos truenos del periodismo. El piano es ahora, tambi¨¦n, en ¡°la tarde de la vida¡±, como repite que escribi¨® Carl Jung, la materia de su calma. Lo fue en 2010, cuando pasaba de todo en el mundo y ¨¦l era el vital¨ªsimo director de The Guardian. Aquel verano en que pasaba de todo y, al mismo tiempo, ¨¦l par¨® en busca del sosiego del verano, fue a un pueblecito de Italia y all¨ª se impuso regresar al piano ensayando una pieza imposible, la Balada n¨²mero 1, de Chopin. Era, en efecto, un amateur ¡°contra lo imposible¡±. Logr¨® vencer, al fin, la resistencia tempestuosa de esa balada. Al regreso, el fuego y la furia del oficio le explotaron con la violencia que ordena y desordena el mundo. Cinco a?os m¨¢s tarde ¨¦l se fue de The Guardian.
¡°Ahora miro atr¨¢s y me digo: ¡®?Dios m¨ªo, vaya ritmo de vida!¡¯. Creo que ahora los directores lo tenemos mucho peor con el advenimiento de las m¨¢quinas¡±
Usted hizo aquella pausa, y mientras, en Londres, su peri¨®dico manten¨ªa aquellas luchas, que en 2010, cuando ensayaba Chopin, se centraban en la tormenta de Wikileaks¡ ?C¨®mo, despu¨¦s del sosiego, soport¨® las prisas de la vida, la sucesi¨®n de las noticias? Ahora miro atr¨¢s y me digo: ¡°?Dios m¨ªo! ?Vaya ritmo de vida!¡±. El caso es que una de las formas de afrontarlo era tocando el piano. Se trata de encontrar un hueco, un rato en el que no est¨¢s mirando la pantalla, no est¨¢s contestando un correo. Te toca usar una parte totalmente diferente del cerebro. Y creo que eso, tocar el piano, ayud¨®.
?Le ayud¨® a dejar de ser Alan Rusbridger para ser otro Alan Rusbridger? Bueno, creo que hay una parte de m¨ª en ambos. No podr¨ªa dejar lo que hac¨ªa y ser un pianista. Nadie querr¨ªa que yo fuese pianista. Pero una parte de m¨ª est¨¢ encantada de hacer cosas art¨ªsticas. Es parte de mi personalidad. Otra parte de mi personalidad es que soy muy obsesivo. Muchas veces llegaba a casa y cenaba a las nueve y media, y luego me pasaba hasta la una de la madrugada contestando correos, porque ten¨ªa que dejar todo hecho. Creo que ahora los directores lo tenemos mucho peor con el advenimiento de las m¨¢quinas. No creo que sea sano obsesionarse por nada.
En algunas fotos personales, con gente, con compa?eros en los cursos de piano, por ejemplo, usted parece un extra?o. ?Se ha sentido usted as¨ª tambi¨¦n como periodista? Siempre me he sentido periodista. Me encantan las redacciones, la comunidad de periodistas. S¨ª que me he sentido extra?o alguna vez siendo director. Te conviertes en una figura p¨²blica. A veces me quedaba un poco desubicado porque no escog¨ª dedicarme al periodismo para convertirme en una figura p¨²blica.
Usted hizo de The Guardian uno de los peri¨®dicos globales con mayor influencia. ?Considera que todo eso le benefici¨® a usted como persona, no solo al peri¨®dico? No creo que haya sido beneficioso para m¨ª. Mi sensaci¨®n es que las cosas ocurrieron de manera fortuita. Llevaba 14 o 15 a?os de director, y sacamos varias noticias dif¨ªciles, de eco mundial. Sent¨ªa que ya hab¨ªa superado muchas dificultades, hab¨ªamos librado grandes batallas con acusaciones de difamaci¨®n. Estaba bastante preparado, ten¨ªa la formaci¨®n, la experiencia. De haber tenido esas historias en mis primeros cinco a?os como director, me habr¨ªa costado mucho afrontarlo. De alguna forma, me sent¨ªa bien preparado para aguantar todo el estr¨¦s que tra¨ªan consigo esas historias.
Usted menciona el dolor en el oficio, el que se sufre y el que los periodistas hacemos sufrir a otros. ?C¨®mo ve hoy la figura del periodista que trata otras vidas? ?Le preocupa ese periodista c¨ªnico contra el que advert¨ªa Kapuscinski? S¨ª que me preocupa el asunto. Cada vez m¨¢s me pregunto, seg¨²n va desapareciendo el modelo de negocio de cierto periodismo, ?c¨®mo justificamos lo que hacemos? Justificas lo que haces porque hay en ello un aut¨¦ntico inter¨¦s para el p¨²blico, escribes cosas ciertas sobre los asuntos que importan, las cosas que influyen en la vida de la gente. Si escribo sobre una actriz que tiene una aventura con un futbolista, eso no es importante, no influye en la vida de nadie. Si escribo sobre corrupci¨®n, evasi¨®n fiscal, criminalidad, las mentiras de los pol¨ªticos, eso s¨ª que afecta a la vida de las gentes. Mientras tengas el convencimiento de que es de inter¨¦s p¨²blico, eso puede que tenga m¨¢s peso que el dolor o el mal causado a ciertas personas. Detesto el periodismo que hace da?o a las personas como quien no quiere la cosa, donde hay hostigamiento y crueldad.
Con otros colegas, usted escribi¨® un c¨®digo ¨¦tico para el futuro del periodismo. Los niveles de confianza en el periodismo eran terribles, incluso hace 10 a?os. Ahora son todav¨ªa peores. Antes de la gran competencia que nos planteaba Internet era consciente del poder enorme que tenemos los periodistas. Es estupendo poseer ese poder, pero solo si nos tomamos en serio lo de comportarnos de manera ¨¦tica y responsable. Con el advenimiento de Internet, la pregunta que nos hacemos es si nos comportamos mejor que Internet. Una de las cosas que debemos hacer es comportarnos de manera ¨¦tica, decir la verdad, diferenciar entre lo que es verdad, lo que son los hechos, y lo que son meros comentarios. No hay que invadir la privacidad de la gente salvo que tengamos que hacerlo porque sea de inter¨¦s p¨²blico. Hay que rectificar cuando publiquemos algo err¨®neo. Y actuar r¨¢pido. Debemos tener una forma de mostrar nuestro oficio, de poder decirle al p¨²blico que el periodismo es diferente a Internet, que somos mejores, y ustedes han de exigirnos que lo seamos.
En sus libros usted hace mucho hincapi¨¦ en el valor de combatir la mentira. ?Qu¨¦ debe contener el periodismo, hoy y en el futuro? Hay muchas formas diferentes de periodismo y resulta dif¨ªcil definir el oficio. The Sun es periodismo, como la BBC, Fox News o The New York Times¡ Pero son ideas muy diferentes de periodismo. No se puede pedir que conf¨ªen en los periodistas, porque te dir¨¢n que conf¨ªan en unos y no en otros. En el sentido m¨¢s b¨¢sico, el periodismo consiste en publicar cosas que son ciertas, cosas que son importantes para la vida de las personas. Se trata de establecer una base factual para que la sociedad pueda conversar, porque de lo contrario no podr¨¢ funcionar. Por ejemplo, con el Brexit ni siquiera nos ponemos de acuerdo en cu¨¢les son los hechos. Si no podemos empezar con la base que dan los hechos, no es posible establecer una pol¨ªtica, no podremos salvar el planeta¡ Hay mucho en juego. Esa es la base del periodismo. Pero luego tenemos el periodismo de investigaci¨®n, donde no te limitas a ser testigo, tomas parte de manera activa, quieres explotar un tema, desafiar lo que se acepta convencionalmente. Y ah¨ª nos hallamos ante una versi¨®n a¨²n m¨¢s profunda del periodismo. Quiz¨¢ la variante m¨¢s amenazada porque es la m¨¢s cara.
A usted se le agit¨® el futuro del periodismo en sus propias manos, al menos desde 2010. Confi¨® en Internet, en las redes. ?Qu¨¦ decepciones se ha llevado? Probablemente pequ¨¦ de optimismo sobre c¨®mo se iba a desarrollar Internet. No podr¨ªa escribir un libro en el que dijese que todo el periodismo es maravilloso y que Internet es basura. Pienso que el periodismo en su mejor versi¨®n es fant¨¢stico e Internet puede ser basura. Pero en ocasiones puede ser maravilloso, incluso mejor que el periodismo. Veo demasiados periodistas que adoptan el discurso de que ¡°somos cirujanos cardiacos, somos cirujanos del cerebro, tenemos capacidades ¨²nicas e Internet est¨¢ plagado de mentirosos, de ladrones¡±. Si te crees eso, te est¨¢s enga?ando.
Podr¨ªa ser una buena combinaci¨®n tomar lo bueno de cada una de las dos partes¡ Dedico mucho tiempo a Twitter, m¨¢s del que deber¨ªa. Hablo de las cosas que me interesan: las leyes, el cambio clim¨¢tico, el Brexit, la m¨²sica, las noticias, la educaci¨®n. En las redes sociales encuentro gente que est¨¢ hablando de esos temas de forma concienzuda, se dicen cosas interesantes, incluso con mayor profundidad de lo que encuentro en muchos peri¨®dicos¡
Nicholas Carr se preguntaba ¡°qu¨¦ est¨¢ haciendo Internet con nuestras mentes¡±. No quiero resultar aburrido, pero est¨¢ haciendo muchas cosas. Probablemente est¨¢ acortando nuestra capacidad de atenci¨®n: somos cada vez m¨¢s r¨¢pidos, pero estamos menos capacitados para ocuparnos de cosas complejas. Nos hace sospechar de la gente porque no sabemos qu¨¦ creer y qu¨¦ no. Internet nos educa, ampl¨ªa nuestros horizontes, nos desaf¨ªa, nos obliga a escuchar mejor, a prestar atenci¨®n a personas que nunca tuvieron la oportunidad de expresarse. Internet nos hace muchas cosas. Unas buenas y otras malas.
¡°El futuro ser¨¢ mejor y peor. Es una pena que se reduzca nuestra capacidad de atenci¨®n. Pero estamos expuestos a m¨¢s informaci¨®n, y eso es bueno¡±
Y seg¨²n eso, ?c¨®mo ser¨¢ el futuro? Ser¨¢ mejor y peor. Es una pena que se reduzca nuestra capacidad de atenci¨®n. Incluso lo he notado en m¨ª mismo, y creo que es algo malo. Estoy expuesto a m¨¢s informaci¨®n, m¨¢s diversa, m¨¢s rica, eso es algo bueno. Va a ser mejor y peor el futuro.
En su libro Breaking News usted se refiere al creador de Wikileaks, Julian Assange, fuente de una de sus grandes controversias period¨ªsticas, como alguien ¡°que era de otro planeta¡±. ?Qu¨¦ percepci¨®n tiene hoy de ese personaje? Es una figura un tanto confusa. Su mundo es el de Internet. Ha sido capaz de hacer cosas que nadie a lo largo de la historia hab¨ªa podido hacer. Ha sido fuente, editor, activista, periodista, polemista, emprendedor, hombre de negocios. La gente no se aclara con ¨¦l. Dice de ¨¦l que no es periodista, pero luego resulta que s¨ª lo es, parte de lo que hizo era period¨ªstico, pero no se limita a eso. En ocasiones es la fuente, pero tambi¨¦n es el que publica. La ley no sabe c¨®mo ocuparse de ¨¦l, la opini¨®n p¨²blica no sabe d¨®nde ubicarlo. No es un hombre que caiga muy bien. Es un personaje muy complejo.
?Se arrepiente de alguna cosa que haya hecho como director en ese campo, por ejemplo, en haber confiado en alguien como Assange? En absoluto. En el siglo XXI tenemos esas figuras. C¨®mo llamarlas: figuras d¨ªscolas que tienen la capacidad de publicar ingentes cantidades de datos. ?Qu¨¦ es preferible, que vayan y suelten todo eso en Internet o que pasen por un peri¨®dico responsable que diga ¡°no vamos a publicar el 98%, pero s¨ª vamos a dar el 2% que creemos que es de inter¨¦s p¨²blico¡±? Pienso que est¨¢bamos haciendo algo de inter¨¦s p¨²blico. Hicimos lo que hacen los periodistas.
Usted dice que el periodismo es defendible en ¨²ltimo t¨¦rmino en tanto que es un bien p¨²blico. La mejor versi¨®n del periodismo, desde luego.
Pero ?c¨®mo medimos ese bien p¨²blico en este tiempo en que, seg¨²n el pensador Michael Sandel, ¡°el mercado y los valores de mercado gobiernan nuestras vidas como nunca antes lo hab¨ªan hecho¡±? Hoy en d¨ªa en muchas de las sociedades de Occidente no sabemos valorar los bienes p¨²blicos. Por ejemplo, la sanidad p¨²blica es algo que valoramos, pero no le dedicamos recursos suficientes. Lo mismo vale para la educaci¨®n, la polic¨ªa o el Ej¨¦rcito. En este pa¨ªs hemos tenido todos esos servicios, pero cada vez se cuestiona m¨¢s si la financiaci¨®n y la gesti¨®n deben ser p¨²blicas o privadas. ?Seremos capaces de asignarles los fondos que necesitan? De modo similar se nos presenta el argumento de que la sociedad necesita hechos, gente que atestig¨¹e, pero quiz¨¢ eso deje de ser un negocio. Y llegamos a la pregunta de Sandel, la de si necesitamos cosas que no son negocio aunque el mercado las pueda proveer. Y tienes a gente de la derecha que dice que si nadie puede proveer esas cosas, si no hay mercado, entonces no deber¨ªan existir. Incluso creo que algunos de los periodistas de la derecha que dec¨ªan esto, ahora que va desapareciendo el mercado, piensan que a lo mejor s¨ª necesitamos alg¨²n tipo de apoyo para el periodismo.
Desde este lugar pl¨¢cido de ahora, ?no tiene alguna vez ganas de llamar a The Guardian para sugerirles otro modo de hacer periodismo? No he tenido ese impulso. Para m¨ª ese es el gran alivio. Sigo muy interesado en el periodismo, qu¨¦ es y a d¨®nde se dirige; pero el alivio es no tener que pensar en qu¨¦ publicamos o si hicimos bien o mal este reportaje.
?Y c¨®mo cree que ser¨¢ el futuro? ?Qu¨¦ cosas durar¨¢n en este oficio que usted ama? Personalmente, soy de la opini¨®n de que la sociedad siempre necesitar¨¢ periodistas. No hace falta formarse durante siete a?os antes de empezar. Pero es m¨¢s dif¨ªcil de lo que mucha gente cree. Los mejores periodistas est¨¢n capacitados para trabajar r¨¢pidamente, con precisi¨®n, abarcando temas de modo exhaustivo. En la sociedad vemos lo que supone vivir en un mundo de caos informativo, nos rodea, y est¨¢ derivando en una especie de pol¨ªtica populista que afecta a gente con poca capacidad de atenci¨®n o incapaz de discernir una fuente buena de una mala. Se levanta uno y dice: ¡°Esto es lo que siento¡±. La emoci¨®n est¨¢ superando a la raz¨®n en el mundo. Los pol¨ªticos que tienen ¨¦xito son los que saben apelar a las emociones. Donald Trump es un fen¨®meno en este aspecto. Ya no hay eso conocido como hechos. Mis hechos son mejores que tus hechos. No te creas sus hechos¡ Es muy bueno cuando se trata de jugar con las emociones de la gente. Es un genio en eso. Y lo mismo est¨¢ pasando en Europa, en el Reino Unido. Tenemos que plantearnos si queremos un mundo de hechos para contrarrestar el mundo basado en las emociones, que es un mundo peligroso. Y si deseamos un mundo de hechos, necesitaremos periodistas.?
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