Las ¡®lumis¡¯, los ¡®travelos¡¯, los ¡®palos¡¯ y el lenguaje de Makoki
El apocalipsis de una ¨¦poca y de una manera de entender los tebeos vuelve con una muestra sobre la revista 'El V¨ªbora'
Makoki pantocr¨¢tor, el loco que anduvo suelto con los electrodos colgados de la cabeza, esa especie de brazos flotantes al estilo del doctor Octopus (un enemigo de Spiderman), patea ahora los pasillos del templo del arte rom¨¢nico catal¨¢n, es decir, el Museo Nacional de Arte de Catalu?a (MNAC). Pantocr¨¢tor es Cristo en el trono seg¨²n lo describe el Apocalipsis de Juan, y en Makoki est¨¢ el apocalipsis de toda una ¨¦poca, de unas cuantas generaciones y de una manera de entender los tebeos. Desde el pasado junio y hasta finales de septiembre, habita las tripas del MNAC una exposici¨®n dedicada a El V¨ªbora, la revista del underground barcelon¨¦s, hoy desaparecida. Su lema era ¡°C¨®mix para supervivientes. S¨®lo los elegidos sobrevivir¨¢n al apocalipsis¡±.
Este tebeo, que en los a?os ochenta le¨ªan los presos de la Modelo, que hablaba de los yonquis de los barrios, y de las lumis y de los travelos de las Ramblas, y de la gente que daba palos y que trapicheaba, ha tenido que convertirse en nostalgia para ser exhibido en el museo donde burgues¨ªa y Estado pactan qu¨¦ es el arte nacional, y uno se pregunta si esas vi?etas que nacieron para morir j¨®venes se han hecho viejas. Pero tambi¨¦n se pregunta uno si no ser¨¢ la nostalgia una forma de exclusi¨®n.?
Han transcurrido 14 a?os, casi una generaci¨®n, desde que otra c¨¦lebre exposici¨®n homenaje¨® en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona a la legendaria factor¨ªa Bruguera (donde nacieron personajes como Carpanta, Petra, Mortadelo y Filem¨®n, La familia Cebolleta, Manol¨®n, conductor de cami¨®n, las chicas de Nadal¡). Con frecuencia, los creadores de El V¨ªbora se refieren a los dibujantes de Bruguera como maestros y reivindican su influencia. Y sin embargo, los unos representan lo contrario de los otros. Lo que en Carpanta era hambre en El Ni?ato era adicci¨®n; lo que en Petra era servicio en Anarcoma era vicio; cuando con Manol¨®n se recorr¨ªa la ciudad en furgoneta, con Taxista se la rodeaba de noche; al mundo que mostraban Las chicas de Nadal le respond¨ªa el mundo de Mar¨ªa Lanuit. Y aun as¨ª, unos y otros eran lo mismo: dibujantes creando un lenguaje.?
?Qu¨¦ son los lenguajes? Esto es lo que se plantea la guionista y cr¨ªtica argentina Laura V¨¢zquez en su libro de art¨ªculos Fuera de cuadro. Ideas sobre historieta (Agua Negra Ediciones, Buenos Aires, 2012). En el cap¨ªtulo ¡®Lo alto, lo bajo y lo del medio¡¯, la autora evoca a H¨¦c?tor G. Oesterheld, el guionista autor de Mort Cinder y El Eternauta, desaparecido y asesinado a manos de la dictadura argentina al igual que sus cuatro hijas, sus tres yernos y dos de sus cuatro nietos (esta historia la narran Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami en su libro coral Los Oesterheld, editorial Sudamericana, 2016). Laura V¨¢zquez recuerda que en los a?os sesenta, hace ya m¨¢s de medio siglo, este escritor de historietas se preguntaba si el c¨®mic hab¨ªa alcanzado su madurez como lenguaje del mismo modo en que entonces se dec¨ªa del cine. Acaso, como sucede con la tierra en el Eclesiast¨¦s, una generaci¨®n va y otra generaci¨®n viene, mas la tierra (y los lenguajes) permanecen para siempre.
?Todo lenguaje crea literatura? Quiz¨¢ funcione al rev¨¦s y la literatura sea una masa devoradora que va asumiendo lenguajes. De la misma manera que le dieron a Bob Dylan el Premio Nobel de Literatura por sus canciones, puede que alg¨²n d¨ªa se lo concedan a un autor de c¨®mics. Por ejemplo a Quino, el creador de Mafalda, pues con la palabra (y el dibujo) ha conmocionado las conciencias, que es lo que hacen los grandes autores. Tal vez el c¨®mic tambi¨¦n sea literatura. Tal vez m¨¢s fascinante que dar premios a distintos idiomas resulte d¨¢rselos a distintos lenguajes.
Al entrar hoy en el MNAC y plantarnos ante una portada de Mart¨ª (suya es la portada del primer n¨²mero de El V¨ªbora), vemos en ella una tabla rom¨¢nica, igualmente llena de expresi¨®n, llena de dolor, los ojos bien abiertos para que sean vistos (como los no ojos del poema de Antonio Machado), los rostros desencajados de pura metaf¨ªsica, pues el dibujo es el lenguaje espiritual del ser humano. La palabra es otra cosa. Es divina y por tanto invisible. Toda escritura es un acto de herej¨ªa. Primero se dibuj¨® y luego se escribi¨®. Puede que las letras sean esquematizaciones de dibujos. El lenguaje del c¨®mic es la lealtad a la representaci¨®n primigenia. Cualquier vi?eta est¨¢ m¨¢s cerca de la representaci¨®n del cham¨¢n con aspecto animal de las pinturas rupestres, del martirio de los santos en un altar rom¨¢nico, que de todo lo que sucedi¨® luego en la pintura y en la literatura.
Hay una guerra permanente entre lo primero y todo lo que viene despu¨¦s, y esto lo saben los cl¨¢sicos del c¨®mic. Est¨¢ en el viejo chiste donde un personaje de tebeo se burla del arte contempor¨¢neo. Era una broma sin resentimiento, y quienes m¨¢s la utilizaban fueron los dibujantes de trazo m¨¢s moderno.
Carlos Conti, el creador de ¡®El loco Carioco¡¯ para la revista Pulgarcito, el dibujante que ray¨® el cubismo en sus vi?etas, utiliz¨® el chiste contra lo abstracto hasta hacer de ¨¦l una declaraci¨®n de principios. Porque para arte contempor¨¢neo ya est¨¢ la vida de cada cual. Conti hab¨ªa sido adem¨¢s dibujante publicitario cuando la publicidad era manifestaci¨®n de la vida moderna, y por ello a su lado la vanguardia parec¨ªa ineficaz. Exist¨ªa un pulso entre la modernidad y la vanguardia, entre las salas de cine y las galer¨ªas de arte. Los dibujantes de la generaci¨®n de Conti adoraban el cine y algunos pasaron por estudios de animaci¨®n, como Escobar (el padre de Carpanta y Zipi y Zape) o Pe?arroya (autor del Gordito Relleno). La publicidad convert¨ªa la vanguardia en artesan¨ªa.
A Conti se le debe, en una Espa?a adormecida por el nacionalcatolicismo (es el a?o 1952, el del descomunal Congreso Eucar¨ªstico Internacional en Barcelona), la creaci¨®n de La vida adormilada de Morfeo P¨¦rez, unas historietas llenas de surrealismo (la vieja gran vanguardia), que estaban inspiradas en una pel¨ªcula entonces reciente, La vida secreta de Walter Mitty (con Danny Kaye, Virginia Mayo y Boris Karloff), donde el protagonista era un dibujante de revistas pulp. Todo lo que para los dibujantes de Bruguera era diversi¨®n y modernidad, d¨¦cadas despu¨¦s, en tiempos de El V¨ªbora, iba a convertirse en contracultura y, en cierto modo, en un tipo de vanguardia. Por supuesto, tambi¨¦n hubo dibujantes que, adem¨¢s de dedicarse a las historietas y a la publicidad, desarrollaron una carrera en el terreno de la pintura contempor¨¢nea, como fue el caso de Tran, uno de los ¨²ltimos cl¨¢sicos de Bruguera. Pero esta es otra guerra, otro museo, otro apocalipsis.
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