La familia Fortuny se re¨²ne en Venecia
La ciudad italiana es el escenario de una muestra hist¨®rica que alberga la obra y las colecciones de los dos Mariano Fortuny, padre e hijo. Un legado que ahora revive en el palacio museo que lleva su nombre.
EL PALACIO Fortuny de Venecia reunir¨¢ hasta septiembre la obra art¨ªstica y las piezas de colecci¨®n de dos genios de la pintura: los Fortuny, padre e hijo. La exposici¨®n, titulada Una historia de familia, se centra en las figuras de Mariano Fortuny y Marsal (1838-1874) y de su hijo Mariano Fortuny y Madrazo (1871-1949). Ambos apenas se conocieron, pues el padre muri¨® a los 36 a?os, cuando su hijo ten¨ªa solo 3. Pero en sus trabajos hay una continuidad: la atenci¨®n a la luz y sus infinitas metamorfosis, la dedicaci¨®n a representar nubes, el estudio constante del pasado, la fascinaci¨®n por el orientalismo y los viajes.
La muestra, que ser¨¢ la estrella de la LVIII edici¨®n de la Bienal de Venecia, coincide con el 70? aniversario de la muerte del hijo, Mariano Fortuny y Madrazo. En ella se destacan la importancia del contexto familiar en su desarrollo art¨ªstico y los hilos principales que ligan su vida con la de su padre: la pr¨¢ctica de la pintura y la pasi¨®n por el coleccionismo. Para Gabriella Belli, directora de los museos venecianos y responsable de las 11 muestras de la Bienal, ¡°la exposici¨®n guarda coincidencias con la Bienal, donde exhiben artistas innovadores, y los Fortuny lo fueron en todas las artes a las que se acercaron¡±.
Tras la muerte de Fortuny hijo, solo una peque?a parte de las colecciones permaneci¨® en Venecia. Como Mariano y su esposa, Hen?riette, desearon, muchas obras fueron donadas a museos de varias ciudades europeas: Barcelona, Castres, Londres, Madrid y Par¨ªs.
Mariano Fortuny hijo ampli¨® los horizontes de su investigaci¨®n art¨ªstica interpretando de manera personal el ideal wagneriano de la obra de arte total, que le hab¨ªa fascinado desde su juventud. Nunca pretendi¨® emular la calidad ni la t¨¦cnica de la pintura de su padre, pero su talento se revel¨® deslumbrante en su ingeniosa versatilidad. Estudi¨® detenidamente la obra de su progenitor. Hered¨® una colecci¨®n importante de pinturas, dibujos y acuarelas, y ¡ªseg¨²n cuenta Guillermo de Osma en su biograf¨ªa Mariano Fortuny, arte, ciencia y dise?o¡ª no se content¨® con conservarla y a veces copiarla; tambi¨¦n fue ampli¨¢ndola, estampando personalmente una serie de aguafuertes con las planchas de su padre, manteniendo contacto regular con museos interesados en su figura y editando en 1933 un bello libro de coleccionista, Mariano Fortuny, 1838-1874, que ¨¦l mismo encuadern¨®, ejemplar por ejemplar, con telas de su creaci¨®n.
En la muestra destaca la presencia del cuadro del padre titulado Los hijos del pintor en el sal¨®n japon¨¦s (1874), prestado por el Museo del Prado. Daniela Ferretti, comisaria de la exposici¨®n, se?ala: ¡°Es fundamental para la narraci¨®n de la historia familiar, y tambi¨¦n porque representa su deseo de alejarse de la pintura de g¨¦nero, en la que se vio atrapado por el extraordinario ¨¦xito comercial del que goz¨® desde muy joven¡±.
El artista muri¨® sin acabar ese ¨®leo, en el que su hija Mar¨ªa Luisa tiene seis a?os, y Mariano, tres. Pero Los hijos del pintor es un esclarecedor exponente del camino por el que quer¨ªa evolucionar. ¡°De hecho, este cuadro no estaba destinado al mercado, era un regalo para su suegro y maestro, Federico Madrazo. Me gusta recordar que tanto el abuelo materno, Federico, como el bisabuelo, Jos¨¦ Madrazo, fueron directores del Museo del Prado¡±, se?ala Ferretti.
La muestra re¨²ne pinturas del padre cedidas por el Museo Pushkin, la Colecci¨®n Nacional de Qatar, el Prado¡
Mariano Fortuny padre ¡ªa quien el Prado dedic¨® una gran retrospectiva en 2017¡ª es uno de los m¨¢s importantes pintores espa?oles del ¨²ltimo tercio del siglo XIX. A los 33 a?os ya gozaba de una reputaci¨®n internacional que permit¨ªa a Goupil, su marchante en Par¨ªs, vender sus recreaciones de la vida cortesana del siglo XVIII a precios astron¨®micos. Lo mismo ocurr¨ªa con sus obras de temas ¨¢rabes, muy de moda en aquella ¨¦poca. Pero su orientalismo no era decadente ni idealizado como el de sus contempor¨¢neos europeos, sino realista: busca personajes, efectos de luz y una reconstrucci¨®n veraz de la arquitectura y los ambientes. Daniela Ferretti est¨¢ orgullosa: ¡°Hemos logrado reunir muy importantes pinturas suyas cedidas por el Museo Pushkin de Mosc¨², la Colecci¨®n Nacional de Qatar, el Prado, la colecci¨®n Vida-Mu?oz; la Fundaci¨®n Gala-Salvador Dal¨ª y muchos museos m¨¢s, adem¨¢s de dibujos en acuarela y grabados¡±.
Su ¨¦xito como pintor fue temprano y arrollador, lo que le permiti¨® llevar una vida desahogada. Adem¨¢s, se hab¨ªa casado con Cecilia Madrazo, hija de su maestro, Federico Madrazo, pintor de la corte de Isabel II y considerado el mejor retratista espa?ol de la segunda mitad del siglo XIX.
El joven matrimonio se estableci¨® en Roma, aunque viajaba con frecuencia a Par¨ªs. En 1870 regres¨® a Espa?a, ya con su hija Mar¨ªa Luisa, y se instal¨® en Granada, decidido por la fascinaci¨®n del pintor por la est¨¦tica ¨¢rabe. En Granada naci¨® el hijo, Mariano, y fue en esa ¨¦poca cuando el padre pudo desentenderse m¨¢s del ¨¦xito comercial y se permiti¨® pintar al aire libre, con la luminosidad y los fuertes contrastes de sombras que marcaron su obra de los ¨²ltimos a?os. En el ¨®leo Mar¨ªa Luisa en el jard¨ªn con una mu?eca (1872), toda la composici¨®n, inmersa en un caleidoscopio de colores claros y deslumbrantes, irradia alegr¨ªa y serenidad.
Es conocida la pasi¨®n de Fortuny padre por el coleccionismo y las artesan¨ªas, que le llev¨® a reunir, ya en su palacete de Roma, Villa Martinori, un verdadero tesoro. Desde extraordinarias piezas nazar¨ªes hasta estampas japonesas y variopintos objetos de todos los lugares que visitaba: tapices, vidrios, estatuas, mobiliario, alfombras, l¨¢mparas, armas, telas, ¨®leos o cer¨¢mica que utilizaba no solo como atrezo en su pintura, sino tambi¨¦n como fuente de inspiraci¨®n y para recrear el Oriente ex¨®tico que le deslumbraba. Un conjunto que su hijo continu¨® desarrollando y nutriendo con sus propias obras en todos los terrenos en que trabaj¨®.
¡°Fortuny hijo tuvo el talento de hacer suyo el legado familiar. En pintura, permanece fiel a la tradici¨®n de los antiguos maestros. Pero la infatigable necesidad de experimentar, de combinar arte y ciencia, lo llev¨® a explorar muchos campos de investigaci¨®n: desde la iluminaci¨®n y la escenograf¨ªa hasta la fotograf¨ªa, la impresi¨®n de tejidos, el dise?o de interiores y, por supuesto, la creaci¨®n de ropa. Y en todos esos campos los resultados fueron sorprendentes¡±, dice Ferretti.
Cuando Fortuny padre muri¨® repentinamente en Roma, su viuda, Cecilia, decidi¨® educar a sus hijos en Par¨ªs, dentro del c¨ªrculo de sus hermanos pintores y admiradores del trabajo de su esposo. Pero aliger¨® su monumental equipaje. Viuda a los 28 a?os, organiz¨®, con el fin de obtener los medios econ¨®micos que pod¨ªan garantizarle un excelente nivel de vida, dos subastas de las obras y objetos de la valiosa colecci¨®n de arte de su marido. En 1875 se vendi¨®, a un precio considerable, el precioso jarr¨®n de cer¨¢mica hispano-morisca que hoy, gracias a la generosidad del Museo del Ermitage de San Petersburgo, constituye una de las piezas m¨¢s destacadas de la exposici¨®n de Venecia. Es la primera vez, desde 1885, que el Vaso de Salar, ahora conocido como Jarr¨®n Fortuny, abandona las salas del museo ruso.
En Par¨ªs, el joven Mariano destac¨® pronto por su talento art¨ªstico, empez¨® a pintar y estudi¨® dibujo y qu¨ªmica en Francia y Alemania. En 1888, la familia se mud¨® al palacio Martinengo de Venecia. La figura de su padre estuvo siempre muy presente en su vida. Gran parte de su colecci¨®n y muchas de sus pinturas, dibujos y grabados siguieron en propiedad de la familia y permanecieron con ella en sus sucesivos traslados de Roma a Par¨ªs y de Par¨ªs a Venecia, primero en el palacio Martinengo, y luego en el palacio Pesaro Orfei, actual Museo Fortuny.
El desarrollo de la exposici¨®n recompone el universo imaginativo de los Fortuny al cruzar sus vidas, sus obras el contexto social en el que se desarrollaron sus talentos, sus afinidades y sus elecciones individuales.
El hijo compr¨® y restaur¨® el palacio Pesaro Orfei, ahora Museo Fortuny, donde se celebra la exposici¨®n
Para documentar la versatilidad de Fortuny hijo, los organizadores de la muestra han seleccionado desde pinturas de tem¨¢tica wagneriana hasta escenograf¨ªa y vestuario teatral. Por ejemplo, los estudios y modelos de la ¡°c¨²pula Fortuny¡±, las l¨¢mparas de seda y otras m¨¢s t¨¦cnicas, producidas por la empresa alemana AEG y por la milanesa Leonardo da Vinci de Officine; tambi¨¦n fotograf¨ªas y grabados, sin dejar de lado los extraordinarios vestidos Delphos y Eleonora, las capas, el chal Knossos y las sedas y los terciopelos estampados que han hecho famosa la marca Mariano Fortuny Venise.
El palacio Pesaro Orfei fue construido en la segunda mitad del siglo XV por Benedetto Pesaro, un rico comerciante amante de las artes. Despu¨¦s, fue sede de importantes sociedades musicales, como la de Orfei; pero en 1898, cuando Fortuny alquil¨® el enorme ¨¢tico, el edificio estaba en franca decadencia. Con todo, ¨¦l capt¨® las posibilidades del espacio y dedic¨® mucho tiempo y dinero hasta adquirir la totalidad del edificio y restaurarlo. Ahora es el escenario de una exposici¨®n que constata que el padre y el hijo no hicieron diferencias entre artes mayores y menores, al tiempo que reconstruye la memoria de una colecci¨®n que, en realidad, nunca estuvo reunida. Se disgreg¨® por la muerte prematura del padre y los avatares del tiempo.?
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