25 a?os de uno de los discos cumbre de la m¨²sica pop de los noventa
Portishead es la banda m¨¢s complicada de imitar de las ¨²ltimas d¨¦cadas y a la vez la que m¨¢s veces ha sido imitada. La obra maestra de los de Bristol, 'Dummy', es tan inc¨®moda como fascinante
¡°Es curioso como gust¨¢ndote tanto esas cosas discordantes, descacharradas, rotas, la gente¡¡±, arranca el periodista de The New York Times en conversaci¨®n con Geoff Barrow, miembro de Portishead, en la entrevista que publicaba el rotativo estadounidense para conmemorar que el 22 de agosto de 2019 se cumple el 25? aniversario de Dummy, el ¨¢lbum de debut de la banda de Bristol. ¡°¡Pensar¨¢ que hac¨ªamos m¨²sica para amenizar cenas en casa¡±, le interrumpe Barrow. Da la sensaci¨®n de que el m¨²sico llevaba 25 a?os esperando el momento para escupir sobre una de las ideas err¨®neas sobre su banda que m¨¢s le molestan. Y hay muchas ideas err¨®neas alrededor de Portishead y de este Dummy, una de las obras cumbre de la m¨²sica de los noventa, por no decir del ¨²ltimo medio siglo.
En realidad, el ¨¢lbum, como toda la obra posterior de la banda de Bristol, formada por el propio Barrow junto al guitarrista Adrian Utley y la vocalista Beth Gibbons, es una pieza inc¨®moda, melanc¨®lica, formada a partir de fragmentos rotos, intensa, a veces descabellada, casi siempre dolorosa. De?Cocteau Twins a Joy Division. Del hip hop al jazz. A pesar de todo ello, hay algo en el disco que lo ha hecho, casi desde el d¨ªa de su lanzamiento, atractivo para esa facci¨®n del p¨²blico y la industria que busca m¨²sica para cenar con los amigos, para decorar la escena emocionalmente intensa que tiene cada pel¨ªcula de acci¨®n, para que suene en su coqueta tienda de objetos de dise?o o para, en fin, practicar sexo.
Otra idea inc¨®moda alrededor de este disco es que se trata de algo que va de f¨¢bula para practicar sexo. Para empezar, poner un disco para hacer eso es una vulgaridad tremenda
El grupo ha intentado siempre -sin demasiado ¨¦xito, la verdad- alejarse de todo este universo que se construye como da?o colateral cada vez que se toca el alma de millones de oyentes. Esto antes se llamaba principios, ahora tal vez se vea solo como un acto de esnobismo. Pero, al final, la pelota es suya y hacen con ella lo que les da la gana y, sobre todo, pueden criticar lo que hacen los dem¨¢s con ella.
Todos esos artistas que dicen que no les importa lo que el p¨²blico hace con su m¨²sica la deben valorar bastante poco. Indica m¨¢s adelante en la entrevista con el NYT el propio Barrow que cada vez que ha le¨ªdo que la suya era m¨²sica para cenas o alg¨²n fan le ha insinuado que hac¨ªa este uso de sus discos ha so?ado con acudir a esa casa y con un bate de b¨¦isbol destrozar la fondue que hay sobre la mesa. Ese se?or llamado ¨¦xito paga las facturas, pero eso no significa que deba caerte bien.
Otra idea inc¨®moda alrededor de este disco es que se trata de algo que va de f¨¢bula para practicar sexo. Para empezar, poner un disco para hacer eso es una vulgaridad tremenda. Segundo, si se escucha, pongamos, Strangers, mientras se encama uno con otra persona es muy probable que, al terminar el acto, por muy satisfactoria que haya sido la experiencia, uno quiera saltar por la ventana o encerrarse en el ba?o para llamar a su madre.
Recuerda el guitarrista de Portishead Adrian Utley sobre este particular del sexo y Dummy, que una vez estaba en el cine con su novia y empez¨® a sonar su riff de guitarra en Glory box -single clave de Dummy y tema que cierra el largo- en una escena sexual en una pel¨ªcula de Nicolas Cage. Sali¨® corriendo de la sala para llamar a su m¨¢nager y preguntarle si hab¨ªan dado permiso para esa aberraci¨®n. Al parecer, s¨ª. Se les col¨®. No hay temas de Portishead en ning¨²n anuncio, jam¨¢s se han asociado a ninguna marca. Hasta los noventa se llam¨® posicionamiento vital. Ahora se llama suicidio comercial.
Adem¨¢s de las ideas sobre su m¨²sica, que result¨® ser mucho m¨¢s digerible de lo que ellos jam¨¢s imaginaron, est¨¢ el tema de todos los hijos que ha tenido Dummy desde su lanzamiento. Portishead tal vez sea la banda m¨¢s complicada de imitar de las ¨²ltimas d¨¦cadas y a la vez la que m¨¢s veces ha sido imitada. El resultado, claro, ha sido, un espanto. M¨¢s que nada porque todos los que han llegado con un sonido m¨¢s o menos inspirado en la intensidad emocional de Beth, la guitarra sacada de los archivos del sello Blue Note de Utley y el talento de Barrow para convertir en m¨²sica ¨²nica su tendencia a ser un tipo solitario que fuma sin parar y no sale jam¨¢s de su habitaci¨®n, donde no hace m¨¢s que jugar con instrumentos desafinados y samplers de hip hop, lo han hecho licuando todo esto. O intentando todo esto y fracasando de manera b¨ªblica. Desde Sneaker Pimps, que pensaron que Portishead era una banda de rock, hasta Morcheeba, que los entendieron como un combo de m¨²sica para anuncios dirigidos por Isabel Coixet, pasando por Hooverphonic, que, simplemente, no entendieron nada. De nada. Todos han tropezado al intentar caminar sobre el concepto Portishead.
Cada vez que Barrow ha le¨ªdo que la suya era m¨²sica para cenas o alg¨²n fan le ha insinuado que hac¨ªa este uso de sus discos ha so?ado con acudir a esa casa y con un bate de b¨¦isbol destrozar la 'fondue' que hay sobre la mesa
Con este excelso Dummy, el menos trip hop de todos los discos que inventaron el g¨¦nero, la banda de Bristol gan¨® el Mercury Music Prize (mejor disco ingl¨¦s del a?o), batiendo a los favoritos: Oasis, Tricky y PJ Harvey. Tambi¨¦n se llevaron el Ivor Novello (el otro de los grandes premios ingleses musicales), galard¨®n que en la fiesta posterior a la entrega fue intercambiado por un cigarrillo por Beth Gibbons, genio, figura.
Tres a?os m¨¢s tarde lanzaron su segundo disco, titulado como la banda. Igual de bueno, pero menos sorprendente. Su ¨²ltima referencia data de 2008. Se titula Third y es otra obra maestra de la incomodidad. De hecho, uno recuerda la historia de un amigo que conduc¨ªa de noche con su pareja rumbo al Priorat con ese Third en el coche sonando cuando arranc¨® un aguacero terrible. ¡°Tuvimos que parar. Entre la lluvia y el disco me dio un ataque de ansiedad: pensaba que ¨ªbamos a morir¡±. Esta historia seguro que le gusta bastante m¨¢s a Geoff Barrow que la de los publicistas que piden sushi, ponen Dummy y hablan de lo complicado que se ha puesto encontrar ni?eras en el centro de Londres.
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