El mejor sistema posible

A veces est¨¢ bien tener un presidente. El de Italia, Sergio Mattarella, ha ejercido sus funciones con habilidad, ha solventado una crisis pol¨ªtica realmente compleja y ha evitado, al menos de momento, que un tipo impresentable como Matteo Salvini se hiciera con el control del pa¨ªs. La Rep¨²blica permite disfrutar de presidentes tan maravillosos como Sandro Pertini, tan dignos como Giorgio Napolitano y tan eficientes como Mattarella; tambi¨¦n obliga a soportar a personajes oscuros como Francesco Cossiga. Todos ellos contribuyeron a que funcionara correctamente el mecanismo de la representaci¨®n pol¨ªtica, en un pa¨ªs cargado de problemas y con un especial talento para el embrollo y la astucia. Cada presidente aporta lo suyo y se va. Por supuesto, hay otras f¨®rmulas de organizaci¨®n estatal. A Espa?a, por lo visto, le va muy bien tener un monarca que por mandato constitucional no debe hacer nada.

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Resumen del siglo XXI

Y sin embargo

A veces est¨¢ bien contar con pol¨ªticos veteranos. Gente que se ha visto obligada a tomar decisiones dif¨ªciles, que ha cometido unos cuantos errores y que se reconoce en sus pares. Angela Merkel ten¨ªa 50 a?os cuando lleg¨® a la Canciller¨ªa; hab¨ªa dirigido un par de ministerios y hab¨ªa nacido y crecido bajo una dictadura: eso tambi¨¦n ense?a. Por supuesto, la juventud y la inexperiencia constituyen una alternativa m¨¢s que interesante. David Cameron no hab¨ªa manejado nunca un presupuesto p¨²blico cuando se convirti¨® en primer ministro brit¨¢nico, y quiz¨¢ eso le proporcion¨® la necesaria audacia para convocar un refer¨¦ndum sobre la pertenencia a la Uni¨®n Europea: una de esas soluciones que lo arreglan todo para siempre.

En Espa?a, ninguno de los dirigentes de los cinco mayores partidos ha sido nunca ministro ni ha gobernado nunca nada (hay quien dice que Pedro S¨¢nchez s¨ª ha gobernado; har¨ªan falta pruebas de ello); tampoco se han contaminado con penosas experiencias laborales fuera de la pol¨ªtica. La carencia de vicios adquiridos contribuye, sin duda, a su extraordinaria efectividad. Son admirables los cinco. Y son admirables sus equipos. Uno siente un orgullo inefable al contemplar el desparpajo con que se desempe?an. Tomemos como ejemplo a Cayetana ?lvarez de Toledo, quien, despu¨¦s de demostrar c¨®mo se ganan unas elecciones en Catalu?a, ri?e por cobardes y tibios a los pol¨ªticos de su partido que sufrieron los a?os de plomo en el Pa¨ªs Vasco. Alguien ten¨ªa que hacerlo.

A veces est¨¢ bien el bipartidismo. Garantiza la formaci¨®n de un Gobierno m¨¢s o menos estable. Por supuesto, es mejor disponer de una oferta electoral m¨¢s rica y con mayor capacidad para representar distintos matices y sensibilidades. Ya saben, el enriquecimiento del debate, el pluralismo, el di¨¢logo desde la diversidad, la cultura de la coalici¨®n y dem¨¢s virtudes democr¨¢ticas. Espa?a ha tenido la suerte de asistir estos ¨²ltimos a?os al nacimiento de tres formaciones nuevas y vigorosas, Ciudadanos, Podemos y Vox, cuya contribuci¨®n al consenso y a la buena marcha de las cosas est¨¢ a la vista de todos. Han hecho posible que el votante participe cada a?o en unas elecciones generales que son en realidad unas primarias de la derecha y la izquierda, y cuyo resultado no acaba de ser satisfactorio o concluyente. Al menos para la izquierda. Qu¨¦ bien si probamos de nuevo, a ver qu¨¦ sale.