Por qu¨¦ fracasan las misiones a la Luna si ya llegaban hace medio siglo
Una sonda israel¨ª y una india se han estrellado contra el sat¨¦lite en los ¨²ltimos meses. La URSS fue el primer pa¨ªs en completar ese tipo de misi¨®n con ¨¦xito en 1966
El 3 de febrero de 1966, la Uni¨®n Sovi¨¦tica se convirti¨® en el primer pa¨ªs en hacer colocar con suavidad una sonda sobre la Luna. La Luna 9, una nave de 99 kilos, funcion¨® durante tres d¨ªas sobre el sat¨¦lite recogiendo im¨¢genes y tomando medidas de radiaci¨®n. Antes, tanto los sovi¨¦ticos como los estadounidenses hab¨ªan tenido casi 10 a?os plagados de fracasos, prueba de la dificultad de colocar artefactos intactos en la superficie lunar. Durante la siguiente d¨¦cada, 18 misiones, seis de ellas tripuladas, aterrizaron con ¨¦xito sobre la Luna. Sigui¨® habiendo intentos fallidos, pero solo en las misiones rob¨®ticas. Este a?o, m¨¢s de medio siglo despu¨¦s de aquella primera llegada exitosa, dos misiones, una israel¨ª y una india, fracasaron en su intento de posarse sobre nuestro sat¨¦lite.
Parece dif¨ªcil de entender que m¨¢s de 50 a?os despu¨¦s de aquella misi¨®n sovi¨¦tica, en un tiempo en que ha aparecido Internet, se han desarrollado tratamientos para tipos de c¨¢ncer incurables en los sesenta, y se ha reducido la mortalidad infantil de forma dr¨¢stica, la ingenier¨ªa de dos pa¨ªses avanzados no pueda igualar el ¨¦xito de aquellas antiguallas. Sin embargo, es probable que la manera en que se desarroll¨® la tecnolog¨ªa espacial de los cincuenta y los sesenta pueda explicar por qu¨¦ no haya existido un progreso generalizado en ciertas tecnolog¨ªas espaciales como se ha dado a nivel mundial para muchos otros avances.
En los a?os de la carrera espacial, la situaci¨®n pol¨ªtica mundial convirti¨® la inversi¨®n en estas tecnolog¨ªas en una prioridad nacional. Se dedicaron cantidades ingentes de dinero a desarrollar programas que cumplieron (o no) sus objetivos en muy pocos a?os. No hab¨ªa un inter¨¦s econ¨®mico en la explotaci¨®n del viaje espacial que animase a buscar m¨¦todos eficientes y replicables para llegar a la Luna. Los Saturn V, los descomunales cohetes que llevaron a los astronautas a la Luna, ten¨ªan un coste de m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares por lanzamiento. Aquellas m¨¢quinas llevaban a los astronautas a su destino en solo tres d¨ªas, pero a un precio que hoy resultar¨ªa inasumible para ning¨²n pa¨ªs.
Philippe Schoonejans, director de proyectos rob¨®ticos y de futuro de la Agencia Espacial Europea (ESA), se?ala que la prolongaci¨®n del viaje puede influir en el fracaso de una misi¨®n como la de Chandrayaan 2 y su sonda de aterrizaje Vikram. Al lanzarse en un cohete menos potente, un GSLV Mk III de fabricaci¨®n india, la sonda necesit¨® casi un mes de viaje para acercarse poco a poco al sat¨¦lite. ¡°Esto ahorra combustible, pero al necesitar tanto tiempo de aproximaci¨®n, los componentes electr¨®nicos estuvieron expuestos a la radiaci¨®n c¨®smica durante m¨¢s tiempo¡±, apunta Schoonejans. ¡°Esto puede haber provocado da?os que expliquen en parte el fallo posterior¡±, a?ade.
El paso del tiempo, adem¨¢s, no es sin¨®nimo de progreso tecnol¨®gico. Puede ofrecer oportunidades para mejorar los aparatos del pasado, pero tambi¨¦n puede dar lugar al olvido. La misma NASA tendr¨ªa dificultades para resucitar los motores F-1 que impulsaron los cohetes de las misiones Apolo. Sin el impulso de la competencia con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, muchas de las grandes mentes del pa¨ªs se dedicaron a otros trabajos y los talentosos ingenieros que construyeron aquellas maravillas t¨¦cnicas hace tiempo que est¨¢n retirados o muertos. Incluso con el conocimiento y el entrenamiento necesario, ser¨ªa dif¨ªcil contar con todas las herramientas necesarias para producir aquellos motores. A esta dificultad hay que a?adir que, como cuenta Schoonejans, las tecnolog¨ªas espaciales se consideran cr¨ªticas y tienen una protecci¨®n especial, con lo que los ingenieros extranjeros, como los indios e israel¨ªes, a?adir¨ªan las dificultades de acceso a la brecha temporal.
Bernard Foing, cient¨ªfico de la ESA y director del Grupo Lunar Internacional, se?ala dos dificultades principales en la maniobra de alunizaje: ¡°Mantener la estabilidad del sistema y una fuerza adecuada durante cada fase del frenado¡±. Vikram, el m¨®dulo de alunizaje de la misi¨®n Chandrayaan 2, contaba con cinco motores de frenado, uno en cada esquina de la nave y uno m¨¢s en el centro. Esa configuraci¨®n es muy estable, pero no se pudo utilizar en la ¨²ltima fase de acercamiento, porque los ingenieros de ISRO, la agencia espacial india, tem¨ªan que tantos motores acabasen levantando el corrosivo polvo lunar y da?ando los equipos. Al final, solo se emple¨® el retropropulsor del centro, lo que pudo mermar la estabilidad de la nave. Hace unos d¨ªas, ISRO anunci¨® que hab¨ªa encontrado la sonda Vikram entera, pero tumbada sobre un costado.
Pese al paso del tiempo, hasta cierto punto, las agencias espaciales y los proyectos privados que est¨¢n tratando de regresar a la Luna est¨¢n empezando de nuevo y tienen objetivos diferentes. En el desarrollo de una forma de llegar al espacio m¨¢s sostenible, se pueden esperar errores como los que se produjeron en los cincuenta y los sesenta antes de los primeros ¨¦xitos de Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Volver a la Luna para quedarse
Hace algo m¨¢s de una d¨¦cada, el Google Lunar X Prize lanz¨® un premio de 20 millones de d¨®lares para la primera organizaci¨®n no gubernamental capaz de completar una misi¨®n que deb¨ªa incluir un aterrizaje sobre la Luna y un robot explorador que se desplazase sobre la superficie. La fecha l¨ªmite inicial, tremendamente optimista, era 2012, pero pese a que se ampli¨® a 2018 ninguno de los equipos participantes fue capaz de finalizar un proyecto a tiempo. Alguno de ellos, sin embargo, sigui¨® adelante para tratar de completar la misi¨®n fuera de plazo. Fue el caso del equipo de Beresheet, la sonda israel¨ª que intent¨® aterrizar en la Luna en abril de este a?o. El coste de la misi¨®n rondaba los 100 millones de euros, una fracci¨®n de lo que sol¨ªan costar las misiones espaciales impulsadas por los Estados. La entrada de empresas privadas, como SpaceX, de Elon Musk, tambi¨¦n han conseguido abaratar parte de los pasos necesarios para viajar al espacio por menos dinero. El Falcon Heavy, por ejemplo, es capaz de llevar dos tercios de la carga de los Saturn V que llevaron a los astronautas a la Luna por alrededor de 90 millones de euros, menos de una d¨¦cima parte que los antiguos cohetes de la NASA. Algunos esperan que los nuevos m¨¦todos, cuando sean m¨¢s fiables, sirvan para que la nueva carrera hacia la Luna no acabe con una presencia tan ef¨ªmera como la anterior.
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