L¨ªnea de salida
Las propuestas program¨¢ticas han de ser el eje de la nueva campa?a electoral
La convocatoria electoral del pr¨®ximo 10 de noviembre ha puesto moment¨¢nea sordina a la tensi¨®n pol¨ªtica vivida hasta agotarse el plazo para investir un candidato a la presidencia del Gobierno. Ni siquiera la estrategia secesionista de enrarecer el clima pol¨ªtico antes de que el Tribunal Supremo dicte sentencia est¨¢ logrando alterar la relativa contenci¨®n que est¨¢n mostrando los partidos. Las circunstancias pueden sin duda cambiar con el inicio oficial de la campa?a, como tambi¨¦n con la naturaleza de la respuesta que las fuerzas independentistas sean capaces de articular al anuncio de la sentencia. La contradicci¨®n que las atenaza es ahora m¨¢s visible que al inicio del proc¨¦s: por multitudinarios que puedan llegar a ser los paros o las manifestaciones que convoquen, solo estar¨¢n haciendo uso de los derechos y libertades que reconoce la Constituci¨®n. Y cualquier respuesta que se salga de ese marco dejar¨¢ a¨²n m¨¢s al descubierto la voluntad de volver a los inaceptables m¨¦todos antidemocr¨¢ticos que vivimos en el oto?o de 2017.
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Los t¨ªmidos signos de distensi¨®n que parecen llegar de los principales partidos ser¨ªan esperanzadores si buscaran desentenderse de la carrera hacia los extremos propiciada tras las ¨²ltimas elecciones por la negativa de Ciudadanos a negociar con la fuerza m¨¢s votada, condenando al pa¨ªs a una pol¨ªtica de bloques ideol¨®gicos inamovibles donde, por su parte, Unidas Podemos trat¨® de optimizar su posici¨®n hasta l¨ªmites que no le permit¨ªa su peso parlamentario. La decisi¨®n de presentarse a las pr¨®ximas elecciones generales, adoptada por uno de sus exdirigentes, ??igo Errej¨®n, tiene efectos sobre Unidas Podemos m¨¢s all¨¢ de haber hecho saltar el caleidoscopio de marcas con las que concurr¨ªa en los territorios. Al encontrarse con su espacio pol¨ªtico dividido, Unidas Podemos tendr¨¢ que poner especial cuidado en seleccionar el discurso pol¨ªtico, puesto que a partir de ahora no podr¨¢ formular sus exigencias al partido socialista como procedentes de la verdadera izquierda. Y el argumento de que no naci¨® como partido para ser complemento de los socialistas, utilizado por Iglesias contra Errej¨®n, es un ins¨®lito intento de rehabilitar la quimera del sorpasso, en la que han coincidido los nuevos partidos, y con id¨¦nticos y frustrantes resultados.
Para el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, estas elecciones pueden suponer la consolidaci¨®n de su liderazgo interno a poco que incremente el n¨²mero de diputados, un objetivo relativamente f¨¢cil de conseguir. Su principal lastre, por el contrario, son las decisiones que adopt¨® antes de hacer expl¨ªcito el giro al centro por el que ahora est¨¢ queriendo apostar, como ha quedado de manifiesto en la Comunidad de Madrid. La presidenta, Isabel D¨ªaz Ayuso, una apuesta personal de Casado, no solo ha revelado que su Gobierno depende de la ultraderecha al vincular gratuitamente la quema de iglesias en 1936 con la exhumaci¨®n de los restos de Franco aprobada por el Tribunal Supremo; adem¨¢s, ha empujado al Partido Popular hacia el terreno de la ambig¨¹edad en un asunto que, como el de la Guerra Civil y la dictadura, deber¨ªa estar pol¨ªticamente zanjado para cualquier fuerza constitucional. El respaldo a D¨ªaz Ayuso por parte de su vicepresidente, Ignacio Aguado, miembro de Ciudadanos en el Ejecutivo de coalici¨®n respaldado por Vox, no justifica sus palabras, sino que obliga a reprobar las de ambos.
Como presidente en funciones y candidato con mayores expectativas, Pedro S¨¢nchez deber¨ªa ser el l¨ªder m¨¢s interesado en que, a diferencia de la anterior, la campa?a para las nuevas elecciones se desarrolle en torno a las propuestas program¨¢ticas. Cualquier exceso de propaganda y de electoralismo en esta l¨ªnea de salida donde todas las fuerzas se est¨¢n mirando de reojo puede acabar volvi¨¦ndose en su contra, puesto que fueron esos excesos de unos y de otros los que llevaron de nuevo a las urnas.
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