Salvar La Salamandra
Desde 2015, un centro c¨ªvico concentra una gran gama de actividades, todas gratuitas, en Moratalaz (Madrid). Sus puertas se cerraron el pasado julio.
YA NO NACEN? tantos ni?os como antes. Este es el principio de esta historia. Aparte de constituir en s¨ª mismo un problema grav¨ªsimo, la ca¨ªda de las tasas demogr¨¢ficas ha dejado vac¨ªos muchos colegios. Sobre todo en distritos como el de Moratalaz, en Madrid, urbanizado en la d¨¦cada de los sesenta del siglo XX alrededor de un apeadero del tren de Arganda, aquel que, seg¨²n cant¨¢bamos entonces, ¡°pita m¨¢s que anda¡±. En los a?os setenta, el crecimiento fue tan intenso que aquella zona, destino asequible para muchas familias andaluzas, castellanas y extreme?as que buscaban mejorar su suerte en la capital, se convirti¨® en un escenario t¨ªpico del baby boom, hasta el punto de que lo bautizaron como el ¡°barrio del chupete¡±. Pero el signo de los tiempos cambi¨®, las mujeres tomaron las riendas de su propio destino, las amas de casa tradicionales se convirtieron en un recuerdo y, sin que nadie se diera mucha cuenta, de repente empez¨® a haber m¨¢s adultos, despu¨¦s m¨¢s viejos, que ni?os en lugares como Moratalaz. Las aulas se fueron quedando progresivamente vac¨ªas, los colegios superfluos se fueron cerrando, las malas hierbas colonizaron jardines y patios mientras se oxidaban los columpios. Y no pas¨® nada. O s¨ª.
Esta es la historia de un antiguo colegio donde ¨²ltimamente han pasado muchas cosas. El centro Antonio Gil Alberdi carece de uso educativo desde hace m¨¢s de cinco a?os, pero en oto?o de 2015, un colectivo de asociaciones vecinales y culturales de Moratalaz solicit¨® su cesi¨®n al Ayuntamiento de Madrid. As¨ª naci¨® el Espacio Sociocultural La Salamandra, un centro c¨ªvico que concentra una gran gama de actividades culturales, deportivas, educativas y solidarias, todas gratuitas, en un barrio donde la oferta cultural p¨²blica ha sido tradicionalmente muy escasa.
El espacio de este art¨ªculo resulta insuficiente para acoger una descripci¨®n detallada de las actividades que los socios ofrecen al barrio sin cobrar un c¨¦ntimo. Resumiendo mucho, La Salamandra ha venido organizando cada semana grupos de taichi, de masajes, de batucada; clases de guitarra, de pintura, de capoeira; talleres literarios y de reparaci¨®n de bicicletas, adem¨¢s de contar con una biblioteca-sala de estudio abierta a los vecinos, una emisora de radio y una huerta ecol¨®gica. Adem¨¢s, en el local de la asociaci¨®n funciona un banco de alimentos, una ludoteca y una tienda gratis, es decir, un local donde cualquiera puede donar la ropa, los enseres y objetos que ya no usa, para que los recojan otras familias que s¨ª los necesitan. Aparte de las clases y los talleres fijos, La Salamandra organiza muchas actividades puntuales, desde presentaciones de libros, representaciones teatrales y cine-f¨®rum, hasta conferencias de expertos que explican c¨®mo hay que leer el recibo de la luz para enterarse bien de lo que dice.
A lo mejor, a estas alturas alg¨²n lector cree que estoy hablando de una casa ocupada. Podr¨ªa serlo, pero no es as¨ª. La Salamandra ha funcionado desde el principio gracias a un convenio con el Ayuntamiento de Madrid, como un luminoso ejemplo de simbiosis entre la iniciativa p¨²blica y la privada, un espacio p¨²blico sin uso cedido a una asociaci¨®n vecinal para su explotaci¨®n en favor de la comunidad. Soy consciente de que las palabras que estoy usando suenan muy progres, pero les animo a buscar informaci¨®n, a contemplar im¨¢genes de la biblioteca, de la ludoteca, del huerto, de las aulas, para comprender lo que les estoy contando. La Salamandra est¨¢ en Moratalaz, y Moratalaz est¨¢ en Madrid, pero el problema que afronta ahora mismo es com¨²n a otros centros de esta y de otras ciudades espa?olas.
Las puertas del antiguo colegio Antonio Gil Alberdi est¨¢n cerradas desde mediados del pasado julio. La concejal del distrito aplic¨® el calendario de las vacaciones escolares para justificar esta medida y desde entonces no ha querido reunirse con la asociaci¨®n.
Este art¨ªculo es un abrazo para quienes han sido capaces de hacer tanto y tan bueno en tan poco tiempo, pero tambi¨¦n me gustar¨ªa que provocara una reflexi¨®n. Porque cerrar La Salamandra para obtener en su lugar otro colegio vac¨ªo en el que no pasa nada es un mal negocio para todos. Desde la concejala del distrito hasta el ¨²ltimo vecino de Moratalaz.
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