Fuego y autocracia en la Chiquitan¨ªa
El voto en Bolivia a¨²n puede frenar el rumbo gubernamental hacia un absolutismo que envenena la cohabitaci¨®n de justicia social y democracia
Evo Morales aspira el d¨ªa 20 a la cuarta presidencia despu¨¦s de haber protagonizado una involuci¨®n autoritaria que quebr¨® la democracia boliviana al desconocer el refer¨¦ndum que le neg¨® la reelecci¨®n indefinida, y agrav¨® la cat¨¢strofe de la Chiquitan¨ªa, donde ardieron cerca de dos millones de hect¨¢reas de bosque permanente, temerariamente reconvertido por el gobierno en suelo de producci¨®n agropecuaria con la Ley 741, de 2015, y el decreto de julio pasado.
Las alarmas sobre quemas y asentamientos indiscriminados fueron deso¨ªdas y sobrevino la cat¨¢strofe: 25.000 kil¨®metros cuadrados, el tama?o de Israel, 40 millones de ¨¢rboles y m¨¢s de 1.000 especies de animales, patrimonio del planeta, fueron pasto de las llamas y de la irresponsabilidad gubernamental de expandir la frontera agr¨ªcola para multiplicar los monocultivos de exportaci¨®n y compensar la ca¨ªda de ingresos derivada del abaratamiento de las ventas de hidrocarburos y minerales en 2013. Empresarios, corporaciones y cocaleros afines obtuvieron contratos sin consulta previa con las comunidades de la regi¨®n devastada.
Los incendios de Brasil y las dolosas mamarrachadas de Bolsonaro indignaron al mundo, que apenas advirti¨® las llamaradas de la vecina Chiquitan¨ªa, v¨ªctima de la obsesi¨®n de Morales por el poder y el PIB. M¨¢s all¨¢ de los reacomodos y conflictos propios de un cambio de gobierno e ideolog¨ªa, sus dos primeras mandatos no fueron objetados porque aprovech¨® la legitimidad y las ganancias gas¨ªferas para nuevas prioridades, entre ellas las transferencias directas a los compatriotas m¨¢s pobres: un asistencialismo justiciero, rentable electoralmente.
La proclividad del mandatario al personalismo autoritario era visible desde la investidura de 2006, pero el tr¨¢nsito hacia un r¨¦gimen autocr¨¢tico, hacia el control de todos los poderes del Estado, fue manifiesto al ignorar el refer¨¦ndum de 2016, convocado por ¨¦l mismo para perpetuarse. Al igual que Costa Rica, Honduras y Nicaragua, el Movimiento al Socialismo de Bolivia se ampar¨® en el art¨ªculo 23 de la Convenci¨®n Americana de Derechos Humanos para eludir su resultado, sin que la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA saliera al paso para explicar que el art¨ªculo invocado est¨¢ concebido para amparar a los ciudadanos contra las tentaciones totalitarias, no para darles cobertura.
Evo Morales acude a las urnas con estabilidad macroecon¨®mica y sin contrapesos institucionales fiables. Probablemente gane a caballo del indigenismo irredento, m¨¢s atento a los usos y costumbre del est¨®mago que a los preceptos de la democracia. Pudiera ocurrir tambi¨¦n que la soberan¨ªa popular movilizada contra el apresamiento de la banda presidencial hace tres a?os se constituya en masa cr¨ªtica de las pulsiones autoritarias, porque tan fundamentales son los derechos a la vivienda y al m¨¦dico, como irrenunciables aquellos que garantizan la divisi¨®n de poderes y la alternancia en el poder. El voto en Bolivia es libre y movilizador y todav¨ªa puede frenar el rumbo gubernamental hacia un absolutismo que envenena la imprescindible cohabitaci¨®n de justicia social y democracia.
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