Somalilandia: una bomba de relojer¨ªa clim¨¢tica
600.000 personas han abandonado sus pueblos en este territorio del Cuerno de ?frica con cuatro millones de habitantes. Las sequ¨ªas constantes lo han convertido en una de las zonas m¨¢s vulnerables del planeta
Cuando Hawo Mohamed se despert¨® una ma?ana y descubri¨® que una docena de cabras de su reba?o hab¨ªa muerto, supo que su vida como pastora tocaba a su fin. Mohamed, que creci¨® en una remota aldea de la costa de Somalilandia, en el noreste de ?frica, recuerda c¨®mo llevaba las cabras de su familia a pacer a unos pastos verdes bordeados por unos cuantos ¨¢rboles. Pero con el tiempo los ¨¢rboles empezaron a morirse y hace unos ocho a?os las lluvias estacionales se volvieron cada vez m¨¢s imprevisibles. La situaci¨®n parec¨ªa empeorar de a?o en a?o.
Poco a poco, sus animales se quedaron sin pasto y agua suficiente y se fueron debilitando. "Un d¨ªa fui a recogerlos como de costumbre y los llev¨¦ a casa. A la ma?ana siguiente, 10 o 12 hab¨ªan muerto", explica sentada en el suelo mientras da de mamar a su reci¨¦n nacido delante de la choza de chapa ondulada de la ciudad costera de Berbera. "Cuando solo nos quedaban unos pocos animales vi que mis vecinos ya hab¨ªan empezado a marcharse y me fui con ellos. Sab¨ªa que nada volver¨ªa a ser como antes". Este 2019 Mohamed, de 32 a?os, su marido Ahmed Ali y sus cuatro hijos se unieron a los alrededor de 600.000 somalilandeses que han abandonado los pueblos en los ¨²ltimos a?os en busca de una nueva vida en la ciudad ante la imposibilidad de salir adelante despu¨¦s de que sus ganados y sus cultivos quedasen diezmados por a?os de sequ¨ªas.
Somalilandia es una rep¨²blica autoproclamada del tama?o de Siria situada en el Cuerno de ?frica. Tiene cuatro millones de habitantes y es uno de los lugares m¨¢s vulnerables al cambio clim¨¢tico. Pobre, azotada por las sequ¨ªas y sin reconocimiento legal como Estado, lucha por adaptarse al futuro. Mientras se enfrenta a unas crisis clim¨¢ticas cada vez m¨¢s graves y al aumento de la emigraci¨®n dentro y fuera de la zona, intenta encontrar cuanto antes los medios para contener la marea de emigrantes del clima, conseguir que la gente se quede en unas tierras cuya productividad no deja de descender y crear nuevos puestos de trabajo para los desempleados.
Los representantes de Somalilandia advierten de que el aumento del desempleo juvenil, consecuencia del abandono de las explotaciones agr¨ªcolas por parte de las familias, que luego no encuentran una ocupaci¨®n alternativa, es una de las causas principales de la bomba de relojer¨ªa social y pol¨ªtica que se ha sumado a la emigraci¨®n y el extremismo a los que ya tiene que hacer frente esa regi¨®n del mundo. "Un pa¨ªs entero se est¨¢ desplazando", reconoce Shukir Ismail, ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Rural en una entrevista en su despacho de la capital, Hargeisa, en la que las cabras deambulan por las calles, algunas con los n¨²meros de tel¨¦fono de sus propietarios escritos a l¨¢piz en el lomo. "En Somalilandia el cambio clim¨¢tico es real... y se est¨¢ convirtiendo en un desastre".
Pero la crisis de Somalilandia tambi¨¦n se considera una advertencia. El Banco Mundial calcula que, si no se toman medidas, en tres de las zonas m¨¢s pobres del planeta el cambio clim¨¢tico obligar¨¢ a unos 140 millones de personas a emigrar de aqu¨ª a 2050.
M¨¢s calor? y m¨¢s sequedad?
Los estudios realizados por el Centro de Riesgos Clim¨¢ticos de Santa B¨¢rbara (perteneciente a la Universidad de California) para la Fundaci¨®n Thomson Reuters han concluido que en Somalilandia la media de las temperaturas m¨¢ximas diarias ha aumentado alrededor de un grado en los ¨²ltimos 30 a?os, hasta alcanzar los 34 grados cent¨ªgrados.
Al mismo tiempo se ha producido un notable aumento del n¨²mero de estaciones secas: en 20 a?os, la temporada de lluvias de marzo a mayo solo ha sido buena en tres ocasiones. Este hecho ha sido perjudicial para las cosechas y los reba?os de cabras, camellos, ovejas y vacas que constituyen el pilar de la econom¨ªa somalilandesa. Faisal Ali Sheij, director de la Autoridad para la Prevenci¨®n de Desastres Nacionales y las Reservas Alimentarias de Somalilandia, considera que los problemas a los que se enfrenta su pa¨ªs son mayores que los de otros, debido en parte a la pobreza y a las deficientes infraestructuras, con escasos medios de transporte y pocas carreteras. Los datos del Gobierno calculan el PIB de la rep¨²blica en 646 d¨®lares por habitante, lo que la sit¨²a entre los 10 pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, seg¨²n cifras del Banco Mundial. El Gobierno calcula que el 50% de la poblaci¨®n urbana y el 64% de la rural son pobres.
En Somalilandia la media de las temperaturas m¨¢ximas diarias ha aumentado alrededor de un grado en los ¨²ltimos 30 a?os, hasta alcanzar los 34 grados cent¨ªgrados
A todas estas complicaciones se a?ade la situaci¨®n legal de la Somalilandia isl¨¢mica. El pa¨ªs se separ¨® de Somalia en 1991 y desde entonces ha funcionado de manera aut¨®noma, en gran medida sin el terrorismo ni la violencia que asolan algunas regiones somal¨ªes. Pero el autoproclamado Estado no est¨¢ reconocido como pa¨ªs, lo cual lo excluye de las ayudas directas y los cr¨¦ditos de la mayor¨ªa de las instituciones mundiales. "Somos diferentes de otros pa¨ªses... Tenemos muchas m¨¢s dificultades", afirma Sheij en una entrevista en su despacho de Hargeisa, una ciudad polvorienta de alrededor de un mill¨®n de habitantes en la que pocas calles est¨¢n asfaltadas y ninguna tiene nombre.? "No tenemos r¨ªos ni dep¨®sitos de agua. En toda Somalilandia, la vida depende del agua de la lluvia... y no podemos conseguir pr¨¦stamos de otros pa¨ªses".
Una crisis duradera
El cambio clim¨¢tico ha complicado la crisis de larga duraci¨®n que sufren Somalia y Somalilandia, que ocupa aproximadamente el 30% de su territorio al noroeste. Las circunstancias excepcionales convierten esta situaci¨®n de emergencia en una de las m¨¢s complejas del mundo. Tras 20 a?os de guerra civil en Somalia, en 2011 la hambruna se extendi¨® por el pa¨ªs y por gran parte del este de ?frica, cobr¨¢ndose 260.000 vidas. Las fotograf¨ªas de los ni?os demacrados conmovieron al mundo; 13 millones de personas sufr¨ªan hambre y muchas abandonaron sus hogares durante una brutal sequ¨ªa.
Cuando, al cabo de cinco a?os, aparecieron indicios de la llegada del fen¨®meno El Ni?o que presagiaban una sequ¨ªa similar, las organizaciones humanitarias se pusieron manos a la obra r¨¢pidamente y evitaron que se repitiesen la hambruna y la p¨¦rdida de vidas a gran escala durante las sequ¨ªas de 2016 y 2017. Sin embargo, la crisis mat¨® al 89% del ganado de Somalilandia, que constituye el principal producto de exportaci¨®n del pa¨ªs y la base de su econom¨ªa p¨²blica. Mientras la poblaci¨®n luchaba por recuperarse, en mayo de 2018 el pa¨ªs fue azotado por el cicl¨®n tropical Sagar, el m¨¢s potente de los registrados que ha tocado tierra en esa parte del mundo, lo cual oblig¨® a miles de personas m¨¢s a abandonar sus hogares.
Los somalilandeses ten¨ªan grandes esperanzas de que este a?o les diese un respiro, pero, una vez m¨¢s, la estaci¨®n de lluvias de marzo a mayo, conocida como el Gu', no ha hecho acto de presencia, lo cual ha puesto al pa¨ªs al borde de la cat¨¢strofe. "Ya no hay pr¨¢cticamente ninguna probabilidad de que en Somalilandia se produzcan precipitaciones (desde julio) hasta este octubre o principios de noviembre", pronostica Chris Funk, director de investigaci¨®n del Centro de Riesgos Clim¨¢ticos con sede en Estados Unidos. "All¨¢ donde se mire, la situaci¨®n es realmente sombr¨ªa". Seg¨²n el experto, Somalilandia es especialmente vulnerable a las amenazas clim¨¢ticas porque fue una de las pocas regiones que sufri¨® sequ¨ªas tanto durante la oscilaci¨®n de El Ni?o como de La Ni?a, que representan el patr¨®n dominante de las variaciones clim¨¢ticas a gran escala en el tr¨®pico.
La regularidad cada vez mayor de las sequ¨ªas tiene que ver tambi¨¦n con el calentamiento de los oc¨¦anos ?ndico y Pac¨ªfico debido al cambio clim¨¢tico, lo cual ha aumentado las lluvias sobre los oc¨¦anos y reducido las que caen en el este de ?frica oriental, explica.? "Parece que el aumento de la frecuencia de las sequ¨ªas se va a mantener en el tiempo, as¨ª que seguramente ser¨¢ la nueva normalidad", prev¨¦ Funk. Todo indica que Somalilandia "se est¨¢ volviendo m¨¢s seca y calurosa".
Una situaci¨®n "peor que nunca"
La Organizaci¨®n de Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO) afirma que, en estos momentos, una tercera parte de la poblaci¨®n de Somalia, incluida Somalilandia, sufre una escasez de alimentos un 30% superior a la calculada para principios de a?o. Con la crisis en el horizonte, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinaci¨®n de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en ingl¨¦s) hizo un llamamiento en mayo para que se enviasen a Somalia 710 millones de d¨®lares en ayudas contra la sequ¨ªa. La petici¨®n se produjo cuatro meses despu¨¦s de que los m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares aportados por la ONU para intentar contribuir a las operaciones de ayuda en el pa¨ªs durante 2019 se quedasen cortos ante las vacilantes respuestas de los donantes a los repetidas solicitudes de fondos contra la sequ¨ªa.
"En mi vida he visto muchas ¨¦pocas de poca lluvia y sequ¨ªas m¨¢s o menos largas, pero la de los ¨²ltimos 10 a?os es peor que nunca", recuerda una se?ora mayor
Sin embargo, para muchos habitantes del campo de Somalilandia ya es tarde para capear los efectos de la falta de precipitaciones. Gran parte de la caba?a ganadera del pa¨ªs ha muerto y las familias se han visto obligadas a abandonar sus hogares dejando en el aire el futuro de la pr¨®xima generaci¨®n, ya que alrededor de dos de cada tres j¨®venes no tiene trabajo. Seg¨²n un portavoz del Gobierno, se cree que, en los ¨²ltimos a?os, unas 600.000 personas han dejado sus casas empujadas por la presi¨®n relacionada con el cambio clim¨¢tico y que la cifra sigue aumentando. Fatima Aden, que dice tener unos 80 a?os, se traslad¨® al campamento somaliland¨¦s Sheij Omer para desplazados internos hace unos seis, dejando atr¨¢s una vida de pastoreo que hab¨ªa sido el sost¨¦n de su familia durante generaciones.
En el campamento, que acoge a unas 1.500 personas a 10 kil¨®metros de Hargeisa, Aden relata su infancia desde su buul, una caba?a tradicional que antes se constru¨ªa con ramas y hierba y que ahora est¨¢ hecha de madera, chapa ondulada y trozos de tela. "Cuando era joven, esto era verde, hab¨ªa bosques por todas partes, y todas las familias ten¨ªamos ganado suficiente que pod¨ªamos vender para comprar lo que necesit¨¢semos", recuerda la mujer mayor, madre de seis hijos, que vive con 15 miembros de su familia. "En mi vida he visto muchas ¨¦pocas de poca lluvia y sequ¨ªas m¨¢s o menos largas, pero la de los ¨²ltimos 10 a?os es peor que nunca".
Aden, que gana alg¨²n dinero vendiendo en el campamento la hierba estimulante conocida como qat, dice que cada vez llega a las ciudades y a los campamentos m¨¢s gente sin trabajo ni ocupaci¨®n y sin acceso al agua corriente o a la electricidad. "Hasta ahora no hab¨ªamos visto a nadie que se quedase sin animales hasta el punto de que su vida peligrase", asegura la antigua pastora mientras los gatos olfatean alrededor de sus pies en busca de restos de comida. "La vida est¨¢ cambiando de a?o en a?o y cada a?o es m¨¢s dif¨ªcil", se lamenta. "Me preocupa el futuro, mis hijos y sus familias".
Un salvavidas
Ante la falta de oportunidades para obtener ingresos y el aumento del desempleo juvenil, este a?o las organizaciones sin ¨¢nimo de lucro y las ONG han redoblado sus esfuerzos para dar ayuda a las personas que la necesitan, cuyo n¨²mero no deja de aumentar.? En el campamento de Sheij Omer ¡ªuno de los alrededor de 20 establecimientos de esta clase que, seg¨²n los trabajadores humanitarios, hay dentro y alrededor de Hargeisa¡ª, la organizaci¨®n Save the Children lleva otorgando becas desde 2017 para proteger a los j¨®venes del trabajo infantil y conseguir que sigan sus estudios.
Este a?o, la ONG ha puesto en marcha un plan de transferencias de dinero en efectivo. Cada mes entrega a las familias 75 d¨®lares para que compren comida y otros suministros ante la perspectiva del aumento del n¨²mero de personas en situaci¨®n cr¨ªtica. "La malnutrici¨®n, las enfermedades relacionadas con la sequ¨ªa y los desplazamientos son cada vez m¨¢s frecuentes", declaraba Jamillah Mwanjisi, portavoz de Save the Children. Algunas familias solo consiguen seguir viviendo y gan¨¢ndose el sustento en el campo con la ayuda de grupos humanitarios locales e internacionales.
El pueblo de Abdigeedi lleva sin recibir lluvia suficiente desde 2014, y el a?o pasado qued¨® arrasado por el cicl¨®n Sagar
El pueblo de Abdigeedi, a unos 160 kil¨®metros al noroeste de Hargesia, cerca de la frontera con Yibuti, es uno de los m¨¢s afectados. Situado en una de las ¨¢reas m¨¢s golpeadas por la sequ¨ªa, lleva sin recibir lluvia suficiente desde 2014 y el a?o pasado qued¨® arrasado por el cicl¨®n Sagar.? El hurac¨¢n destruy¨® todas las casas de esta poblaci¨®n de 2.000 habitantes. Solo quedaron en pie la mezquita, el colegio y el centro de salud, que son de ladrillo. "La comunidad lleva cuatro o cinco a?os sufriendo escasez de lluvia y depende en gran medida de la ayuda humanitaria", afirma Nur Abdi Indanoor, director de proyectos de seguridad alimentaria y medios de vida de Save the Children.
Las se?ales de los alrededores del pueblo indican al menos ocho ONG y organizaciones sin ¨¢nimo de lucro ¡ªcomo el Consejo Noruego para Refugiados y Unicef¡ª que entregan toda clase de ayuda a la comunidad, desde vales de comida hasta letrinas. "Sin esa ayuda no podr¨ªan sobrevivir", denuncia Indanoor mientras espanta las moscas en el calor sofocante.?
P¨¦rdida de independencia
Saleban Sean Ali es el jefe de los mayores del pueblo. Calcula que tiene 47 a?os y es padre de 10 hijos. Dice que la ayuda es bienvenida, pero que mueren muchos animales y nadie es capaz de proporcionar los medios para mantener las cabras y los camellos de los que dependen para su supervivencia. "Despu¨¦s del cicl¨®n, la gente intent¨® llevarse a los animales debilitados a otro pueblo en busca de ayuda, pero volvieron sin nada. Todos murieron", cuenta a trav¨¦s de un traductor. "No podemos mudarnos a otro sitio. Esta tierra no es buena para la agricultura, as¨ª que nuestra ¨²nica posibilidad es volver a criar ganado", concluye. "Tengo la esperanza de que, a pesar de que las condiciones son malas, podr¨¦ volver a pastorear para recuperar mi independencia".
Ayan Mahmoud, representante residente de Somalilandia en Gran Breta?a y la Commonwealth, afirma que, en su pa¨ªs, las crisis provocadas por el clima se han convertido pr¨¢cticamente en una constante, lo cual ha socavado el modo de vida n¨®mada tradicional y el sistema de clanes de la sociedad somalilandesa. "A?o s¨ª y a?o no, tenemos alguna crisis de grandes dimensiones", declara Mahmoud. "La comunidad de pastores ha sido la m¨¢s afectada. Ha perdido muchos animales y tambi¨¦n su estructura social", resume.
El desplazamiento de la poblaci¨®n a las ciudades, con sus enormes tasas de desempleo juvenil, "se est¨¢ convirtiendo en una bomba de relojer¨ªa", denuncia Mahmoud, que atiende a alrededor de 150.000 compatriotas residentes en Gran Breta?a y presiona para que Somalilandia sea reconocida oficialmente. El pa¨ªs est¨¢ realizando esfuerzos para intentar ayudar a la poblaci¨®n rural a quedarse en su tierra y adaptarse al agravamiento de las sequ¨ªas y otros condicionantes clim¨¢ticos a trav¨¦s de medidas que van desde la construcci¨®n de sistemas de riego y almacenamiento de agua hasta la introducci¨®n de semillas resistentes a la aridez.
"No creo que mis hijos sigan cultivando, porque han visto lo que yo he tenido que pasar y lo que sucede con el medio ambiente", reflexiona un agricultor
Tambi¨¦n se est¨¢n implementando sistemas de alerta temprana de sequ¨ªa para ayudar a las comunidades pastoriles a vender el ganado antes de que cambien las condiciones meteorol¨®gicas, a fin de evitar p¨¦rdidas econ¨®micas. Las autoridades tambi¨¦n procuran encontrar maneras de estabilizar los precios de los alimentos en la zona. En Biyoguure, a unos 30 kil¨®metros de Berbera por una pista de tierra, Ahmed Ali, un agricultor de 40 a?os, est¨¢ decidido a quedarse en el pueblo con su mujer Zaynab Abdi y sus cuatro hijos. "Cada a?o la situaci¨®n empeora m¨¢s y las sequ¨ªas son m¨¢s largas", cuenta durante una entrevista en el edificio de un colegio, al resguardo de los abrasadores 40 grados del exterior.? "Pero no s¨¦ qu¨¦ alternativas tendr¨ªa si intentase marcharme".
La de Ali es una de las familias de esta aldea de unos 140 habitantes que este a?o ha empezado a recibir 70 d¨®lares al mes de una ONG local llamada Apoyo de Base para las Organizaciones Humanitarias (Grasho, por sus siglas en ingl¨¦s), que recibe financiaci¨®n de la FAO para trabajar en proyectos agr¨ªcolas. El portavoz de la ONG, Abdulkadir Buuh, se?ala que este a?o han incrementado las ayudas ante los pron¨®sticos de una emergencia por sequ¨ªa y que ahora colaboran con unos 18 pueblos.
Los expertos afirman que prestar ayuda humanitaria antes de que ocurra la cat¨¢strofe, en vez de limitarse a reaccionar despu¨¦s, puede reducir las p¨¦rdidas y los costes de la asistencia. Pero incluso con esta ayuda, Ali duda que sus hijos se vayan a quedar en la tierra de la familia.? "No creo que mis hijos sigan cultivando, porque han visto lo que yo he tenido que pasar y lo que sucede con el medio ambiente", reflexiona mientras se dirige pendiente arriba hacia el cercado de la familia, situado en una colina que mira a la aldea bald¨ªa en la que las vallas de espino impiden que las hienas entren por la noche.
Aun as¨ª, "siento que es mi deber cuidar del pueblo y de la paz como mis antepasados". A unos 10 kil¨®metros de all¨ª, en el pueblo de Magab, Maryam Jama, de 19 a?os, tampoco est¨¢ segura de que llegue a abandonar su aldea a pesar de que las condiciones han empeorado. Su familia se ha dedicado al pastoreo durante generaciones, explica. Jama se cas¨® a los 10 a?os con Mahdi Mohamed, tambi¨¦n lugare?o, y tuvo su primer hijo a los 11 a?os. Ahora tiene dos. "Hemos perdido mucho ganado: camellos, cabras, ovejas y burros", explica en un buul de la poblaci¨®n, en la que Grasho reparte forraje y tratamientos para desparasitar a los animales. "Un par de veces intent¨¦ marcharme, pero no ten¨ªa alternativas mejores", cuenta. "Nac¨ª aqu¨ª y aqu¨ª veo mi futuro. Espero que, con ayuda, las cosas mejoren".
Cultivos resistentes a las sequ¨ªas
Varias iniciativas para ayudar a las familias a adaptarse al empeoramiento de las condiciones han empezado a dar fruto. En 2015, la ONG Comit¨¦ Juvenil Voluntario para el Cuerno de ?frica (Havoyoco, por sus siglas en ingl¨¦s) cre¨® un banco de semillas comunitario en Galoley. El poblado, situado a unos 50 kil¨®metros de Hargeisa, se encuentra en una zona conocida como "el granero de Somalilandia". Mohamed Ali, director de proyectos de la organizaci¨®n, explica que el banco ha distribuido semillas ¡ªde ma¨ªz, sorgo y tomate, entre otras¡ª resistentes a la sequ¨ªa e inmunes a las enfermedades entre los agricultores locales, que luego contribuyen al banco con semillas de sus propias cosechas.
Havoyoco, que recibe financiaci¨®n de diversas organizaciones, desde el Fondo de Desarrollo de Noruega hasta Oxfam, la Cooperativa para el Desarrollo y el Alivio en Todo el Mundo (CARE, por sus siglas en ingl¨¦s) y la FAO, tambi¨¦n ha mejorado la recogida de agua en la zona, capt¨¢ndola de la lluvia para utilizarla en los cultivos y para los animales. "Antes la gente ten¨ªa muchos problemas. Era dif¨ªcil conseguir semillas durante la estaci¨®n seca o que fuesen de buena calidad", se?ala Ali mientras inspecciona varias hect¨¢reas de cultivos que contrastan vivamente con el resto de Somalilandia. Pero ahora "los habitantes del este y de otras zonas vienen aqu¨ª en busca de pastos y alimentos mejores", a?ade.
Los patrones meteorol¨®gicos se est¨¢n volviendo m¨¢s extremos cada a?o, y la organizaci¨®n "ayuda a la gente porque queremos que conserven sus medios de vida", remacha. Sin embargo, Edna Adan Ismail,?exministra de Exteriores y primera mujer de Somalilandia en ocupar un ministerio, especifica que muchos habitantes del campo no han tenido m¨¢s remedio que trasladarse e intentar encontrar otro trabajo a medida que los modos de vida tradicionales se iban perdiendo. "Su supervivencia depende de ellos", zanja Adan, fundadora del Hospital Universitario Edna Adan de Hargeisa.? En un intento por diversificar su econom¨ªa, dependiente de la ganader¨ªa, Somalilandia trata de atraer a inversores extranjeros tentados por la posici¨®n del pa¨ªs en una ruta vital de transporte mar¨ªtimo.
Somalilandia controla 760 kil¨®metros de costa en el golfo de Ad¨¦n. All¨ª, Emiratos ?rabes Unidos financia una renovaci¨®n del puerto de aguas profundas de Berbera por valor de 440 millones de d¨®lares, y est¨¢ instalando una base militar. "Es fundamental que diversifiquemos la econom¨ªa para traer comercio y trabajo", sentencia la exministra, pero tambi¨¦n es decisivo para el futuro del pa¨ªs obtener su reconocimiento pol¨ªtico. "Cuando nos reconozcan, vendr¨¢ gente e invertir¨¢".
Las generaciones futuras
Dado que las inversiones extranjeras son limitadas, el Gobierno de Somalilandia, junto con otras organizaciones, intenta crear nuevos puestos de trabajo para los j¨®venes en una rep¨²blica en la que el 70% de la poblaci¨®n tiene menos de 30 a?os. Este a?o ha puesto en marcha un programa de servicio militar de un a?o de duraci¨®n para 1.500 hombres y mujeres, mientras que Havoyoco dirige otro de formaci¨®n profesional para ense?ar carpinter¨ªa, soldadura, y conocimientos de administraci¨®n aplicados al puesto de trabajo. Oxfam ha contribuido a financiar unas instalaciones de formaci¨®n para la innovaci¨®n llamadas HarHub y situadas en Hargeisa. En ellas, los j¨®venes de los campamentos de desplazados pueden adquirir conocimientos de inform¨¢tica en la academia Hargabits. "Consideramos que el empleo juvenil es uno de los principales retos de Somalilandia, y para crear puestos de trabajo en el sector y diversificar hacen falta inversiones importantes", sostiene Abdiaziz Adani, portavoz de Oxfam. "Debido al cambio clim¨¢tico y a la sequ¨ªa, el modo de vida pastoril tradicional no va a volver".
Hamse Sulub es uno de los que han hecho el cambio. Este joven de 19 a?os, procedente de un pueblo cercano a la frontera et¨ªope, se traslad¨® a Hargeisa hace siete despu¨¦s de que la sequ¨ªa matase a la mayor parte de los camellos de su familia. Tras estudiar en la escuela isl¨¢mica, vio un anuncio de Hargabits y un d¨ªa se dej¨® caer por el centro. El personal le hizo una prueba, lo admiti¨® como alumno y le ense?¨® dise?o gr¨¢fico y a utilizar hojas de c¨¢lculo. "Cuando era peque?o, en el pueblo, era responsable de cuidar de los animales... No sab¨ªa nada", recuerda Sulub sentado junto al gallinero que hay en el refugio que comparte con su madre y sus cuatro hermanos en el campamento de Sheij Nuur. Pero "esto me ha dado confianza. Mi plan es formarme unos cuanto a?os m¨¢s y luego montar mi propio negocio", explica. "Me preocupa que mi familia tenga comida suficiente cada d¨ªa. Lo que necesitamos los j¨®venes es tener un trabajo, y para eso nos hacen falta conocimientos y centros donde aprender".
"El empleo juvenil es uno de los principales retos de Somalilandia, y para crear puestos de trabajo en el sector y diversificar hacen falta inversiones importantes", sostiene Abdiaziz Adani, de Oxfam
Sin empleo ni esperanza para el futuro, es posible que cada vez m¨¢s j¨®venes somalilandeses se unan al n¨²mero creciente de j¨®venes africanos que intentan emigrar, sospecha la ministra de Medio Ambiente Shukir Bandare, que insiste en que la emigraci¨®n provocada por el cambio clim¨¢tico es un problema mundial. "Se marchar¨¢n por mar a Europa o Estados Unidos para hacer algo con su vida", vaticina. "Si no colaboramos y nos damos la mano para resolver los problemas del mundo relacionados con el cambio clim¨¢tico, estamos condenados. No vamos a dejar nada a la pr¨®xima generaci¨®n. Nada".
La lucha por la independencia
Somalilandia fue protectorado brit¨¢nico hasta 1960, cuando se unific¨® con la antigua colonia italiana de Somalia. M¨¢s tarde, en 1991, se separ¨® de esta en una cruenta guerra civil. Hargeisa recibi¨® el apodo de "la Dresde de ?frica" porque la ciudad qued¨® devastada por los bombardeos a¨¦reos. Gran parte de su poblaci¨®n huy¨®. Sin embargo, despu¨¦s de 1991, cuando Somalia se hundi¨® en el caos a ra¨ªz de la ca¨ªda del dictador Mohamed Siad Barre, los clanes de Somaliandia, en el norte, restauraron la paz y erradicaron la pirater¨ªa y al grupo yihadista Al Shaab, filial de Al Qaeda, de sus fronteras.
Actualmente, la rep¨²blica tiene un parlamento y elecciones propios, adem¨¢s de moneda, pasaportes, bandera, Ej¨¦rcito y una frontera autodeclarada con puestos de control policial activos en todo su territorio. Pero, a pesar de vivir en paz, Somalilandia no ha logrado el reconocimiento de ning¨²n pa¨ªs, aunque las autoridades locales de Cardiff en Gales, Tower Hamlets en Londres y las ciudades inglesas de Sheffield y Birmingham aceptan su independencia. "Con o sin reconocimiento somos un pa¨ªs, pero queremos que nuestro pueblo pueda progresar", recalca Mahamoud, representante de Somalilandia en Gran Breta?a. "Sin embargo, nadie est¨¢ dispuesto a dar el primer paso".
Los pa¨ªses occidentales alegan que corresponde a la Uni¨®n Africana decidir sobre el reconocimiento. No obstante, hay pocos motivos para que el organismo siente un precedente en un continente en el que 15 de 54 pa¨ªses son presa de conflictos civiles. Las llamadas y los correos electr¨®nicos a la Uni¨®n Africana y al Gobierno de Somalia no recibieron respuesta. Somalia insiste en que Somalilandia no es independiente, y ha acusado a Guinea, en ?frica occidental, de "violar la soberan¨ªa" del pa¨ªs al recibir en visita oficial al presidente de Somalilandia Muse Bihi Abdi en julio de este a?o.
El Ministerio de Relaciones Exteriores brit¨¢nico declara que Reino Unido no ha reconocido a Somalilandia como Estado independiente, pero ha apoyado e incentivado las conversaciones entre Hargeisa y Mogadiscio. "Estamos firmemente convencidos de que corresponde a Somalilandia y al Gobierno federal de Somalia decidir su futuro y a los vecinos de la zona tomar la iniciativa en el reconocimiento de cualquier nuevo acuerdo", comunicaba un portavoz v¨ªa correo electr¨®nico.
Texto: Belinda Goldsmith | Productor multimedia: Claudio Accheri | Edici¨®n de texto original en ingl¨¦s en Thomson Reuters Foundation, Laurie Goering, Megan Rowling; y en espa?ol, Planeta Futuro. www.news.trust.org
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