Lo que cuenta sobre la desigualdad el cementerio de los arist¨®cratas de la Edad de Bronce
Un estudio de un yacimiento alem¨¢n de hace 4.000 a?os muestra hogares en los que los se?ores compart¨ªan techo con los siervos y las mujeres deb¨ªan abandonar a su familia para casarse
¡°Existe ese dicho de que siempre ha habido ricos y pobres, pero es mentira. Antes del Neol¨ªtico [hace unos 10.000 a?os], viv¨ªamos en un mundo en el que ¨¦ramos todos pr¨¢cticamente iguales¡±. Leonardo Garc¨ªa Sanju¨¢n, del Departamento de Prehistoria y Arqueolog¨ªa de la Universidad de Sevilla, dice que suele recordar a sus alumnos que, pese a que ahora parezcan naturales, las jerarqu¨ªas y desigualdades que hoy rigen las sociedades humanas son algo relativamente reciente en una especie que surgi¨® hace m¨¢s de 200.000 a?os.
La naturaleza de aquella transici¨®n es uno de los misterios m¨¢s interesantes de la historia de la humanidad. Est¨¢ aceptado que la p¨¦rdida de aquel supuesto para¨ªso primigenio, en el que hombres y mujeres recog¨ªan los frutos que sin exigencia ofrec¨ªa el campo y donde se mataban animales para comer su carne, tuvo que ver con la ganader¨ªa, la agricultura y la adopci¨®n del sedentarismo. En lo que el antrop¨®logo Jared Diamond llam¨® el peor error de la historia de la humanidad, las bandas de cazadores y recolectores comenzaron a domesticar animales y granos y se instalaron alrededor de las tierras donde lo hac¨ªan. Esto permiti¨® la acumulaci¨®n de riqueza, la necesidad de hombres armados para protegerla y la aparici¨®n de clases y desigualdades cada vez mayores. La adaptaci¨®n a aquella forma de vida fue un desastre [al menos durante varios milenios] para la mayor¨ªa, que acab¨® esclavizada a la tierra y a sus se?ores, sufri¨® m¨¢s enfermedades derivadas de las aglomeraciones humanas y, como muestran los restos arqueol¨®gicos, perdi¨® una estatura y una fortaleza que no recuper¨® hasta hace solo un siglo.
En la reconstrucci¨®n de este proceso por el que la humanidad se convirti¨® en lo que ahora nos puede parecer eterno, la Edad del Bronce, hace entre 4.200 y 2.800 a?os, es un periodo con un inter¨¦s peculiar. ¡°A partir del Neol¨ªtico empieza a haber clanes que acumulan riquezas y en la Edad del Bronce se da la culminaci¨®n de ese proceso, con una aparici¨®n de familias cuasiaristocr¨¢ticas, una distinci¨®n entre nobles y plebeyos y una asociaci¨®n de los nobles a la guerra. Es una sociedad feudal incipiente¡±, cuenta Garc¨ªa Sanju¨¢n.
La arqueolog¨ªa hab¨ªa realizado ya esta reconstrucci¨®n, pero la pasada semana, un art¨ªculo publicado en la revista Science ofrece informaci¨®n precisa y de calidad para una recreaci¨®n m¨¢s n¨ªtida de aquellos siglos. Un equipo en el que han colaborado especialistas en recuperar e interpretar el ADN de personas fallecidas hace miles de a?os y arque¨®logos que conocen los yacimientos de ese periodo, analiz¨® la forma de vida de una comunidad que habit¨® el valle del Lech, cerca de Augsburgo (Alemania), hace 4.000 a?os. Sus resultados, obtenidos a partir del estudio de las tumbas y los objetos que se encontraron junto a los restos humanos, muestran un tipo de convivencia com¨²n en sociedades como la griega o la romana de 15 siglos despu¨¦s, en las que familias aristocr¨¢ticas viv¨ªan con personas de menor estatus que ser¨ªan sus sirvientes, en algunos casos esclavizados. Los autores se?alan tambi¨¦n c¨®mo el entierro de ni?os con ricos ajuares funerarios sugiere que el estatus social se transmit¨ªa de padres a hijos. De las sociedades en las que todos nac¨ªan iguales se hab¨ªa pasado ya a otras en las que algunos se reivindicaban como descendientes de quienes crearon las normas que ordenaban la sociedad o incluso de los dioses.
Otro de los descubrimientos del estudio tiene que ver con las costumbres matrimoniales. Las mujeres que yac¨ªan junto a los arist¨®cratas y que compart¨ªan su elevado estatus no hab¨ªan nacido en el valle de Lech. El an¨¢lisis del esmalte de sus dientes conten¨ªa elementos qu¨ªmicos que no las vinculaban con la composici¨®n del agua local, como suced¨ªa en el caso de los hombres. Hab¨ªan crecido lejos de all¨ª y hab¨ªan llegado para casarse. Lo contrario suced¨ªa con las nobles?locales, que no yacen con sus familiares y probablemente se encuentren junto a otros se?ores de localidades lejanas. El estudio ha determinado que estas costumbres se siguieron durante al menos 700 a?os. ¡°Lo que m¨¢s me impact¨® fue que en alg¨²n momento ten¨ªas que entregar a todas tus hijas¡±, afirma en un art¨ªculo publicado en el mismo n¨²mero de Science Philipp Stockhammer, arque¨®logo de la Universidad de Munich (Alemania) y coautor del estudio. Las ¨²nicas mujeres locales eran pobres, enterradas sin objetos alrededor, o ni?as de familias ricas que hab¨ªan muerto antes de la adolescencia.
En aquellas sociedades, el intercambio de las mujeres pudo servir para crear alianzas con grupos lejanos y afianz¨® un tipo de organizaci¨®n patriarcal. Los hombres se quedaban en su lugar de nacimiento, junto a su familia, y heredaba el estatus y la riqueza de los ancestros. ¡°Las mujeres sal¨ªan perdiendo, porque se iban a la aldea del marido y quedaban a expensas de su familia y su gente cercana, aunque esto no quiere decir que no hubiese mujeres de alto estatus social¡±, indica Garc¨ªa Sanju¨¢n.
Muchos milenios despu¨¦s, los ecos de aquellas transformaciones culturales s¨ªsmicas contin¨²an influyendo en nuestra forma de vida. La acumulaci¨®n de recursos en pocas manos ha seguido imparable y solo se ha detenido en periodos catacl¨ªsmicos como las guerras mundiales o la gran peste de la Edad Media. Hoy, no obstante, miles de millones de personas viven mejor que los arist¨®cratas del valle del Lech. Los humanos siguen sintiendo aversi¨®n a la desigualdad como las bandas sin propiedades que recorrieron el mundo en busca de sustento durante decenas de miles de a?os, pero tambi¨¦n experimentan un rechazo a cambiar las jerarqu¨ªas, como mostraba un art¨ªculo publicado en 2017 en la revista Nature Human Behaviour. Trabajos como el publicado en Science, que combina lo mejor de la arqueolog¨ªa, la gen¨¦tica o las tecnolog¨ªas de dataci¨®n, ayudar¨¢n a comprender c¨®mo acabamos convencidos de que siempre ha habido ricos y pobres.
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