Los padres llegamos ¡°muy tarde y muy mal¡± a tratar el tema del sexo con nuestros hijos
Los adolescentes no perciben a los padres como un apoyo importante en este tema, de forma que, si tienen problemas o dudas, lo ¨²ltimo que van a hacer es recurrir a ellos
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Un domingo por la tarde, hace unas semanas, decidimos ver a petici¨®n de nuestra hija de seis a?os un biopic de la escritora sueca Astrid Lindgren, creadora de uno de los personajes m¨¢s ic¨®nicos de la literatura infantil, Pippi Calzaslargas. En un momento dado del metraje tuvo lugar una escena de sexo, nada demasiado expl¨ªcito, con la que no cont¨¢bamos. Por supuesto, entramos en p¨¢nico. Creo que a nosotros, los adultos, se nos pas¨® por la cabeza de todo (apagar la tele, cambiar de canal accidentalmente, pulsar el bot¨®n de stop para ganar tiempo¡). Mientras, sin embargo, nuestra hija miraba con tanta atenci¨®n como naturalidad la escena. Al final, presos del p¨¢nico, lo ¨²nico que acertamos a hacer fue pulsar el bot¨®n de fast forward para que el momento de tensi¨®n se acabase cuanto antes.
¡°Tampoco lo hicisteis tan mal. Lo normal, cuando nos enfrentamos a una escena sexual con nuestros hijos delante, es que entremos en un momento de histeria y hagamos cosas como cambiar de canal o taparles los ojos¡±, afirma entre risas, al otro lado del tel¨¦fono, la psic¨®loga y sex¨®loga Elena Crespi, que acaba de publicar Habla con ellos de sexualidad (Lunwerg Editores), un libro ilustrado por Elisenda Soler que aborda la sexualidad desde el punto de vista de padres e hijos.
Para Crespi no hay reacciones buenas o malas. Tampoco es necesario que los padres nos fustiguemos por las mismas. Eso s¨ª, la mejor reacci¨®n pasa, inevitablemente, por la normalidad. ¡°?Qu¨¦ es lo peor que puede pasar? ?Que tu hija te pregunte ¡°oye, pap¨¢, y qu¨¦ hacen esos dos?¡±. ?Y si lo pregunta?, devuelvo el interrogante a la sex¨®loga. ¡°Pues nada, basta con decir que est¨¢n jugando a cosas de mayores. A los seis a?os no hace falta dar m¨¢s explicaci¨®n que esa. Y posiblemente a tu hija le hubiese servido y hubiese saciado su curiosidad. Al final, los peques no tienen la mirada de una persona adulta, as¨ª que donde t¨² ves algo pornogr¨¢fico y que te incomoda, los peques solo ven a dos personas m¨¢s o menos vestidas ¡°jugando¡± y revoloteando en la cama. Que en el fondo es lo que es el sexo, son dos personas que est¨¢n jugando. Lo que cambia es la mirada sobre ese juego¡±, responde.
Normalizar la sexualidad
Normalidad es lo que necesitamos, seg¨²n Elena Crespi, para afrontar el tema de la sexualidad con nuestros hijos. Algo relativamente dif¨ªcil cuando la mayor¨ªa a¨²n hemos crecido en entornos donde el sexo era un tema tab¨², del que no se hablaba.
Recuerdo que en casa de mis padres reinaba un silencio tenso cuando la televisi¨®n mostraba una escena de contenido sexual. Nadie comentaba nada y cuando por fin terminaba era como si esa escena no hubiese existido. ¡°Es que una imagen er¨®tica provoca una respuesta sexual en nosotros, nos excitamos, y eso de excitarse con los padres delante es muy raro. Y lo mismo pasa al rev¨¦s. Estamos todos pensando ¡°?por favor, que se acabe ya!¡±, se?ala divertida la sex¨®loga que, en estos casos, cuando los ni?os ya est¨¢n en plena adolescencia, recomienda hacer un comentario ir¨®nico ¡°para romper el hielo¡±, aprovechando que las escenas de sexo del cine ¡°siempre son de ciencia ficci¨®n¡±: ¡°Quiz¨¢s de ah¨ª salga una conversaci¨®n. O puede que no, pero seguro que evitamos ese momento tenso¡±.
Lo ideal, no obstante, es que antes de la llegada de ese momento la sexualidad se haya vivido con mucha naturalidad en casa desde el nacimiento de los ni?os. Otra vez ¡°naturalidad¡±. Y eso implica entre otras cosas, seg¨²n Elena Crespi, que no haya habido tab¨²es a la hora de mostrar el cuerpo y de nombrar sus partes, porque a partir de la forma en que nombramos a los genitales ¡°los ni?os ya entienden desde el minuto cero que lo que tienen entre las piernas no es igual que lo que tienen en la cara¡±. Porque s¨ª, la nariz es la nariz, una mano es una mano, un pie es un pie, pero el pene es una ¡°pilila¡± o una ¡°cola¡± y la vulva es un ¡°chochete¡± o una ¡°patatita¡±. ¡°En la escuela, cuando se explica el aparato digestivo nadie se escandaliza. En cambio, cuando hablamos de educaci¨®n sexual, hablar de vulva, pene o test¨ªculos siempre genera risas nerviosas¡±, lamenta.
Esa normalidad y esa ausencia de tab¨²es, se?ala la autora de Habla con ellos de sexualidad, es un primer paso para, llegado el momento, poder comentar una escena televisiva de este tipo con nuestros hijos, ¡°siempre teniendo en cuenta su nivel de conocimiento para adaptar el lenguaje y el mensaje a sus necesidades¡±.
Los padres llegamos ¡°tarde y mal¡±.
Ha quedado claro que normalizar desde la primera infancia es lo ideal. El problema, sin embargo, es que de la teor¨ªa a la pr¨¢ctica hay un techo y los padres acostumbramos a llegar al tema de la sexualidad con nuestros hijos ¡°muy tarde y muy mal; y adem¨¢s con la peque?a esperanza de que sea en la escuela donde aprendan todo lo que tienen que aprender sobre sexo¡±. Algo que para Elena Crespi es un error, ya que en su opini¨®n por mucho que en las escuelas se hagan programas de educaci¨®n sexual, ¡°el verdadero aprendizaje se hace en casa¡±. Y es que, aunque por tab¨² o por verg¨¹enza no queramos ser agentes educativos en este ¨¢mbito, los padres no dejamos de ser en ning¨²n momento ¡°sus agentes educativos principales¡±. Tambi¨¦n a nivel sexual.
Cuando somos conscientes de ello, algo que suele coincidir con el aterrizaje de nuestros hijos en la pubertad, nos entra el p¨¢nico y las prisas por hablar con ellos, aunque no sepamos muy bien c¨®mo. Para entonces, sin embargo, como avisa Crespi, nuestros hijos ¡°ya han visto mucho porno y ya se han hecho una idea completamente tergiversada de lo que es la sexualidad¡±.
Para la sex¨®loga, este llegar tarde y mal tiene una consecuencia fundamental: que nuestros hijos adolescentes no nos perciben a los padres como un apoyo importante en este tema, de forma que, si tienen problemas sexuales o dudas, lo ¨²ltimo que van a querer es que nos enteremos nosotros. ¡°Nuestros hijos deber¨ªan visualizarnos como apoyo y deber¨ªan poder contarnos lo que sea sin que nosotros nos escandalicemos o los castiguemos, que es lo que hacemos normalmente desde peque?os si los vemos toc¨¢ndose o jugando con alg¨²n amigo o amiga a investigarse. Al final siempre les mandamos mensajes muy censuradores con todo lo referente a la sexualidad, de modo que cuando tienen 15 a?os y tienen alg¨²n problema no van a acudir a nosotros¡±, argumenta.
Para no llegar a estos extremos, Elena Crespi ofrece a los padres cuatro consejos. El primero pasa por nombrar a cada parte del cuerpo por su nombre real. El segundo por normalizar la desnudez. El tercero por aprovechar situaciones que nos ofrece el d¨ªa a d¨ªa para hablar sobre sexualidad con naturalidad. El cuarto y m¨¢s importante en su opini¨®n, por ¨²ltimo, por explicitar a nuestros hijos que ante cualquier problema vamos a ser su apoyo y vamos a estar a la altura de las circunstancias. ¡°As¨ª, cuando el problema sea sexual o tenga que ver con la sexualidad, ellos sabr¨¢n que tambi¨¦n vamos a ser un apoyo¡±, concluye.
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