?Harto del t¨ªpico ¡®cu?ao¡¯? La psicolog¨ªa te ayuda a soportarlo
?Qui¨¦n no conoce a un sabelotodo que, en realidad, no sabe de nada? La psicolog¨ªa ha encontrado una explicaci¨®n para su alta estima: es fruto de su ignorancia.
A TODOS NOS ha pasado. Est¨¢ usted tranquilamente sentado en un bar y en la barra hay alguien dando lecciones en voz alta del tema m¨¢s inveros¨ªmil. Tambi¨¦n le habr¨¢ pasado que en una boda, bautizo o comuni¨®n le toque en la mesa el marido de una prima segunda que no deja de hablar de geopol¨ªtica, calentamiento global o vacunaci¨®n y salud p¨²blica. Si el tema le resulta muy alejado le puede parecer que sabe de ¨¦l debido a la vehemencia con la que defiende sus posiciones o a la gran cantidad de informaci¨®n y de verbo florido que utiliza. Sin embargo, si su discurso se acerca a alg¨²n tema que conoce, se dar¨¢ cuenta de que tiene ante usted al t¨ªpico cu?ao que habla sin tener ni idea.
En el a?o 1999, los psic¨®logos de la Universidad de Cornell Justin Kruger y David Dunning publicaron un estudio experimental donde evaluaban de forma sistem¨¢tica a este tipo de gente. Mediante cuatro investigaciones diferentes med¨ªan las habilidades de algunas personas en humor, gram¨¢tica y l¨®gica, y luego lo comparaban con la capacidad que aseguraban tener. El resultado fue que los que puntuaban en la parte superior en esos test asum¨ªan que estaban en una posici¨®n que se ajustaba bastante a su posici¨®n real (para entendernos, los que sacaban un 8 o un 9 pensaban que ten¨ªan un 8 o un 9). Por el contrario, los que ten¨ªan una puntuaci¨®n situada en el 12% peor pensaban que estaban en el 62% peor. Traducido: los que sacaban un 1 en el examen pensaban que ten¨ªan un 6. Curiosamente, cuando estos mismos participantes mejoraban en sus competencias, eran m¨¢s conscientes de sus propias limitaciones y al volver a realizar estas pruebas su puntuaci¨®n se ajustaba a la que ellos cre¨ªan que ten¨ªan.
Seg¨²n los propios autores del anterior estudio, cuando alguien no sabe de un tema tiene dos problemas: el primero es que llega a conclusiones err¨®neas y toma decisiones desafortunadas por su propia ignorancia; el segundo es que su propia incompetencia les roba la capacidad metacognitiva de darse cuenta de lo ignorantes que son. Dunning y Kruger solo aportaron evidencia experimental a algo que m¨¢s o menos ya se sospechaba. Charles Darwin predijo la existencia del efecto Dunning-Kruger cuando escribi¨® que ¡°la ignorancia genera confianza m¨¢s frecuentemente que el conocimiento¡± en la introducci¨®n de su libro El origen del hombre, publicado en 1871. El saber popular tambi¨¦n tiene numerosos refranes que ilustran este mismo efecto: ¡°Qu¨¦ atrevida es la ignorancia¡± o ¡°Quien m¨¢s habla es quien m¨¢s tiene que callar¡±, por ejemplo.
El atrevimiento de la ignorancia est¨¢ detr¨¢s de muchos movimientos populares y puede impulsar a nuestros pol¨ªticos a tomar decisiones err¨®neas cuyas consecuencias sufriremos todos. Por ejemplo, se ha demostrado que el efecto Dunning-Kruger est¨¢ relacionado con movimientos antivacunas o con el negacionismo del cambio clim¨¢tico. Un estudio publicado este mismo a?o en Nature Human Behaviour probaba que quienes m¨¢s se oponen al uso de transg¨¦nicos son aquellos que menos conocen esta tecnolog¨ªa. Los cient¨ªficos tampoco se libran. En 2013, otra investigaci¨®n estim¨® que este sesgo explicaba que algunos de estos profesionales tengan unas expectativas superiores sobre su investigaci¨®n y acepten de mala forma que uno de sus art¨ªculos sea rechazado en una revista especializada. Muchos de ellos no son conscientes de su propia ignorancia y sobreestiman sus m¨¦ritos. Vamos, como cualquiera.
¡°La ignorancia genera confianza m¨¢s frecuentemente que el conocimiento¡±, dijo Darwin
El efecto Dunning-Kruger tiene un reverso: el s¨ªndrome del impostor. El t¨¦rmino fue acu?ado por las psic¨®logas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978 y describe un sesgo de percepci¨®n que se da cuando una persona ocupa un puesto para el que est¨¢ capacitado y piensa que es superior a sus m¨¦ritos y que no lo merece. Hay que decir que para que podamos hablar de este s¨ªndrome, la persona que lo sufre debe ser realmente competente. Si una persona piensa que ocupa un puesto superior a sus capacidades y realmente es as¨ª, no podemos hablar del s¨ªndrome del impostor, sino de lo que toda la vida se ha llamado un enchufado.?
J. M. Mulet es bioqu¨ªmico y divulgador.
Una mezcla explosiva
Otro sesgo cognitivo es el efecto Forer, tambi¨¦n conocido como efecto Barnum o falacia de validaci¨®n personal. En este caso, un mensaje ambiguo sobre la personalidad ser¨¢ interpretado por el receptor como que se ajusta y le describe. Esto explica que haya mucha gente que se identifique con una predicci¨®n astrol¨®gica o de pseudopsicolog¨ªa que realmente no dice nada. Incluso, a veces, esta percepci¨®n se refina con el sesgo de autoservicio, que hace que solo se den por buenos los rasgos positivos y no los negativos. Si hablamos de razonamiento y no de personalidad, el sesgo de confirmaci¨®n es el que hace que solo demos por buenos los argumentos que apoyan nuestra reflexi¨®n de partida y descartemos los que la refutan. Si a?adimos el efecto Forer y los otros sesgos al efecto Dunning-Kruger, ya tenemos al cu?ao perfecto.
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