Todos catalanes

Cuando se hizo evidente que el franquismo se desmoronaba y mutaba en algo distinto, hacia 1976, sent¨ª un malestar bastante profundo. Cosas de los 17 a?os. Crec¨ª m¨¢s o menos convencido de que ser catal¨¢n consist¨ªa en sufrir represi¨®n y opresi¨®n y estar en el bando correcto de la historia. ?Qu¨¦ iba a ocurrir tras el cambio pol¨ªtico? ??bamos a perder el dulce romanticismo de las reuniones semiclandestinas, la complicidad del nosotros contra ellos, la discreta heroicidad de acudir a manifestaciones prohibidas? Enti¨¦ndase que por entonces los riesgos eran m¨ªnimos y que ¡°ellos¡± no eran otros que los que mandaban; por entonces, Barcelona (la real) y Madrid (la real) viv¨ªan un romance. Puestos en lo concreto, para m¨ª ¡°ellos¡± eran esos antidisturbios de gris, tan salvajes como idiotas, que daban palos en La Rambla. Nunca, desde entonces, he logrado mirar con simpat¨ªa a un polic¨ªa. Lo siento. S¨¦ que de aquello hace casi medio siglo y que entre ellos hay de todo. Pero sigo sin fiarme de ninguno.

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Comenz¨® entonces una ¨¦poca tumultuosa. Violencia, incertidumbre, mucho sexo, mucha droga. Durante unos a?os, pocos, cre¨ª que pod¨ªa ocurrir algo formidable. El retorno de Josep Tarradellas, los Ayuntamientos democr¨¢ticos, una intensa embriaguez de libertad. ?Y si resultaba que ser catal¨¢n no ten¨ªa nada que ver con sentirse oprimido y estar en el lado correcto de la historia? ?Y si resultaba que ser catal¨¢n no significaba otra cosa que manejarse con dos lenguas y vivir la vida como cualquiera?

Las dudas se despejaron enseguida. El 20 de marzo de 1980, la derecha nacionalista de Jordi Pujol (entonces disfrazado de socialdem¨®crata) obtuvo una mayor¨ªa justita en el Parlament. Y Pujol fue presidente. En 1984, los fiscales presentaron una querella contra Pujol y otros por fraudes y corruptelas cometidos en Banca Catalana. El 30 de mayo de 1984, Pujol congreg¨® a una masa enfervorecida frente a la Generalitat y proclam¨® aquello tan famoso: ¡°A partir de ahora, de ¨¦tica y moral hablaremos nosotros, no ellos¡±. Qu¨¦ hermoso, el ¡°ellos¡± indeterminado. Casi simult¨¢neamente, unos cuantos energ¨²menos pujolistas agredieron (entre gritos de ¡°matadlo, matadlo¡±) al diputado socialista Raimon Obiols. Si les interesa saber cu¨¢ndo se jodi¨® el asunto, fue entonces. Mayo de 1984.

Lo dem¨¢s, hasta hoy, era predecible.

Vistas las presentes circunstancias, puedo asegurar que mis convicciones de adolescente no eran demasiado err¨®neas: ser catal¨¢n consiste en sufrir represi¨®n y opresi¨®n y estar en el lado correcto de la historia.

Miremos c¨®mo estamos. Los independentistas que toman las calles, sin distinci¨®n entre los que se manifiestan y los que destrozan, se sienten oprimidos y reprimidos y en el lado correcto de la historia. Quienes se manifiestan este domingo a favor de la unidad de Espa?a y la Constituci¨®n, y a?adamos tambi¨¦n a los franquistas del aguilucho, por qu¨¦ no, se sienten oprimidos y reprimidos y en el lado correcto de la historia. Y esa amplia mayor¨ªa que se queda en casa harta y hastiada, dolorida porque el pa¨ªs no tiene arreglo, se siente oprimida y reprimida y en el lado correcto de la historia.

Y ya est¨¢. Todos tienen raz¨®n. Qu¨¦ bonito es ser catal¨¢n.