M¨¢s all¨¢ de la ¨²ltima salida
La autora cuenta c¨®mo en contextos extremos, como campos de refugiados, donde los pacientes se enfrentan a gran estr¨¦s y desesperaci¨®n, la idea de suicidio es alt¨ªsima. Urge atender la salud mental
Mario acudi¨® a nuestra consulta acompa?ado de su mujer. ¡°?l no est¨¢ bien¡±, dec¨ªa ella. El hombre, alrededor de los 30 y visiblemente demacrado, hab¨ªa estado detenido durante varios meses. ¡°Y desde entonces, ¨¦l no est¨¢ bien¡±, repet¨ªa la esposa. Al poco de empezar a hablar, Mario confirm¨® nuestras sospechas. En los cuatro meses que pas¨® bajo arresto, hab¨ªa sufrido torturas cada d¨ªa y a diferentes horas. Tanto f¨ªsicas como psicol¨®gicas. Ahora, una vez fuera, pero con el miedo en el cuerpo de ser detenido de nuevo, hab¨ªa pensado en ¡°hacerse da?o¡±.
Estaba desesperado. Y segu¨ªa sufriendo mucho. Sufr¨ªa porque cada d¨ªa, a las horas en las que lo torturaban durante su confinamiento, regresaba el malestar f¨ªsico y emocional. Porque se hab¨ªa vuelto irascible y violento con su mujer y sus hijos. Porque no ten¨ªa trabajo ni ¨¢nimos para salir a buscarlo, y se ve¨ªa incapaz de hacerse cargo de su familia. ¡°No sirvo ya para nada¡±, conclu¨ªa una y otra vez.
Mario es un nombre ficticio y tampoco desvelar¨¦ el pa¨ªs donde vive, por su seguridad. Pero su caso es representativo de los que encuentran continuamente nuestros equipos de salud mental en los pa¨ªses en los que trabajamos. Contextos extremos donde nuestros pacientes enfrentan un grado de estr¨¦s y desesperaci¨®n alt¨ªsimo y donde, lamentablemente, las ideas de suicidio y la prevalencia de estos son tambi¨¦n altas.
La poblaci¨®n de mayor riesgo en nuestros proyectos es aquella que se encuentra confinada en un campo de refugiados o desplazados, la que est¨¢ a la espera de asilo o retenida en alg¨²n centro de detenci¨®n. La que se da cuenta de que ese, a pesar de no ser el lugar de destino de su periplo, es sin embargo el fin del camino. Se ven atrapados en esos asentamientos en condiciones terribles y sin salida a corto o medio plazo.
Todas las esperanzas que albergan mientras est¨¢n en movimiento se desvanecen con estas reclusiones. La prevalencia de suicidios entre los pacientes que han acudido al servicio de salud mental de MSF en el campo de desplazados de Qayara, en Irak, es del 50%. En los refugiados retenidos en la isla de Nauru, del 44%. Mientras que en los proyectos en las rutas de migrantes que pasa por M¨¦xico hacia Estados Unidos, la cifra es menor, por ejemplo.
La poblaci¨®n de mayor riesgo es la confinada en un campo de refugiados o desplazados, la que est¨¢ a la espera de asilo o retenida
Si bien las personas que llegan despu¨¦s de un largo camino a un campo de refugiados o a un asentamiento de desplazados internos encuentran una situaci¨®n relativamente m¨¢s estable y segura, a la larga esa calma tensa hace que aflore todo aquello que el camino, el movimiento, la tensi¨®n del ¨¦xodo hab¨ªa aplacado. Emocionalmente, la angustia brota de nuevo con m¨¢s fuerza.
Adem¨¢s, los largos periodos de inactividad, el cambio en los papeles ¡ªcomo por ejemplo el de proveedor y cabeza de familia¡ª no mejoran las cosas. Por ello, es necesario que las ONG, agencias y otros actores implicados en estas respuestas humanitarias involucren a las personas refugiadas y desplazadas en la ayuda que se les est¨¢ brindando. Los refugiados o desplazados deben asumir un papel activo en lugar de ser meras v¨ªctimas pasivas. De ese modo, teniendo una funci¨®n clara en ese nuevo contexto, sus vidas cobran sentido de nuevo. Igualmente, las pol¨ªticas migratorias deber¨ªan tener en cuenta los efectos que una reclusi¨®n tienen en estas personas tan sumamente vulnerables.
Menores no acompa?ados, los m¨¢s vulnerables
Cada 40 segundos se produce un suicidio. Y la mayor¨ªa de ellos son consumados por ancianos o adolescentes. Esto nos lleva a pensar en todos esos menores no acompa?ados que han salido de Siria, Afganist¨¢n, Sud¨¢n o Eritrea en busca de una vida mejor en Europa, y han quedado recluidos y hacinados en Lesbos o en los centros de detenci¨®n libios, por poner solo dos terribles ejemplos.
Menores sin apoyo familiar, a los que han mandado a Europa a abrir el camino y de cuyo ¨¦xito depende el futuro de una familia que en no pocos casos se ha quedado en un pa¨ªs en guerra o asolado por la violencia. La presi¨®n sobre estos chicos es enorme y la desesperanza creciente al ver que su situaci¨®n sigue en punto muerto y sin visos de mejora. Menores que proceden de contextos violentos y durante el camino tambi¨¦n han sufrido detenciones, torturas, violaciones. Si bien en su mayor¨ªa son personas resilientes, no resulta extra?o todos esos casos de intentos de quitarse la vida que seguimos viendo y atendiendo en nuestros programas en Grecia.
El tab¨² que supone el suicidio en los contextos donde trabajamos es otro de los retos para nuestros equipos de salud mental. ¡°Aqu¨ª eso no pasa¡± es la respuesta que se encuentran continuamente al abordar este problema.
El trabajo con las comunidades es b¨¢sico para la detecci¨®n precoz de casos como el de Mario. Todo empieza con una jornada de sensibilizaci¨®n en salud mental en la que el suicidio es un tema m¨¢s, un aspecto que se trata y aborda de igual modo que la violencia sexual o la depresi¨®n, por ejemplo. De hecho, es necesario establecer esta relaci¨®n, entre s¨ªntomas como la apat¨ªa, el des¨¢nimo o la desesperanza y el suicidio.
Es fundamental subrayar en estas charlas que todo suicidio viene precedido por un gran sufrimiento. Y que para estas personas no es m¨¢s que una salida ¡ªtr¨¢gica, s¨ª; pero una salida al fin y al cabo¡ª para dejar de sufrir. Y que nosotros no estamos all¨ª para juzgar a nadie sino para ayudarlos a gestionar ese sufrimiento y darles herramientas para que la salida que finalmente tomen sea otra muy diferente.
A pesar del tab¨², que finalmente es el mismo que el que tenemos aqu¨ª en Europa, esas charlas finalmente tienen su efecto y los pacientes acuden a los servicios de salud. Una vez all¨ª, se les identifica por leves se?ales y alertas, comentarios en apariencia banales que pueden ser s¨ªntomas de algo m¨¢s profundo: ¡°No puedo m¨¢s¡±, ¡°no tengo ganas de seguir adelante¡±, ¡°solo pienso en morirme¡±. Expresiones de las que ir tirando para valorar la derivaci¨®n del paciente a nuestros servicios de salud mental.
Aunque tambi¨¦n hay quien acude directamente a estos, como fue el caso de Mario, donde la rapidez de su mujer en descubrir estas se?ales de alarma salv¨® la vida a este hombre. Hoy, Mario contin¨²a en tratamiento y sigue mejorando d¨ªa a d¨ªa.
Cristina Carre?o es experta en salud mental de M¨¦dicos sin Fronteras (MSF).
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