Mary por fin pudo quitarse las cadenas
La autora, supervisora de matronas en el Proyecto Gorama Mende/Wandor, en Sierra Leona, cuenta el impacto que le produjo encontrase a una enferma de psicosis posparto atada en una de las localidades bajo su responsabilidad y la incomprensi¨®n familiar
En los lugares donde trabajamos no te queda m¨¢s remedio que estar siempre preparada para enfrentarte a situaciones muy complicadas. Y sin embargo, cada vez que se me ocurre pensar que en todos estos a?os como trabajadora humanitaria y como matrona ya lo he visto casi todo, la realidad se encarga de colocarme de nuevo en mi sitio..
Como supervisora de matronas en el Proyecto Gorama Mende/Wandor, en Sierra Leona, soy en gran parte responsable de la supervisi¨®n y formaci¨®n del personal m¨¦dico que trabaja para el Ministerio de Salud. Esto significa horas de docencia junto a las camas de los pacientes y ense?anzas informales basadas en las necesidades espec¨ªficas que nos vamos encontrando.
Sierra Leona tiene una de las tasas de mortalidad materna e infantil m¨¢s altas del mundo. Y uno de los objetivos que M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) se marca en este proyecto es el de reducir esas tasas reforzando los conocimientos del personal sanitario local cualificado. Esto, en mi caso, a menudo implica tener que responder a las consultas telef¨®nicas que me hacen mis colegas desde los diversos puntos en que prestamos apoyo.
Arrebatos de ira y de violencia
El pasado mes de mayo, recib¨ª una llamada desde la peque?a localidad de Punduru. Era acerca de una mujer que hab¨ªa dado a luz all¨ª cuatro meses antes y a la que su familia hab¨ªa tra¨ªdo de vuelta con el argumento de que estaba sufriendo arrebatos de violencia. Y al parecer, seg¨²n sus acompa?antes, estaba teniendo un comportamiento bastante conflictivo. El caso parec¨ªa bastante serio, as¨ª que habl¨¦ con Musa, nuestro enfermero de periferia, y d¨ªas m¨¢s tarde cogimos el coche y nos dirigimos hacia all¨ª.
Despu¨¦s de tres horas dando botes a trav¨¦s de tortuosos caminos de barro, algo a lo que tambi¨¦n estamos muy acostumbrados aqu¨ª, llegamos a la casa donde nos hab¨ªan dicho que estaba aquella mujer. Y efectivamente, all¨ª la encontramos, sentada sobre un banco de madera en una de las esquinas del patio. Desde lejos ya se pod¨ªa intuir su aire apenado y abatido. Y en cuanto me acerqu¨¦ un poco m¨¢s, pude constatar r¨¢pidamente cuales eran los motivos de tanta tristeza.
Sus pies estaban apoyados en una tabla de madera y alrededor del tobilllo llevaba amarrada una pesada cadena que alguien hab¨ªa cerrado con un candado. La cadena estaba a su vez atada a aquella tabla de madera.
Su nombre era Mary y ahora mismo me resulta imposible de describir el tsunami de emociones que me invadi¨® al encontrarme con aquella escena. Sin embargo, tuve que apartar de mi mente todos aquellos sentimientos y hacer lo que se supon¨ªa que ten¨ªa que hacer all¨ª: evaluar las condiciones de salud del paciente y dar una recomendaci¨®n m¨¦dica.
Pregunt¨¦ por sus s¨ªntomas a la enfermera que llevaba su caso y esta me explic¨® que probablemente se trataba de una psicosis posparto, pero que a¨²n ten¨ªan que hacerle diversas pruebas. Tambi¨¦n me dijo que, al parecer, ya hab¨ªa tenido otros arrebatos de ira tras el nacimiento de su anterior beb¨¦, as¨ª que no se trataba de nada nuevo.
Mary ya hab¨ªa estado embarazada ocho veces, lo que la pon¨ªa en mayor riesgo de sufrir complicaciones si se volv¨ªa a quedar encinta. De hecho, si su problema de salud mental estaba relacionado con el posparto (es decir, con el hecho de tener m¨¢s hijos), esta era otra raz¨®n de peso para que no se quedara de nuevo embarazada
La psicosis posparto es una enfermedad mental rara, pero tratable, que aparece de pronto sin necesidad de que el paciente haya tenido previamente ning¨²n otro problema de salud mental. Sus s¨ªntomas incluyen man¨ªa, delirios, confusi¨®n, agitaci¨®n, insomnio, paranoia y alucinaciones, sin necesidad de que todos ellos est¨¦n presentes al mismo tiempo. Los motivos que causan la enfermedad siguen siendo un misterio a d¨ªa de hoy.
Una crisis de salud
En Sierra Leona, las enfermedades mentales representan una crisis sanitaria en toda regla. Hay escasos conocimientos al respecto, las personas muestran muy poca comprensi¨®n con los pacientes y estos se encuentran claramente estigmatizados. Tambi¨¦n hay un componente asociado a la superstici¨®n, ya que es muy frecuente que a alguien que tiene un problema de salud mental le acusen de estar maldecido por los demonios, de estar casado con una bruja, o de haberse tragado una serpiente malvada.
Las personas que buscan ayuda para tratar sus problemas de salud mental generalmente acuden a curanderos tradicionales. All¨ª expulsan el mal de sus cuerpos, les afeitan las cabezas, les administran hierbas medicinales y les aplican todo tipo de hechizos. La familia de Mary tambi¨¦n la hizo pasar por este proceso, pero afortunadamente para ella tambi¨¦n la llevaron a una estructura de salud con personal m¨¦dico.
Estableciendo una conexi¨®n con Mary
Por mi experiencia con otros pacientes con problemas psiqui¨¢tricos, sab¨ªa que para ganarme su confianza y poder ayudarla, ten¨ªa que tratar de establecer alg¨²n tipo de conexi¨®n con ella. Con la imprescindible ayuda de Musa para hacer de traductor, comenzamos a hablar. Me cont¨® que ten¨ªa unos 32 a?os, que hab¨ªa dado a luz ocho veces y hab¨ªa perdido a tres de sus hijos a causa de "fiebres". Le quedaban cinco hijos vivos, incluido Emanuel, el beb¨¦ de cuatro meses.
Aparentemente, no presentaba ning¨²n tipo de agitaci¨®n y no estaba experimentando sentimientos de agresi¨®n. De hecho, desde hac¨ªa varios d¨ªas no hab¨ªa tenido ning¨²n episodio violento y no sent¨ªa tentaciones de hacerse da?o a s¨ª misma o a su beb¨¦.
Me explic¨® que estaba durmiendo bastante bien y que ya no estaba teniendo alucinaciones, pero estaba enfadada porque su familia le hab¨ªa afeitado el cabello, en contra de sus deseos, ya que pensaban que as¨ª sacar¨ªan el mal que le estaba afectando. Se quit¨® la tela para ense?arme su cabeza rapada y me dijo que se sent¨ªa fea.
Musa le se?al¨® el hecho de que yo tambi¨¦n era calva y Mary se qued¨® mir¨¢ndome fijamente, como si tratara de solidarizarse conmigo. En ese momento, vi clar¨ªsimamente que aquel hecho fortuito podr¨ªa convertirse en nuestro punto de conexi¨®n, as¨ª que me dirig¨ª a Musa y le ped¨ª que por favor le dijera que ella y yo ¨¦ramos como dos hermanas gemelas. Y que a?adiera que las dos ¨¦ramos hermosas. Ella se ech¨® a re¨ªr y me regal¨® una sonrisa deslumbrante.
Toda la familia de Mary estaba all¨ª, con la excepci¨®n de su esposo, que estaba trabajando en otra aldea. Desde que enferm¨®, eran ellos quienes cuidaban de sus cinco hijos. Su t¨ªa le llevaba el beb¨¦ de manera regular para que le diera el pecho, pero nunca la dejaban sola con ¨¦l.
Por la noche le quitaban las cadenas para que pudiera dormir en el interior de la casa, pero el resto del d¨ªa permanec¨ªa presa en el patio. El motivo que esgrim¨ªan para tenerla all¨ª es que hab¨ªa amenazado a varios miembros de la comunidad y que la gente le ten¨ªa miedo. A pesar de que me parec¨ªa inhumano verla as¨ª, hice un esfuerzo por no emitir ning¨²n tipo de juicios y escuchar los razonamientos de su familia. A ellos tampoco les gustaba tenerla as¨ª, pero sent¨ªan que no les quedaba m¨¢s remedio que hacerlo.
No me pareci¨® apropiado pedirles en aquel momento que la liberaran. Aunque es verdad que mientras hablaba conmigo estaba tranquila, entend¨ª que de vez en cuando estallaba y que, debido a su imprevisibilidad y por el bien de la comunidad, quer¨ªan tenerla atada.
Entendi¨¦ndonos la una a la otra
Mary ya hab¨ªa estado embarazada ocho veces, lo que la pon¨ªa en mayor riesgo de sufrir complicaciones si se volv¨ªa a quedar encinta. De hecho, si su problema de salud mental estaba relacionado con el posparto (es decir, con el hecho de tener m¨¢s hijos), esta era otra raz¨®n de peso para que no se quedara de nuevo embarazada.
Por todas estas razones, suger¨ª la planificaci¨®n familiar en forma de implantes. Lo bueno que tienen es que duran cinco a?os, pero pueden retirarse en cualquier momento si se desea un nuevo embarazo, y la fertilidad se restablece de inmediato.
Todos estuvieron de acuerdo, incluida Mary, pero para m¨ª era importante que ella entendiera de verdad lo que esto implicaba y que no se sintiera coaccionada de ninguna manera. Por esa raz¨®n, no le colocamos los implantes ese mismo d¨ªa. Le dijimos que volver¨ªamos una semana m¨¢s tarde para que tuviera tiempo de pensarlo bien y que, si cambiaba de opini¨®n, buscar¨ªamos una forma alternativa de anticoncepci¨®n para ella. Tambi¨¦n le dije que pedir¨ªa opini¨®n a nuestro m¨¦dico y a nuestro coordinador m¨¦dico sobre qu¨¦ medicamento podr¨ªamos ofrecerle para ayudarle a lidiar con los episodios violentos. Mary dijo que estaba dispuesta a tomar los que le recomend¨¢ramos y la familia apoy¨® su decisi¨®n.
Estabilidad
Dejarla atada a aquella cadena se me hizo especialmente duro, pero al mismo tiempo me sirvi¨® como acicate para tratar de encontrar una soluci¨®n urgente al problema.
Aunque nunca tendr¨ªamos un diagn¨®stico definitivo, dado que no hab¨ªa trabajadores de salud mental que pudiesen hacer una evaluaci¨®n apropiada, ten¨ªamos la posibilidad de tratar los s¨ªntomas con medicamentos y ver si eso le hac¨ªa estar mejor. Hab¨ªa que intentarlo.
La psicosis posparto es un reto en cualquier parte del mundo, incluso en entornos donde las pacientes disponen de la mejor atenci¨®n m¨¦dica y de una amplia variedad de tratamientos.
Tras consultar por tel¨¦fono y por correo con varios psic¨®logos de la organizaci¨®n, decidimos encargar un medicamento llamado Haloperidol. Mis compa?eros cre¨ªan que le ir¨ªa muy bien y que pronto estar¨ªamos viendo los cambios. Adem¨¢s, no era necesario que tomara una dosis muy alta, por lo que la lactancia materna no se ver¨ªa afectada.
La semana siguiente a nuestro primer encuentro, regres¨¦ para colocarle los implantes anticonceptivos y para ver c¨®mo estaba. Su familia me dijo que segu¨ªa bastante estable y que solo hab¨ªa sufrido un leve episodio de violencia hacia su esposo.
A los pocos d¨ªas nos vimos de nuevo. Fui a llevarle el medicamento a su casa. All¨ª segu¨ªa, sentada como siempre en el aquel banco y encadenada. Me dijo que no hab¨ªa sufrido grandes cambios y aparentemente segu¨ªa tranquila, as¨ª que quedamos en vernos en un par de semanas.
Una sonrisa hermosa y una mirada llena de brillo
Hab¨ªa pasado casi un mes desde mi primer encuentro con Mary y no hab¨ªa dejado de pensar en ella ni un solo d¨ªa. Mis compa?eros me hab¨ªan hecho llegar noticias de que se encontraba bien, pero hab¨ªa llegado el momento de ir a comprobar por m¨ª misma la evoluci¨®n del tratamiento. Cogimos de nuevo la moto y nos dirigimos una vez m¨¢s hacia Punduru.
Mary estaba de vuelta en su propio hogar, al final de la calle donde viven sus padres (el lugar donde estaba encadenada cuando yo la conoc¨ª). Ten¨ªa a su beb¨¦ asido con una tela a su espalda y en cuanto me vio vino hacia m¨ª con los brazos abiertos. Me dio un fuerte abrazo y me dedic¨® una enorme y preciosa sonrisa. Su mirada ten¨ªa un brillo que no hab¨ªa visto antes en ella y aparentemente estaba muy bien. Corri¨® a presentarme al resto de sus hijos y luego nos sentamos a charlar unos minutos.
Dejar a Mary atada a aquella cadena se me hizo especialmente duro, pero al mismo tiempo me sirvi¨® como acicate para tratar de encontrar una soluci¨®n urgente al problema
Fue una alegr¨ªa enorme verla tan recuperada, sin cadenas y de nuevo en su casa, con su familia y haciendo vida normal. Me dijo que efectivamente se sent¨ªa muy bien y que no hab¨ªa tenido m¨¢s episodios violentos desde que empez¨® a tomar la medicaci¨®n.
A d¨ªa de hoy, Mary sigue dando pasos en la direcci¨®n correcta. Continuaremos haciendo seguimiento de su caso durante los pr¨®ximos meses con la esperanza de poder confirmar su recuperaci¨®n completa. Y estoy segura de que ser¨¢ as¨ª.
Y yo, la matrona que me sent¨ªa preparada para ver cualquier cosa, me llev¨¦ una ense?anza m¨¢s de esta experiencia: en Sierra Leona, y en muchos sitios m¨¢s, tenemos mucho trabajo por delante para acabar con el estigma y conseguir que las personas con problemas de salud mental acudan en busca de ayuda. De lo contrario, historias como la de Mary, pueden tener un final muy diferente a la suya.
Kristina Lauria es matrona de MSF.
La secci¨®n En Primera L¨ªnea es un espacio en Planeta Futuro en el que miembros de ONG o instituciones que trabajan en terreno narran sus experiencias personales y profesionales en relaci¨®n al impacto de su actividad. Siempre est¨¢n escritos en primera persona y la responsabilidad del contenido es de los autores.
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