Rehenes de la meritocracia
En la crisis, el 30% de la poblaci¨®n espa?ola m¨¢s pobre perdi¨® el 20% de sus ingresos. El 30% m¨¢s rico apenas sufri¨®
En la pel¨ªcula Armageddon la Tierra est¨¢ a punto de ser alcanzada por un meteorito que destruir¨¢ a la humanidad. Por una improbable serie de circunstancias la salvaci¨®n del planeta depende de una cuadrilla de operarios de una plataforma petrol¨ªfera liderados por Harry Stamper, un personaje al borde de una autointoxicaci¨®n por testosterona. El equipo de Stamper no acepta inmediatamente la solicitud de ayuda de la NASA y el Ej¨¦rcito norteamericano. Se hacen de rogar y ponen algunas condiciones: uno de ellos quiere a cambio una estancia en un hotel de lujo, otro visitar la Casa Blanca, conocer la verdad sobre el asesinato de Kennedy¡ Hay una ¨²nica exigencia un¨¢nime: ¡°Ninguno quiere volver a pagar impuestos; jam¨¢s¡±, explica Stamper al estupefacto general que escucha sus demandas. Lo rid¨ªculo de la situaci¨®n es que morir¨¢n si no aceptan la misi¨®n, pues el meteorito acabar¨¢ con la vida humana y s¨®lo ellos pueden detenerlo. Aun as¨ª, exigen alguna clase de recompensa diferencial para hacer su trabajo.
La escena es una caricatura de una justificaci¨®n habitual de la desigualdad meritocr¨¢tica. Un nivel razonable de desigualdad, se nos dice, es imprescindible para motivar a la gente con talento para que trabaje duro. As¨ª que, en realidad, las recompensas desiguales nos benefician a todos, pues las personas m¨¢s dotadas s¨®lo desarrollar¨¢n sus habilidades de forma socialmente productiva si disfrutan en exclusiva de algunos incentivos. Como explic¨® el fil¨®sofo Gerald Cohen, ese razonamiento se parece mucho a un chantaje. ?Qu¨¦ podr¨ªa argumentar, por ejemplo, un profesor universitario que dijera que su preocupaci¨®n por la educaci¨®n p¨²blica descender¨¢ un 15% si sus impuestos no decrecen en la misma proporci¨®n? La ¨²nica justificaci¨®n para esas exigencias es que quienes las formulan est¨¢n en condiciones de imponerlas.
Es comprensible que, por ejemplo, algunos escritores, m¨¦dicos o ingenieros no quieran ejercer su oficio si no obtienen alguna remuneraci¨®n a cambio o si no se les permite que esa sea su ocupaci¨®n principal. Pero ?que no est¨¦n dispuestos a ejercer sus habilidades si no obtienen m¨¢s que los dem¨¢s? ?No es el comportamiento que esperamos de un ni?o malcriado que necesita sobornos permanentes para portarse bien?
En un episodio de The Big Bang Theory, uno de los protagonistas de la serie tiene una conversaci¨®n telef¨®nica muy almibarada con su nueva novia delante de sus amigos. Uno de ellos le dice: ¡°Leonard, me parece estupendo que tengas novia, pero ?es necesario que nos lo restriegues?¡±. Sheldom, el genio del grupo, responde: ¡°En realidad, puede que s¨ª. Hay un concepto econ¨®mico conocido como ¡®bien posicional¡¯ seg¨²n el cual un objeto s¨®lo es valorado por su poseedor en la medida en que no es pose¨ªdo por otros. El t¨¦rmino fue acu?ado en 1976 por el economista Fred Hirsch para sustituir a la expresi¨®n, m¨¢s coloquial pero menos precisa, ¡®chincha rabi?a¡±.
Es un debate con importantes repercusiones pr¨¢cticas. Durante mucho tiempo, las fuerzas progresistas prometieron mejorar la situaci¨®n de los desfavorecidos de un modo compatible con la meritocracia. Es decir, sin que los mejor situados ¡ªsalvo un pu?ado de superricos¡ª sufrieran p¨¦rdidas absolutas ni vieran amenazada su posici¨®n de privilegio. El crecimiento econ¨®mico se daba por descontado, as¨ª que era f¨¢cil aceptar una reducci¨®n de la porci¨®n de un pastel cuyo tama?o aumentaba a buen ritmo.
En el horizonte contempor¨¢neo de recesi¨®n sist¨¦mica y, sobre todo, crisis socioambiental, la ficci¨®n del igualitarismo meritocr¨¢tico basado en el crecimiento ilimitado es insostenible. Cualquier propuesta igualitarista va a tener que convencer a mucha gente ¡ªno solo al famoso 1%¡ª para que asuma p¨¦rdidas netas. Y las posiciones de ventaja cada vez van a estar m¨¢s abiertamente basadas en la capacidad de impon¨¦rselas a los dem¨¢s, sin subterfugios meritocr¨¢ticos. Ese es ya nuestro presente: en lo m¨¢s crudo de la crisis, entre 2007 y 2013, el 30% m¨¢s pobre de la poblaci¨®n espa?ola perdi¨® alrededor del 20% de sus ingresos, el 40% intermedio perdi¨® el 6%, y el 30% m¨¢s rico apenas sufri¨® p¨¦rdidas (el 10% superior incluso mejor¨® su situaci¨®n). Bienvenidos a la Espa?a del chincha rabi?a.
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