Para combatir la pobreza, no nos olvidemos del ahorro
Conservar el dinero es visto con frecuencia como tenerlo ocioso, un lujo inalcanzable si tu familia tiene necesidades econ¨®micas inmediatas
El combate de la pobreza de los gobiernos de Am¨¦rica Latina y el Caribe se concentra, con frecuencia, en incrementar el ingreso disponible de la poblaci¨®n con programas que promueven el empleo o el emprendimiento y con subsidios monetarios o en especie. Se estima que una de cada cuatro familias de esta regi¨®n recibe una transferencia monetaria condicionada: un pago social para cabezas de familia ¡ªmuchas veces mujeres¡ª que cumplen con determinados requisitos, generalmente asociados con cuidados de salud y educaci¨®n de sus hijos.
Mucha menos atenci¨®n se presta al ahorro, a pesar de que existen estudios que resaltan su poder para ayudar a salir de la pobreza. Los profesores Robert Townsend y Anan Pawasutipaisit observaron, entre 1999 y 2005, que el 81% de la riqueza acumulada entre m¨¢s de 500 hogares de una aldea rural en Tailandia proven¨ªa de sus propios ahorros.
El sentido com¨²n tambi¨¦n nos lo dice: ahorrar de lo que se ingresa es tan importante como ingresar m¨¢s. Esto parece obvio, pero a menudo lo ignoramos en una regi¨®n como Am¨¦rica Latina y el Caribe que es la que menos ahorra del mundo, con la excepci¨®n del ?frica Subsahariana.
Entre el 2012 y el 2018, con el apoyo del BID Lab, el laboratorio de innovaci¨®n del Banco Interamericano de Desarrollo, 43 instituciones financieras de seis pa¨ªses de la regi¨®n de Am¨¦rica Latina y el Caribe ofrecieron productos de ahorro l¨ªquido y ahorro programado adaptados a las necesidades de las personas de escasos recursos, principalmente mujeres receptoras de pagos de protecci¨®n social del gobierno. El objetivo: reducir la vulnerabilidad de las familias a corto y largo plazo.
Una ventaja adicional de las inversiones, frente al ahorro en una cuenta bancaria, es que protege el dinero de la inflaci¨®n y la devaluaci¨®n
Un reciente estudio de caso de esta iniciativa encuentra que, para atraer a este segmento de la poblaci¨®n, las instituciones tuvieron que adaptar su modelo de atenci¨®n. Dise?aron productos de ahorro de bajo costo, con cuentas que se pueden abrir con solo un d¨®lar y sin requisitos de mantener un saldo m¨ªnimo. Desarrollaron redes de agentes bancarios ubicados en tiendas de barrio para acercarse a las zonas m¨¢s vulnerables y retiradas (llegando incluso a peque?as aldeas de la Amazon¨ªa ecuatoriana) y reducir as¨ª los gastos y tiempos de viaje de las clientes. Y fue necesario usar mucha creatividad para explicar los beneficios del ahorro a una poblaci¨®n que desconoce los t¨¦rminos bancarios, utilizando canciones, marionetas y obras de teatro.
En Per¨², los resultados de la evaluaci¨®n de una de las intervenciones fueron alentadores: la probabilidad de ser pobre se redujo en un 7,7% entre las personas que ahorraron en el programa. En total, 130.000 personas de la poblaci¨®n meta ahorraron en una cuenta bancaria o de una cooperativa de ahorro y cr¨¦dito, y en algunos casos superaron las metas de ahorro.
?Es posible mantener y expandir este tipo de programas de ahorro popular cuando las familias tienen dificultades para llegar a fin de mes? La experiencia indica que s¨ª, aunque con una multitud de desaf¨ªos por superar. Ahorrar es visto con frecuencia como tener el dinero ocioso, un lujo inalcanzable si tu familia tiene necesidades econ¨®micas inmediatas. Por el contrario, invertir en un terreno que puedas cultivar, ampliar tu casa para alquilar una habitaci¨®n o abrir una tienda es una forma de ahorro m¨¢s l¨®gica y a la larga m¨¢s rentable. Adem¨¢s, las inversiones productivas, por ser menos l¨ªquidas, protegen el ahorro de desaparecer ante necesidades transitorias o imprevistos, preservando el patrimonio familiar para proyectos prioritarios en el largo plazo, como el estudio de los hijos o la vejez.
Una ventaja adicional de las inversiones, frente al ahorro en una cuenta bancaria, es que protege el dinero de la inflaci¨®n y la devaluaci¨®n. Y hay que recordar que muchas monedas en Am¨¦rica Latina y el Caribe se han devaluado frente al d¨®lar en los ¨²ltimos 10 a?os.
?Qu¨¦ podemos hacer para que las familias m¨¢s vulnerables ahorren m¨¢s?
Nuestra recomendaci¨®n es que los gobiernos sigan promoviendo el ahorro en la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable, por ejemplo con campa?as de sensibilizaci¨®n. Por su parte, las instituciones financieras pueden ofrecer productos de ahorro l¨ªquido o programado, adaptados a la situaci¨®n de la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable, por ejemplo con requisitos simplificados de apertura y costo m¨ªnimo de mantenimiento y transacci¨®n. En suma, redescubrir a esa poblaci¨®n como potenciales usuarios de productos bancarios, y no solo como receptores de pagos de gobierno.
Tambi¨¦n es importante que los bancos ofrezcan financiaci¨®n asequible y a m¨¢s largo plazo de inversiones productivas de familias vulnerables como el mejoramiento de vivienda, que es una necesidad de dos de cada tres familias de la regi¨®n, las inversiones en negocios, o incluso el acceso a mercados de capital, algo que tradicionalmente solo ha estado accesible para la poblaci¨®n de rentas m¨¢s altas. Para millones de familias invertir m¨¢s es tambi¨¦n una forma de ahorrar.
Fermin Vivanco es especialista del Banco Interamericano de Desarrollo, y Sophie Chauliac es experta en inclusi¨®n financiera.
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