?ltimos d¨ªas antes de las elecciones, la exaltaci¨®n de la ultraderecha hace indispensable cada voto.
La equidistancia est¨¢ de moda. Unas veces estoy con ella, otras la detesto. Ya he aceptado que los trabajos no son eternos sino proyectos por un tiempo, pero todav¨ªa, cuando en LinkedIn expongo las implicaciones de cada partido para proteger al trabajador, siempre hay alguno que me espeta que no hable de pol¨ªtica en esa red. All¨ª han ido a exhibir sus triunfos, colgar sus premios y aplaudir a sus amigos. Nada de hablar de empresas que discriminan por edad a los trabajadores, ni de las pocas ayudas econ¨®micas para las madres trabajadoras. Abunda la teor¨ªa de que si buscas trabajo no debes hablar de pol¨ªtica, cuando la pol¨ªtica es la base de cualquier relaci¨®n laboral. Y cada vez somos m¨¢s los que la demandamos.
Con la salud sexual, lo mismo.
Mientras Naciones Unidas no se cansa de recomendar a los Gobiernos que se impliquen en la salud sexual de sus ciudadanos, la ultraderecha defiende su libertad para no hacerlo. Argumentan que tienen derecho a no saber que se puede no ser cisg¨¦nero ni heterosexual. No es opini¨®n. Nunca lo fue. Pero ahora, si me insulta mi vecino el del quinto porque no entiende que sea bisexual, puedo denunciarlo. Hay una ley que me protege. Y a¨²n as¨ª, no siempre la cumplen. Durante la legislatura de Cristina Cifuentes, a pesar de que se? aprobara por mayor¨ªa de la Asamblea de Madrid,? no se llev¨® por ejemplo a las aulas. No se educ¨® en la diversidad sexual tal y como establec¨ªa la ley. Ninguno de sus sucesores ha exigido esta educaci¨®n en los colegios p¨²blicos. Mientras tanto, los j¨®venes LGTBI sufren. Desde aquel 14 de julio de 2016 hasta hoy, en la Comunidad de Madrid, las agresiones suceden, una al d¨ªa, como m¨ªnimo, seg¨²n el Observatorio Madrile?o contra la Homofobia
La Asociaci¨®n Arc¨®poli ha elaborado un hilo en Twitter en el que analiza el compromiso de cada partido con las personas LGTBI. M¨¢s Pa¨ªs es el que saca m¨¢s nota, seguido de PSOE y Unidas Podemos. De la derecha no aprueba ni uno, ni siquiera Ciudadanos. Por eso resulta tan curiosa la estrategia electoral de los ¨²ltimos d¨ªas de los de Albert Rivera, anunci¨¢ndose en Grindr, intentando seducir al electorado homosexual. Por ahora, ning¨²n organismo LGTBI se ha pronunciado respecto a los vientres de alquiler, punto n¨²mero diez del programa de Ciudadanos. Por eso muchos homosexuales evidencian en redes sociales su completa desvinculaci¨®n con el ideario de la formaci¨®n. No quieren que se les relacione con el arrendamiento de ¨²teros.
En Murcia, la llegada de la ultraderecha al Parlamento ha supuesto la implantaci¨®n del pin parental en los colegios de la comunidad. Esto supone que los chavales no ser¨¢n educados en el respeto, la tolerancia y la diversidad si son hijos de un padre hom¨®fobo. Se ha legitimado el discurso ultraderechista, Vox desde su argumentario, y Partido Popular y Ciudadanos con sus pactos. La homofobia y el machismo no son opiniones. La primera se resguarda con los correspondientes art¨ªculos del C¨®digo Penal y el segundo lleva ya m¨¢s muertas en 2019 que en todo el pasado a?o. In¨¦s Arrimadas defiende un feminismo que implica el alquiler de ¨²teros. El d¨ªa que una se?ora de alta alcurnia se quede embarazada para una mujer pobre, podr¨¦ creer que el feminismo de Arrimadas es equitativo.
El partido liderado en Francia por Marine Le Pen, fue la segunda fuerza pol¨ªtica m¨¢s votada, pero los conservadores franceses y los alemanes mantienen el cord¨®n sanitario para que la ultraderecha no acceda a sus Gobiernos. No as¨ª en el resto de Europa, donde se blanquea con pactos de Gobierno. El franquismo no se estudia en los colegios, no se cuenta c¨®mo se masacr¨® la diversidad sexual, los medios de comunicaci¨®n blanquean el fascismo a cuenta de la audiencia que consiguen con el espect¨¢culo. El domingo no queda otra que votar para dar o quitar poder a todos los que quieren que volvamos a los armarios. Las leyes, todas, se deciden en el Parlamento. Y el asiento lo proporcionamos los ciudadanos. Necesitamos, m¨¢s que nunca, urnas sexualmente saludables.
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