C¨®mo un joven escritor gay de izquierdas se reconcili¨® con su padre hom¨®fobo y ultraderechista
El franc¨¦s ?douard Louis publica el volumen autobiogr¨¢fico ¡®Qui¨¦n mat¨® a mi padre¡¯, una dolorosa cr¨®nica de amor familiar desde las ant¨ªpodas ideol¨®gicas
Al tel¨¦fono, su padre lloraba. Le hab¨ªa llamado por sorpresa tras varios a?os sin hablarse. ¡°No por estar peleados, sino por ser demasiado distintos. ?l, de clase humilde, hom¨®fobo y votante de la ultraderecha. Yo, licenciado en filosof¨ªa, homosexual y militante de la izquierda¡±, relata ?douard Louis (Amiens, 1992) en un caf¨¦ del barrio parisino de Montparnasse. ¡°Desde mi nacimiento, nuestro di¨¢logo hab¨ªa sido imposible. Mi cuerpo afeminado representaba todo lo que ¨¦l detestaba. De peque?o, me dec¨ªa que querr¨ªa mandar a los gais a un campo de concentraci¨®n junto con los ¨¢rabes y los jud¨ªos¡±. Sin embargo, el escritor de 26 a?os se empe?¨® en entender sus razones.
"Nadie llega a ajustarse a la regla de la masculinidad al 100% y, a la vez, nadie la cuestiona. Hace siglos que reproducimos un dogma que nadie respeta y que produce violencia contra las mujeres y las personas LGTB, pero tambi¨¦n contra los propios heterosexuales"
Tras el ¨¦xito sorpresa de Para acabar con Eddie Bellegueule, donde relataba su brutal infancia en la Francia profunda (Eddie Belleguele es su verdadero nombre), Louis cogi¨® un tren para volver a ver a su progenitor. Al llegar, se encontr¨® con un cuerpo destruido y enfermo. ¡°Mi padre tiene poco m¨¢s de 50 a?os y no sufre nada degenerativo. Es el lugar que ha ocupado en el mundo el que explica su estado actual¡±, sostiene. No ayud¨® que naciera pobre y no tuviera estudios, al considerarlo ¡°una cosa de chicas¡±. Ni que trabajase media vida en la f¨¢brica donde se parti¨® literalmente la espalda. Ni que, ya inv¨¢lido, fuera v¨ªctima de los recortes sociales de sucesivos gobiernos, lo que termin¨® de rematarlo.
De su perturbador reencuentro surge su nuevo libro Qui¨¦n mat¨® a mi padre (Salamandra), algo parecido a un J¡¯accuse del siglo XXI. ¡°Las decisiones pol¨ªticas han tenido un efecto directo sobre su cuerpo. Una ley de Sarkozy o de Macron han sido tan ¨ªntimas como su primer beso y su primer polvo¡±, dice Louis, a quien el ¨¦xito de su debut en 2014 convirti¨® en el literato franc¨¦s m¨¢s internacional, con permiso de Michel Houellebecq, situado en las ant¨ªpodas ideol¨®gicas aunque con una capacidad similar para generar esc¨¢ndalos.
¡°La gente siempre me pregunta qu¨¦ siento al suscitar tantas pol¨¦micas. Habr¨ªa que hacerse la pregunta al rev¨¦s: si lo que escribes no tiene ese efecto, ?qu¨¦ est¨¢s haciendo mal?¡±, ironiza. Observa en la literatura la misma ¡°revoluci¨®n conservadora¡± que en la pol¨ªtica. ¡°En los ¨²ltimos 20 a?os, ha surgido una cultura de la sumisi¨®n y del consenso. La radicalidad ha desaparecido de la literatura¡±. ?l preferir¨ªa que se pareciera al rap: ardiente, ind¨®cil y accesible a todo aquel que tenga un micro. ¡°Aunque tal vez eso sea imposible. Puede que la literatura sea intr¨ªnsecamente excluyente. Y eso me parece tr¨¢gico¡±.
Louis fue una de las pocas personalidades que apoy¨® a los chalecos amarillos. Parte de sus lectores le dieron la espalda. ¡°Mejor, si piensan as¨ª no los quiero a mi lado¡±, zanja. ¡°Ese movimiento fue como un psicoan¨¢lisis social. De repente, la gente se dio cuenta de qui¨¦n era y de qu¨¦ lado estaba¡±. Que algunos de los manifestantes tuvieran gestos racistas y hom¨®fobos no le hizo cambiar de opini¨®n. ¡°Si existe homofobia en las clases populares, combatamos la homofobia y no a las clases populares¡±, explica. Tampoco le parece contradictorio ejercer de portavoz de un mundo del que no dud¨® en escapar. ¡°No me siento cercano a mi familia, pero eso no impide que escriba sobre ellos para denunciar la insoportable violencia social que viven¡±.
El libro tambi¨¦n puede leerse como un estudio sobre esa masculinidad t¨®xica que hoy est¨¢ en boca de todos. Durante el proceso de escritura, Louis descubri¨® que, en un tiempo no tan lejano, ese padre ultraviril se puso perfume y bail¨® en las fiestas, llor¨® al escuchar ¨®pera y hasta escuch¨® a C¨¦line Dion a escondidas. ¡°Nadie llega a ajustarse a la regla de la masculinidad al 100% y, a la vez, nadie la cuestiona. Hace siglos que reproducimos un dogma que nadie respeta y que produce violencia contra las mujeres y las personas LGTB, pero tambi¨¦n contra los propios heterosexuales. Yo escribo para que esa violencia termine¡±, concluye con una sonrisa tr¨¦mula.
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