Ecuador franc¨¦s

Emmanuel Macron tiene, respecto a otros dirigentes europeos, la gran ventaja de la estabilidad: es elegido para un mandato de cinco a?os, gobierna con una mayor¨ªa parlamentaria s¨®lida, y no necesita preocuparse por formar coaliciones ni por la posibilidad de rebeliones internas. La desventaja es que, en Francia, es la calle la que cumple la funci¨®n de contrapoder y puede ser incontrolable, de lo que hay abundantes ejemplos.

En el ecuador de su mandato, el balance del presidente franc¨¦s refleja esta ambivalencia. Las reformas estructurales que constitu¨ªan el n¨²cleo de su programa se han puesto en marcha y algunas empiezan a dar frutos. Tambi¨¦n ha consolidado su liderazgo en la UE en un momento de tensiones geopol¨ªticas y ascenso del populismo nacionalista. Pero en la UE se ha encontrado solo y sin aliados de peso en su empe?o de refundar el club. Y en Francia ha topado con una revuelta popular que definir¨¢ el quinquenio y que ha evidenciado su mayor fracaso: no haber logrado unir a los franceses.

El rodillo parlamentario del partido del presidente, y su convicci¨®n de que, para salir de d¨¦cadas de aton¨ªa, Francia necesitaba reformas, le ha permitido cumplir sus promesas electorales El descontento estall¨® hace un a?o en la calle con los chalecos amarillos y los episodios de violencia encontraron una respuesta a veces contundente de las fuerzas del orden. El malestar ven¨ªa de lejos. Macron, acusado de elitista y arrogante, lo exacerb¨® con medidas como la supresi¨®n del impuesto sobre las fortunas, que alimentaron su imagen de presidente de los ricos. Las rebajas fiscales y las ayudas para las clases medias empobrecidas, as¨ª como la apertura de un gran debate nacional, apaciguaron la protesta.

En Europa, Macron no lo ha tenido m¨¢s f¨¢cil. Con la canciller alemana, Angela Merkel, en retirada, y el Reino Unido a punto de marcharse, ha aprovechado el vac¨ªo para instalarse como ¨²nico l¨ªder con capacidad de influencia y con una visi¨®n de una Europa liberal y democr¨¢tica en un mundo dominado por Estados Unidos y China. Su liderazgo, sin embargo, es fr¨¢gil. Sin Alemania, poco puede hacer para profundizar en la construcci¨®n europea. La inestabilidad italiana y la interinidad prolongada en Espa?a realzan esta soledad. En este contexto, la tentaci¨®n de aparcar la fe europe¨ªsta en favor de la defensa de los intereses nacionales franceses es una realidad.

El 7 de mayo de 2017, con su victoria ante la l¨ªder de la extrema derecha Marine Le Pen, Macron abort¨® la posibilidad de que el nacionalismo populista conquistase Francia despu¨¦s del Brexit y de la victoria de Donald Trump. Hoy, con la oposici¨®n de izquierdas y derechas debilitada, Le Pen se postula como la alternativa en las presidenciales de 2022 y marca la agenda. El nuevo plan del Gobierno franc¨¦s sobre la inmigraci¨®n y el asilo, presentado esta semana, refleja la voluntad del presidente de disputarle las elecciones en uno de los terrenos predilectos de la extrema derecha. A Macron, los dos a?os y medio que le quedan de mandato se le pueden hacer largos. La presidencia solo podr¨¢ concluir con ¨¦xito si, en su pa¨ªs y en la Uni¨®n Europea, no cede en la defensa de los valores europe¨ªstas que le llevaron al palacio del El¨ªseo, y si consigue conjugar su ambici¨®n reformista con la cohesi¨®n de los franceses y de los europeos. Ni en Francia ni en Europa la batalla est¨¢ ganada.