Hacia la superaci¨®n del capitalismo
El economista Thomas Piketty aboga en su libro por sustituir los acuerdos de libre circulaci¨®n de capitales y por distribuir el poder en las empresas entre accionistas y asalariados

La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros d¨ªas es la historia de la lucha de clases¡±, escrib¨ªan Engels y Marx en 1848 en el Manifiesto del Partido Comunista. La afirmaci¨®n sigue siendo pertinente, pero tengo la tentaci¨®n de reformularla de la siguiente manera como resultado de esta investigaci¨®n: la historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros d¨ªas es la historia de la lucha de las ideolog¨ªas y de la b¨²squeda de la justicia. Dicho de otro modo, las ideas y las ideolog¨ªas cuentan en la historia. La posici¨®n social, por muy importante que sea, no basta para forjar una teor¨ªa de la sociedad justa, una teor¨ªa de la propiedad, una teor¨ªa de las fronteras, una teor¨ªa de la fiscalidad, de la educaci¨®n, de los salarios o de la democracia. Sin respuestas concretas a estas cuestiones complejas, sin una estrategia clara de experimentaci¨®n pol¨ªtica y de aprendizaje, las luchas sociales no conducen a un resultado pol¨ªtico definido; en ocasiones pueden conducir, una vez en el poder, a construcciones pol¨ªticas e ideol¨®gicas todav¨ªa m¨¢s opresivas que las que se pretend¨ªa dejar atr¨¢s.
La historia del siglo XX y del desastre comunista obliga hoy a un estudio minucioso de los reg¨ªmenes desigualitarios y de sus respectivas justificaciones, sobre todo de los mecanismos institucionales y de los modos de organizaci¨®n socioecon¨®mica que permiten realmente la emancipaci¨®n individual y social. La historia de la desigualdad econ¨®mica no se reduce a la eterna confrontaci¨®n entre los opresores del pueblo y sus orgullosos defensores. De un lado y de otro, la historia de la desigualdad se apoya en construcciones intelectuales e institucionales sofisticadas que no siempre est¨¢n exentas de cierta hipocres¨ªa y de la voluntad, por parte de los grupos dominantes, de perpetuarse. A diferencia de la lucha de clases, la lucha de ideolog¨ªas est¨¢ basada en el conocimiento y las experiencias compartidas, en el respeto al otro, en la deliberaci¨®n y en la democracia. Nadie tendr¨¢ jam¨¢s la verdad absoluta sobre c¨®mo se define la riqueza justa, las fronteras justas, la democracia justa, la fiscalidad justa o la educaci¨®n justa. La historia de las sociedades humanas es tambi¨¦n la historia de la b¨²squeda de la justicia. S¨®lo el an¨¢lisis minucioso de las experiencias hist¨®ricas y personales, abierto a la m¨¢s amplia deliberaci¨®n, puede hacer que se progrese en esa direcci¨®n.
Ahora bien, la lucha de las ideolog¨ªas y la b¨²squeda de la justicia pasan tambi¨¦n por la manifestaci¨®n de posiciones claramente definidas y de antagonismos asumidos. Partiendo de las experiencias analizadas en este libro, estoy convencido de que es posible superar el capitalismo y la propiedad privada y construir una sociedad justa basada en el socialismo participativo y en el federalismo social. Esto pasa principalmente por desarrollar un r¨¦gimen de propiedad social y temporal que repose, por una parte, en la limitaci¨®n y la distribuci¨®n (entre accionistas y asalariados) de los derechos de voto y de poder en las empresas y, por otra parte, en una fiscalidad fuertemente progresiva sobre la propiedad, en una dotaci¨®n universal de capital y en la circulaci¨®n permanente de la riqueza. Tambi¨¦n pasa por la fiscalidad progresiva sobre la renta y por un sistema de regulaci¨®n colectiva de las emisiones de carbono que contribuya a la financiaci¨®n de los seguros sociales y de una renta b¨¢sica, as¨ª como por la transici¨®n ecol¨®gica y un sistema educativo verdaderamente igualitario. La superaci¨®n del capitalismo y la propiedad privada tambi¨¦n pasa por organizar la mundializaci¨®n de otra manera, con tratados de cooperaci¨®n al desarrollo que giren en torno a objetivos cuantificados de justicia social, fiscal y clim¨¢tica, cuyo cumplimiento condicione el mantenimiento de los intercambios comerciales y de los flujos financieros. Una redefinici¨®n del marco legal como ¨¦sta exige la retirada de un cierto n¨²mero de tratados en vigor, en particular los acuerdos de libre circulaci¨®n de capitales puestos en marcha desde los a?os 1980-1990 y su sustituci¨®n por nuevas reglas basadas en la transparencia financiera, la cooperaci¨®n fiscal y la democracia transnacional. Algunas de estas conclusiones pueden parecer radicales. En realidad, son una continuaci¨®n del movimiento hacia el socialismo democr¨¢tico que se inici¨® a finales del siglo XIX y que ha supuesto una profunda transformaci¨®n del sistema legal, social y fiscal. La fuerte reducci¨®n de las desigualdades observada a mediados del siglo XX fue posible gracias a la construcci¨®n de un Estado social basado en una relativa igualdad educativa y en un cierto n¨²mero de innovaciones radicales, como la cogesti¨®n germ¨¢nica y n¨®rdica o la progresividad fiscal a la anglosajona. La revoluci¨®n conservadora de la d¨¦cada de 1980 y la ca¨ªda del comunismo interrumpieron este movimiento y contribuyeron a que el mundo entrase, a partir de los a?os 1980-1990, en un periodo de fe indefinida en la autorregulaci¨®n de los mercados y casi de sacralizaci¨®n de la propiedad. La incapacidad del movimiento socialdem¨®crata para superar el marco del Estado naci¨®n y renovar su programa, en un contexto caracterizado por la internacionalizaci¨®n de los intercambios comerciales y por la terciarizaci¨®n educativa, tambi¨¦n ha contribuido al hundimiento del sistema izquierda-derecha que permiti¨® la reducci¨®n de las desigualdades durante la posguerra.
La toma de conciencia de las limitaciones del capitalismo mundial desregulado se ha acelerado tras la crisis de 2008
Frente a los desaf¨ªos que plantean tanto el aumento hist¨®rico de la desigualdad como el rechazo a la mundializaci¨®n y el desarrollo de nuevas formas de repliegue identitario, la toma de conciencia de las limitaciones del capitalismo mundial desregulado se ha acelerado tras la crisis financiera de 2008. Las reflexiones orientadas a poner en marcha un nuevo modelo econ¨®mico, que sea equitativo y al mismo tiempo sostenible, han retomado su curso. Los elementos reunidos en este libro bajo la etiqueta de socialismo participativo y de federalismo social en gran medida no hacen m¨¢s que retomar las transformaciones en curso en diferentes partes del mundo y ubicarlas en una perspectiva hist¨®rica m¨¢s amplia.
La historia de los reg¨ªmenes desigualitarios muestra hasta qu¨¦ punto esas transformaciones pol¨ªticas e ideol¨®gicas no deben abordarse de manera determinista. Siempre son posibles diferentes trayectorias, en funci¨®n de los equilibrios de fuerza entre, por una parte, el curso de los acontecimientos en el corto plazo y, por otra, los cambios de mentalidad de m¨¢s largo plazo (que a menudo surgen como verdaderos cat¨¢logos de ideas en los momentos de crisis). El riesgo de una nueva oleada de competencia exacerbada y dumping fiscal y social es desgraciadamente real, con un posible endurecimiento del repliegue nacionalista e identitario, que es visible tanto en Europa y en Estados Unidos como en la India, Brasil o China.
Thomas Piketty es director de investigaci¨®n en la ?cole des Hautes ?tudes en Sciences Sociales, profesor en la Paris School of Economics y codirector de la World Inequality Database. Su libro ¡®El capital en el siglo XXI¡¯ fue un superventas. Este extracto es un avance de ¡®Capital e ideolog¨ªa¡¯ (Deusto). Se publica el 26 de noviembre.
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