Mejor o peor, cuesti¨®n de perspectiva

Los comparativos ¡°mejor¡± y ¡°peor¡± entra?an ciertos peligros. La reiteraci¨®n de determinadas palabras en contextos estables favorece que su significado exacto y su sentido emotivo se influyan en la pr¨¢ctica: cuando un signo sugiere algo de forma reiterativa, esa sugerencia se convierte en connotaci¨®n. Y este proceso ha afectado a los t¨¦rminos ¡°mejor¡± y ¡°peor¡±.

Si yo afirmo que ¡°Herminia es mejor que Edilberto¡±, mi interlocutor interpretar¨¢ probablemente que tanto ella como ¨¦l son buenos, si bien Herminia es mejor que Edilberto y, en consecuencia, Edilberto es peor que Herminia. Pero si digo aisladamente ¡°Edilberto es peor que Herminia¡±, quien escuche mi aserto comprender¨¢ que ambos son malos y que Edilberto supera en esa condici¨®n a Herminia; aunque esta segunda frase no deje de ser una consecuencia matem¨¢tica de la anterior.

La ¨²ltima encuesta del llamado CIS catal¨¢n (el Centre d¡¯Estudis d¡¯Opini¨®, dependiente de la Generalitat) plante¨® una pregunta sorprendente (porque no se hab¨ªa incluido en anteriores sondeos): ¡°?Cu¨¢les son sus sentimientos de simpat¨ªa o antipat¨ªa hacia los habitantes de cada una de las diferentes comunidades aut¨®nomas?¡±. Y a continuaci¨®n explicaba: ¡°Para valorarlo, utilice una escala de 0 a 10, teniendo en cuenta que el 0 significa que ¡®le caen muy mal¡¯, el 5 que ¡®no le caen ni bien ni mal¡¯ y el 10 que ¡®le caen muy bien¡±. La encuesta se hizo en toda Espa?a.

Como se ve, la pregunta no incluye ¡°mejor¡± ni ¡°peor¡±; pero s¨ª apareci¨® este ¨²ltimo adjetivo en las rese?as de prensa. Un diario barcelon¨¦s titulaba: ¡°Los catalanes, los que caen peor en Espa?a¡±. Y un diario digital madrile?o corroboraba: ¡°Los catalanes, los m¨¢s antip¨¢ticos de Espa?a¡±. De tales expresiones se deduce que los habitantes de distintas comunidades nos caen mal en general, y que de entre ellas los catalanes salen con la nota m¨¢s desfavorable.

La perspectiva cambia en la prensa regional, que arrima el ascua a su sardina. Un diario de Ceuta titulaba as¨ª: ¡°Los ceut¨ªes, los que menos simpat¨ªa despiertan entre los catalanes¡±. De este modo, se colige que los habitantes de distintas zonas de Espa?a despiertan simpat¨ªa entre los catalanes, pero los ceut¨ªes les resultan menos simp¨¢ticos que los dem¨¢s.

Cuando uno acude a los datos del sondeo, se da cuenta de que los ciudadanos de Catalu?a obtienen una media de simpat¨ªa de 5,63 puntos sobre 10 entre el resto de los espa?oles (o sea, un aprobado con holgura), nota que sube al 5,98 si se incluye la opini¨®n de los propios catalanes, porque a s¨ª mismos se otorgan un 8. Les siguen los ceut¨ªes, los melillenses y los vascos, todos ellos por encima del 6 (tambi¨¦n con datos que incluyen sus propias opiniones). A su vez, los andaluces figuran en cabeza de las simpat¨ªas, con 7,49 puntos. As¨ª que m¨¢s o menos entre el aprobado alto y el notable bajo estamos todos. La diferencia no es para tanto.

En resumen, ninguna comunidad cae antip¨¢tica a las dem¨¢s, sino que, en todo caso, unas nos parecen m¨¢s simp¨¢ticas que otras (lo que excluye que alguna nos parezca antip¨¢tica). Con una visi¨®n desapasionada, podr¨ªamos deducir que, en cualquier caso, quienes nos caen bien no caen tan bien; y que aquellos que nos caen menos bien no caen tan mal.

Los n¨²meros son conciliadores, pero en algunos de los casos citados las palabras connotadas que los envuelven parecen alimentar los desencuentros.