Superman tiene una agenda
En un mundo real, en el que Trump nunca ha escondido sus deseos de mortificar a M¨¦xico, la intenci¨®n de designar a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas es un motivo para aterrorizarnos.
La intenci¨®n de Donald Trump de designar a los carteles de la droga como organizaciones terroristas ha provocado corrientes el¨¦ctricas en la espina dorsal de buena parte de los mexicanos. En las versiones m¨¢s catastrofistas algunos ya se imaginan el ataque de un dron al capo que baila m¨²sica banda en una boda en una rancher¨ªa de Culiac¨¢n. ?Es una baladronada m¨¢s de Trump o el inicio de una nueva pesadilla?
?Cu¨¢n factible es que Trump lo haga en los hechos?. Hay dos v¨ªas para declarar terrorista a una organizaci¨®n de acuerdo a las leyes estadounidenses; la primera es tortuosa y requiere una petici¨®n justificada por parte del Departamento de Estado al Congreso. La segunda v¨ªa consiste simplemente en una orden ejecutiva del presidente y punto. Algo que Trump puede hacer en cualquier momento.
La argumentaci¨®n para designar como terrorista a una organizaci¨®n se centra en dos argumentos. Por un lado, que las acciones del grupo califiquen t¨¦cnicamente como de ¨ªndole terrorista: groso modo, acciones directas contra la poblaci¨®n e instalaciones con la intenci¨®n de coaccionar, intimidar o transmitir alg¨²n otro mensaje a un p¨²blico m¨¢s amplio que no sea a las v¨ªctimas inmediatas. Y segundo, organizaciones cuya actividad amenaza la seguridad de los ciudadanos estadounidenses o la seguridad nacional (es decir las relaciones exteriores y los intereses econ¨®micos de los Estados Unidos).
En este momento la lista oficial de organizaciones clasificadas como terroristas por el Gobierno de la Casa Blanca asciende a 68, entre ellas las FARC y el ELN de Colombia; la gran mayor¨ªa remiten al medio y lejano oriente. No obstante nunca hab¨ªa sido incluida una agrupaci¨®n que no tuviese un prop¨®sito pol¨ªtico o ideol¨®gico expl¨ªcito. La inclusi¨®n de los carteles de la droga sentar¨ªa un precedente con profundas implicaciones. Ni siquiera la organizaci¨®n de Pablo Escobar fue clasificada con esta etiqueta, a pesar de recurrir a distintas acciones para aterrorizar a la poblaci¨®n y presionar al Gobierno colombiano en contra de la firma de un tratado de extradici¨®n (120 carros bomba incluidos).
?Hay bases para que Estados Unidos considere a los carteles como organizaciones terroristas y como lo hace con ISIS?. En una versi¨®n el¨¢stica del t¨¦rmino, la masacre de comensales indiferenciados en un restaurante que rehus¨® pagar una extorsi¨®n, podr¨ªa calificarse como un acto terrorista. Pero en esa l¨®gica tambi¨¦n lo ser¨ªa el asesinato indiscriminado de clientes de piel bronceada en un Wal Mart por parte de un pistolero que exige la expulsi¨®n de latinos y pertenece a una organizaci¨®n supremacista blanca.
La segunda condici¨®n es m¨¢s contudente. El Centro para la Prevenci¨®n y el Control de Drogas afirma que alrededor de 70.000 estadounidenses fallecen cada a?o por sobredosis. Muchas de estas muertes pueden ser vinculadas a la hero¨ªna y metanfetaminas procedentes de los carteles mexicanos.
Trump no tendr¨¢ ning¨²n problema en argumentar que las bandas criminales son una amenaza para los intereses y la seguridad de su pa¨ªs y sus habitantes. Aunque con ese criterio, y considerando el mundo interdependiente en el que vivimos, muchos factores que afectan la seguridad de los ciudadanos de cualquier pa¨ªs son propiciados por las acciones de sus vecinos. Por ejemplo, las armas ilegales procedentes de Estados Unidos con las que nos matamos los mexicanos. ?Qu¨¦ consecuencias tendr¨ªa para M¨¦xico la puesta en marcha de esta decisi¨®n? Como muchas leyes, estar¨¢ sujeta a las ganas que tengan de aplicarla y la interpretaci¨®n que gusten darle. El margen de acci¨®n contra una banda terrorista remite a dos documentos. La ley p¨²blica 104-132 de Bill Clinton que entre otras cosas se?ala que ¡°El presidente debe utilizar todos los medios necesarios, incluida la acci¨®n encubierta y la fuerza militar, para interrumpir, desmantelar y destruir la infraestructura internacional utilizada por los terroristas internacionales¡±.
La otra norma deriva de la orden ejecutiva 13.224 y de la llamada Ley Patri¨®tica de George Bush, tras los atentados de Nueva York, que ampl¨ªan las facultades del Gobierno para intervenir en el universo bancario y financiero internacional. Un margen de intervenci¨®n que intimida al mundo de las finanzas casi tanto como un misil en medio de una boda campirana. Toda instituci¨®n bancaria que proteja o albergue dep¨®sitos vinculados al lavado de dinero de una organizaci¨®n terrorista es susceptible de ser investigada y sancionada, sus fondos congelados o impedida de hacer operaciones con empresas estadounidenses.
En un mundo ideal podr¨ªa no ser una mala idea la decisi¨®n de aumentar la presi¨®n sobre bandas que el Gobierno mexicano ha sido incapaz de combatir y convierten a los ciudadanos en las primeras v¨ªctimas. Algunos quieren ver en Trump y su belicismo al Superman que venga a salvarnos de los villanos. Pero en un mundo real, en el que un soberano impredecible y col¨¦rico como Trump nunca ha escondido sus deseos de mortificar a M¨¦xico, por no hablar de la hist¨®ricamente abusiva agenda del poderoso vecino, la noticia es, en efecto, un motivo para aterrorizarnos.
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