La noche en que retumb¨® el eco del estalinismo
Una evocaci¨®n de la larga velada de confesiones entre la poeta Anna Ajm¨¢tova y el fil¨®sofo Isaiah Berlin
PASEO POR la exposici¨®n temporal que el Museo Ruso de M¨¢laga dedica a la poeta de San Petersburgo Anna Ajm¨¢tova. Me detengo ante el dibujo en el que la retrat¨® Modigliani; Ajm¨¢tova y el pintor se conocieron en Par¨ªs en 1911 y se convirtieron en inseparables. Ese retrato se encuentra habitualmente en su casa-museo en San Peters?burgo, donde decora la habitaci¨®n en la que ella residi¨® durante dos d¨¦cadas.
Fue all¨ª donde, en noviembre de 1945, la visit¨® el fil¨®sofo de origen ruso Isaiah Berlin, profesor en Oxford y diplom¨¢tico brillante de 36 a?os enviado a la URSS por Churchill. Eran las nueve de la noche cuando llam¨® a la puerta. Ajm¨¢tova, 20 a?os mayor que su invitado y tan elegante, bella y misteriosa como antes, le cont¨® lo m¨¢s importante de su vida: su marido, el poeta Gumiliov, fue fusilado por los bolcheviques en 1922. Ella se instal¨® en el piso donde su amante, el historiador del arte Punin, viv¨ªa con su mujer e hija. Ajm¨¢tova sol¨ªa llevar a sus amigos a su habitaci¨®n, donde se encerraba con ellos para recitarles de memoria la Divina comedia en italiano, adem¨¢s de sus propios versos. Tras leer un poema reci¨¦n escrito a sus hu¨¦spedes, entre ellos Pasternak y Osip y Nadezhda Mandelstam, que acud¨ªan desde Mosc¨², encend¨ªa una cerilla y quemaba el papel.
Lo hac¨ªa porque durante el ?estalinismo todas las vidas corr¨ªan peligro y las de los intelectuales m¨¢s, contaba Ajm¨¢tova a Isaiah Berlin: a su hijo Lev Gumiliov lo hab¨ªan enviado al gulag. En plena narraci¨®n, la poeta rompi¨® en sollozos. Para restablecerse recit¨® fragmentos de sus ciclos de poemas R¨¦quiem y Poema sin h¨¦roe.
¡°Habl¨® con voz calmada y mon¨®tona, como una princesa en un lugar remoto en el exilio, orgullosa, infeliz, inabordable,¡± record¨® Berlin poco antes de morir, en 1997. Y a?adi¨®: ¡°Me di cuenta enseguida de que estaba escuchando la obra de un genio. El relato de la tragedia absoluta de su vida super¨® todo lo que jam¨¢s hab¨ªa o¨ªdo¡±.
Ya se hab¨ªa hecho de d¨ªa, se o¨ªa el tamborileo de la lluvia helada contra los cristales de la ventana. El ?acompa?ante nocturno se levant¨® y bes¨® la mano de Anna. En su hotel, el Astoria, comprob¨® que eran las once de la ma?ana. Se dej¨® caer encima de la cama y murmur¨®: ¡°Estoy ?enamorado.¡±
Tambi¨¦n Anna qued¨® hechizada. El profundo impacto de la noche con Berlin le inspir¨® varios poemas, entre ellos el ciclo Cinque. En ¨¦l confiesa que ese encuentro era ?central en su vida y algo que cambiar¨ªa el mundo. Y algo en el mundo cambi¨®. Fue entonces cuando ?empez¨® la Guerra Fr¨ªa.
Cuando Berlin regres¨® a ?Leningrado, ya no la encontr¨®. Las autoridades hab¨ªan espiado su encuentro y la apartaron de su domicilio. En la exposici¨®n malague?a observo los retratos de Anna que datan de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas de su vida: la persecuci¨®n de la que fue v¨ªctima tras el encuentro ?nocturno caus¨® un cambio dr¨¢stico en su apariencia.
A pesar de que a lo largo de su vida Ajm¨¢tova quemara muchos poemas, otros tantos han quedado, entre ellos el ciclo Cinque. Y ?R¨¦quiem, aunque solo nos podemos imaginar c¨®mo fue la voz de Anna Ajm¨¢tova cuando lo recitaba a su visitante nocturno, a pesar de que nos puede ayudar la grabaci¨®n que la poeta realiz¨® en Oxford 20 a?os despu¨¦s.
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