Loter¨ªa de Navidad: por qu¨¦ los d¨¦cimos de la democracia son los m¨¢s feos de nuestra historia
Los mejores, los del siglo XIX, cuando los dise?adores luc¨ªan oficio en los billetes, hoy, dice uno de los expertos, "parecen un paquete de Ducados"
Son pura obsolescencia programada (anal¨®gica). Simples trozos de papel que despu¨¦s de una determinada fecha, que var¨ªa seg¨²n la frecuencia con que se despeje la cartera, no tiene punto medio: el que no sirve para lustrarte la vida acaba en la basura. Adem¨¢s de biodegradables, los billetes de Loter¨ªa de Navidad tienen otras virtudes: son objetos de dise?o y fieles reflejos de la sociedad espa?ola.
"Son un espejo n¨ªtido de la degradaci¨®n de los oficios", concreta el dise?ador Salvador Alimbau, despu¨¦s de observar la evoluci¨®n de los boletos de la Loter¨ªa de Navidad, d¨¦cada a d¨¦cada. "No era consciente de hasta qu¨¦ punto su dise?o ha empeorado con los a?os. Los d¨¦cimos de los a?os 2000 y 10 parecen un paquete de Ducados", satiriza. Pepe Cruz, dise?ador en el estudio Cruz + Cruz, coincide en se?alar la decadencia: "Tengo la impresi¨®n de que el siglo XXI no ha llegado todav¨ªa al dise?o del billete de la loter¨ªa".
Si se puede se?alar un fuerte en el grafismo de estos cupones es su car¨¢cter de veh¨ªculo de cultura. Su colaboraci¨®n con el Museo del Prado, entre otras instituciones, se inicia en 1954 con el personaje central de La vendimia, uno de los cartones de Goya. Desde entonces ¡ªaunque sobre todo en este siglo¡ª, los boletos de la loter¨ªa recogen "una buen¨ªsima y coherente selecci¨®n, que constituye un recorrido por la pintura espa?ola del siglo XIX", destaca?Marisa Luisa Cuenca, jefa de ¨¢rea de Biblioteca, Documentaci¨®n y Archivo del Museo del Prado y responsable de El Prado Ef¨ªmero, un proyecto digital que la pinacoteca ha desarrollado con motivo de su bicentenario, y que muestra todos esos testigos fugaces de su historia: entradas, folletos, carteles, invitaciones y, claro, los billetes de la Loter¨ªa Nacional.
Repasamos los dise?os a lo largo de la historia de estos d¨¦cimos que para algunos traen suerte y, para la mayor¨ªa, un poco de inspiraci¨®n.
Los d¨¦cimos que usamos desde el a?o 1992 tienen, para Salvador Alimbau, "lo peor de los dos mundos. Guardar las orlas, filigranas y grafismos de los de antes y lo nuevo que a?aden es un desprop¨®sito". Las tramas del fondo de los billetes ayudan a que no puedan ser falsificados, algo que se?alan tanto Pepe Cruz como Alimbau. "Pero no es necesario usarlo ya, la tecnolog¨ªa permite otras formas de impresi¨®n que evitan la falsificaci¨®n y no manchan. Mira el dise?o de los billetes de euro", reclama Alimbau. "La prueba de que desde el dise?o se puede mejorar la calidad de este tipo de documentos", ratifica Cruz, "est¨¢ en los maravillosas propuestas de redise?o del papel moneda que est¨¢n surgiendo en los ¨²ltimos a?os".
Ambos se?alan tambi¨¦n lo desafortunado de la elecci¨®n de la tipograf¨ªa: "una sin serifa poco significante en mi opini¨®n", dice Cruz, y Alimbau remata: "Es como una Gil Sans deformada". Ampararse en la tradici¨®n para no abordar con esp¨ªritu creativo la evoluci¨®n gr¨¢fica de los billetes de loter¨ªa es, para Cruz, un error: "No hay m¨¢s que fijarse en la revoluci¨®n que en la ¨²ltima d¨¦cada se ha producido en el dise?o de etiquetas de vino. El mercado ha aceptado sin problema que caldos de muy alto precio tengan una identidad gr¨¢fica contempor¨¢nea, alejada de las cl¨¢sicas tintas doradas y letras g¨®ticas".
Sobre todo, viejo o nuevo, el principal problema del dise?o de los actuales d¨¦cimos de la Loter¨ªa de Navidad es, para Salvador Alimbau, que "no cumplen con su funci¨®n. No se entiende nada, el primer nivel de lectura se pierde, son farragosos".
Desde los a?os cuarenta, cuando el r¨¦gimen de Franco cambi¨® el dise?o de los boletos de loter¨ªa para introducir diferentes ilustraciones, el boleto ha mantenido salvo excepciones una distribuci¨®n en la que dos tercios se destinan a la informaci¨®n y uno a la ilustraci¨®n, con pinturas del Bosco, Rafael, el Greco o Goya, im¨¢genes del monasterio de Monserrat, la Sagrada Familia o la Bas¨ªlica del Pilar. "No veo la necesidad de mantener ese esquema en el siglo XXI", concluye Cruz.
Hasta el 14 de enero, se puede visitar una exposici¨®n en El Prado en la que se relacionan 10 capillas (las pruebas de imprenta en las que faltan los guarismos) con las 10 obras de la colecci¨®n permanente que las inspiraron, muchas veces vinculadas a a?os dedicados a una tem¨¢tica concreta como La mujer en la pintura espa?ola, en 1960, o El ni?o en el arte espa?ol, en 1972.
En estas dos d¨¦cadas, los sesenta y los setenta, los d¨¦cimos de Navidad se caracterizaron por ser m¨¢s coloridos, "reflejo quiz¨¢ de una ¨¦poca m¨¢s optimista", destaca Alimbau. "Son m¨¢s pop y siguen manteniendo algo del oficio que los hab¨ªa caracterizado anta?o, antes de convertirse en un elemento anodino y burocratizado".
Ese oficio se pod¨ªa apreciar, sobre todo, en los d¨¦cimos que van hasta los a?os cincuenta incluidos, a ojos de Salvador Alimbau. No es de extra?ar, pues desde mediados del siglo XIX, y hasta que comenzaron a incluirse reproducciones de cuadros o fotograf¨ªas de esculturas y monumentos, era un virtuoso de la FNMT-Real Casa de la Moneda el que decoraba los billetes, pincel en mano.
Fue a partir de la incorporaci¨®n de estas reproducciones cuando se comenz¨® a fraguar lo que ya parece tradici¨®n, que sea una obra religiosa la protagonista del d¨¦cimo del sorteo m¨¢s esperado del a?o: el extraordinario del 22 de diciembre, el del Gordo. Sin ir m¨¢s lejos, si abres la cartera, ese que llevas este a?o y al que miras con esperanza cada vez que pagas en el s¨²per est¨¢ ilustrado con el cuadro de La Virgen de la Rosa o Sagrada Familia con Juanito de Rafael, de cuya muerte se ha cumplido este a?o el V centenario.
Aunque las excepciones laicas son muchas a lo largo de su historia, sobre todo en los primeros a?os de la democracia, en los que aparecieron desde un manantial de agua o ruinas precolombinas hasta una ilustraci¨®n que imitaba las tradicionales felicitaciones de los oficios o un estadio de f¨²tbol. Por no contar con todas las figuras mitol¨®gicas que ilustraron los d¨¦cimos en los a?os cincuenta, en pleno franquismo.
"El de 1971 es bastante subversivo", advierte Alimbau: "El Salto de la Garrocha de Goya en un d¨¦cimo de Navidad...". Curioso que nos parezca impensable en el siglo XXI, pero en aquella ¨¦poca hubo toda clase de elementos populares en los boletos de Navidad. En 1969, bajo una ilustraci¨®n como de manual escolar, en la que se pod¨ªa ver a una familia en torno a un ¨¢rbol de Navidad (y no un bel¨¦n), se le¨ªa: "Por Nadal, cada oveja a su corral".
Antes de la Guerra Civil, durante la Segunda Rep¨²blica, era una alegor¨ªa la ¨²nica que ilustraba aquellos boletos que por entonces no val¨ªan una d¨¦cima parte del billete, sino una vig¨¦sima parte. El dise?o es m¨¢s pr¨®ximo al de los t¨ªtulos universitarios o incluso de propiedad de la ¨¦poca, t¨ªtulos notariales", observa Alimbau. "Tienen un trabajo de oficio honesto y cuidado, con tipograf¨ªas y proporciones medidas. Se ve el tiempo dedicado".
"Los que m¨¢s me gustan, sin duda, son los del siglo XIX. El de 1872 me parece espectacular", concluye Salvador Alimbau. "Es de un vanguardismo impresionante. Muy de la ¨¦poca. Sin prejuicios. Le da mil vueltas a los actuales. Lo de los n¨²meros encima de esa tipograf¨ªa como de caligraf¨ªa a mano. Es sencillamente el mejor y m¨¢s moderno de todos con diferencia".
El de este a?o es el ¨²ltimo sorteo de una d¨¦cada. Despu¨¦s de casi 20 a?os utilizando el mismo "pastiche de elementos", que Alimbau cataloga de "cat¨¢strofe nacional", ?ha llegado el momento de actualizar el dise?o de los d¨¦cimos de la Loter¨ªa de Navidad?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.