El sue?o de Felipe V que pudo convertir el Retiro en Versalles
Un gran jard¨ªn repleto de fuentes, estanques, parterres, esculturas mitol¨®gicas, grandes avenidas arboladas y un nuevo palacio barroco al m¨¢s puro estilo versallesco. El monarca traz¨® un grandioso e inacabado plan que pretend¨ªa aplicar el modelo franc¨¦s en Madrid
Con 118 hect¨¢reas y m¨¢s de 19.000 ¨¢rboles, el Parque del Retiro es hoy una de las zonas verdes m¨¢s populares de Madrid y candidata junto al Museo del Prado a Patrimonio Mundial de la UNESCO. Objeto de profundas transformaciones a lo largo de sus casi cuatro siglos historia, el Retiro actual es un ecl¨¦ctico mundo de jardines de gran valor paisaj¨ªstico y monumental. Lo que probablemente no conozca la mayor¨ªa de runners, turistas o paseantes que a diario recorren el parque es la historia que pudo cambiar radicalmente su fisonom¨ªa.
Reci¨¦n estrenado el siglo XVIII, Philippe d¡¯Anjou, nieto de Luis XIV de Francia e hijo del Gran Delf¨ªn, se convert¨ªa con 17 a?os en Felipe V de Espa?a, primer rey Borb¨®n en sentarse en el trono espa?ol. Poco tiempo necesit¨® desde que hiciera su entrada triunfal en Madrid en febrero de 1701 para comprobar qu¨¦ distinta era la capital a su Versalles natal. Desde el sobrio protocolo heredado de los Austria, a las oscuras vestimentas de la corte, "al nuevo rey no le gust¨® nada de lo que vio. Educado en Par¨ªs y Versalles, para ¨¦l Madrid era como un pueblo", cuenta Carmen Ariza, historiadora y autora de Los Jardines del Buen Retiro (Editorial Lunwerg - Ayuntamiento de Madrid, 1990).
Pese a no ser de su agrado, Felipe V no tuvo m¨¢s remedio por tradici¨®n que fijar su residencia en el Alc¨¢zar, un austero castillo medieval de la ¨¦poca de Felipe II. La fortaleza "estaba pensada de muros hacia adentro, para ocultar al rey, mientras que Versalles era la m¨¢xima representaci¨®n del esplendor de la monarqu¨ªa", afirma Carmen Ariza.
El monarca pronto fij¨® su mirada en El Buen Retiro, que por aquel entonces era una villa suburbana a las afueras de Madrid, mandada construir por el conde-duque de Olivares en 1630 para disfrute de Felipe IV. El nuevo rey lo eligi¨® como segunda residencia junto a su primera esposa, Mar¨ªa Luisa de Saboya, por sus extensas zonas verdes y la abundante caza. Este real sitio se convertir¨ªa as¨ª en el lugar favorito del monarca, que desde un principio mostr¨® sus inter¨¦s por convertirlo en un aut¨¦ntico chateau a la francesa.
Animado por la influyente Princesa de los Ursinos, encargada de acompa?arle a su nueva corte en Madrid, el monarca pidi¨® ayuda a su abuelo Luis XIV, que le encomend¨® el proyecto a Robert de Cotte. El arquitecto, autor de la capilla de Versalles, nunca pis¨® Madrid pero envi¨® a su disc¨ªpulo Ren¨¦ Carlier, quien a?os despu¨¦s trazar¨ªa los jardines de la Granja de San Ildefonso. Ambos dise?aron varios proyectos, de los cuales dos se conservan la Biblioteca Nacional de Francia.
El objetivo era la reorganizaci¨®n y ampliaci¨®n del palacio y los jardines para dotar al Buen Retiro de la grandiosidad y el esplendor que deb¨ªa tener la residencia del monarca absolutista. De este modo, las propuestas de De Cotte y Carlier, supervisadas por el mism¨ªsimo Luis XIV, tratar¨ªan de acabar con la an¨¢rquica y tan espa?ola organizaci¨®n del complejo, en la que tanto edificios como jardines se yuxtapon¨ªan sin un orden determinado.
El primer proyecto dejaba intacta la austera y desordenada arquitectura del palacio existente, que se destinar¨ªa a dependencias del servicio. Junto al edificio se superpon¨ªa un gran eje norte-sur que part¨ªa de un nuevo palacio adyacente en forma de U, de enormes dimensiones y alzados versallescos. Continuando este eje a trav¨¦s de los jardines, planteaba primero un gran parterre de broderie, flanqueado por bosquetes, desde el que part¨ªan varias calles paralelas, adornadas con fuentes. El jard¨ªn se prolongaba a trav¨¦s de grandes perspectivas hasta un inmenso estanque circular con surtidor, situado en el Cerrillo de San Blas, lugar que ocupa actualmente el Real Observatorio Astron¨®mico. Hacia el extremo oriental y en correspondencia con la fachada lateral del palacio, se situaba un parterre de menores dimensiones, rodeado tambi¨¦n de bosquetes.
Esta estructura palacio-parterre-parque de caza, marcaba la geometr¨ªa del espacio a trav¨¦s de l¨ªneas rectas y junto a la decoraci¨®n t¨ªpica del barroco, con elementos acu¨¢ticos y dibujos realizados con setos de boj, formaban un conjunto que "representaba perfectamente un real sitio a la francesa en contraposici¨®n a la ca¨®tica organizaci¨®n del recinto con Felipe IV", en opini¨®n de Carmen Ariza.
El segundo proyecto mantiene pr¨¢cticamente el dise?o anterior para los jardines pero propone un edificio totalmente distinto, de planta cuadrada y disposici¨®n interior en forma de cruz, muy similar a la del palacio de Marly en Francia.
Finalmente, el sue?o de Felipe V de revivir su a?orado Versalles en el Retiro se fue a pique. El motivo parece que fue el elevado coste del proyecto que inclu¨ªa profundos movimientos de tierra para la nivelaci¨®n de los terrenos, en unos tiempos poco boyantes para las arcas regias tras el deterioro causado por la guerra de Sucesi¨®n. Adem¨¢s, la muerte de Maria Luisa Gabriela de Saboya trajo la llegada en 1715 de la segunda esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio, quien adem¨¢s de desterrar a la princesa de los Ursinos, reorient¨® el gusto de la corte hacia su Italia natal, eclipsando la influencia francesa.
De llegar a realizarse, "se podr¨ªa comparar con Versalles, aunque l¨®gicamente a menor escala y m¨¢s modesto. Hubiera sido un aut¨¦ntico real sitio a la francesa en el que la esencia del jard¨ªn barroco estar¨ªa muy presente", concluye Carmen Ariza, quien considera, adem¨¢s, que se trata de "uno de los proyectos m¨¢s monumentales planteados en Espa?a de este tipo de jard¨ªn".
Aunque el gran proyecto de reforma del Buen Retiro no llegara a ver a luz, s¨ª se llevaron a cabo intervenciones de car¨¢cter parcial que a¨²n hoy se conservan, como el jard¨ªn del parterre frente al Cas¨®n, cuyo trazado, a pesar de haber sido muy alterado en tiempos de Isabel II, es muy similar al dise?ado por Carlier en una de sus propuestas.
El incendio del Alc¨¢zar en la Navidad de 1734 dio una segunda oportunidad al real sitio al convertirse en residencia oficial de los reyes durante las obras del nuevo palacio. Para adaptarlo a sus gustos y necesidades, Felipe V e Isabel de Farnesio hicieron peque?as reformas y redecoraron algunas estancias en estilo rococ¨®. Con el paso de los a?os y los sucesivos reyes, el palacio qued¨® en el olvido y se perdi¨® gran parte del conjunto, a excepci¨®n del Cas¨®n del Buen Retiro que acoge actualmente la biblioteca del Museo del Prado y del Sal¨®n de Reinos, cuyo proyecto de reforma como sala de exposici¨®n de la pinacoteca acaba de iniciarse, firmado por el arquitecto brit¨¢nico Norman Foster.
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